Novela

Trigal con cuervos

Care Santos

24 octubre, 1999 02:00

IV premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla. Algaida. Sevilla, 1999. 299 páginas, 2.700 pesetas

Esta novela es un salto notable entre los envites de Care Santos: abrazarse a una historia de amor para narrar con acierto una enorme parábola del mundo

Lo que sorprende de esta escritora (nacida en Mataró en 1970) no es el valor añadido de sus pocos años conteniendo -desde 1995- un puñado de libros que van del relato a la novela haciendo cala, de vez en cuando, en la literatura juvenil. Sorprende más la personalidad de su voz narrativa, la tenacidad de su escritura, el afán de roturar un instinto literario en busca de envites que redoblar, de historias difíciles con las que atreverse. Media docena de títulos en menos de un lustro corroboran lo dicho y, sobre todo, la intensidad de un estilo que se estrenó con el sabor agridulce de las situaciones contenidas en los Cuentos cítricos, se reafirmó con el azaroso temporal de pasiones narradas en Intemperie (premio Ciudad de Alcalá de Henares, 1996) y se atrevió a crecerse hasta convertirse en la masa narrativa de El tango del perdedor (1997), su primera apuesta sólida por la novela, por la experiencia de servir a una historia larga y de indiscutible esfuerzo constructivo —a la que, por causas quizá azarosas, a veces injustas, no le correspondió el eco merecido-, con lo que son motivos, más que razones, hacia los que se inclina su creación desde los primeros cuentos.

Desamparo, fracaso, desolación... Motivos que reaparecen, diseminados, en un discreto segundo plano, por esta segunda novela, Trigal con cuervos, reconocida, con razón, por el jurado del premio Ateneo Joven de Sevilla. Porque es una historia cargada de imaginación, sentido y realismo, redondeada con valores mantenidos a raya por las dos intenciones que la presiden: testimonial y literaria. Da igual el orden. Unidas dan pie a disfrutar de una ficción donde recrearse con el placer de la escritura y la escucha, de saborear un festín de palabras, desde las más llanas y gratas a los sentidos a aquellas de aguda gravedad cuyo uso común ha desposeído de los efectos que aquí se subrayan. Como son realidad social, genocidio, diferencias, intolerancia, marginación, memoria colectiva... Como es olvido, y es pasado, y son sus secuelas en el presente y en el futuro. Y refrendando cada significado la escogida semántica de otras en absoluto accidentales: tierra, lengua, cultura... Para contar que la Historia es la única pérdida irreparable.

Todas ellas componen una enmarañada trama de ideas enfatizadas por la acción de un argumento tejido, sobre fechas reales y lugares concretos, en torno a la experiencia vital de una mujer sin memoria y sin nombre; de su viaje hacia la "Itaca" que representa su destino errante, largo y lleno de peripecias, y de todo lo que le sucede mientras recupera su lengua, conoce el significado de su pasado y aprende la vida. Ese viaje metafórico justifica una acción que avanza en cuatro movimientos, entre la cultura oriental y la mediterránea, entre desvíos, variaciones, alguna inoportuna digresión (derivada de una ambiciosa voluntad de estilo), ocurrentes duelos de ingenio, recursos y relatos entrecruzados, por la Historia de las hostilidades más irracionales del siglo XX. Por la geografía europea y más allá de sus fronteras, por los efectos de las sacudidas bélicas, el sinsentido de sus causas y la tragedia de sus consecuencias.

Con lo cual no se lo pone fácil al lector, que es quien ha de recomponer, hasta bien avanzada la novela, hasta que ésta alcanza su más lograda intensidad en las páginas centrales, las piezas de la narración, la trama de selectos personajes secundarios y de sus respectivos pueblos, todos confluyendo en la memoria fragmentada de quien fue una niña armenia vendida por el ejército turco a una tribu nómada en el desierto de Neguev. Pero compensa el esfuerzo por recorrer la travesía de su memoria de la mano de una tercera persona que nos lleva por las arterias de la Historia señalando sus desgarros en muchas vidas, en pueblos, como el armenio, forzados a perderlo todo, hasta los propios nombres propios. Y recompensan las sacudidas emocionales que jalonan la vida de la protagonista, "Janjian", la riqueza del lenguaje volcado en su mundo sensitivo, su historia de amor coronando el único pasado que recuerda y el único futuro que le queda.

Así de grande, de ancha y de ambiciosa es la novela anunciada en ese enigmático título, un salto notable entre los envites de Care Santos: abrazarse a una historia de amor para narrar con acierto una enorme parábola del mundo.