Jorge Bustos

La Esfera de los Libros. Madrid, 2018. 256 páginas, 18,90 €. Ebook: 7,59 €

Estas páginas proponen un apasionante recorrido por la historia hispana, desde Viriato hasta Amancio Ortega, a través de las semblanzas de treinta y cinco españoles fascinantes. Personas con coraje. Gentes valientes, capaces de mantener creencias e ideales contra viento y marea cuyo denominador común es el cipotudismo. Un calificativo cuyo origen se puede rastrear en el Unamuno más castizo, en Antonio Machado o en Camilo José Cela.



El cipotudismo, según leemos en el prólogo, se caracteriza en primer lugar por la valentía. Por el arrojo necesario para actuar en momentos de peligro o de gran exigencia individual o colectiva. En segundo término el cipotudismo exige tenacidad. Pide, como en el estoicismo senequista, capacidad de resistencia ante la ruptura, tozudez y aguante pase lo que pase.



Pese a que Stefan Zweig o Indro Montanelli sean dos referencias confesadas de Jorge Bustos (Madrid, 1982), su escritura tiene otras texturas. Traduce muy bien las circunstancias históricas al lenguaje actual. Evita el dato histórico pesado sin perder rigor y consigue una fluidez capaz de engullir al lector.



Tras los retratos de Viriato, Isidoro de Sevilla, Ramón Llull y Guzmán el Bueno, Vidas cipotudas adentra al lector con humor e ironía en la epopeya de los descubridores. Traidor y héroe vemos con emoción a Juan Sebastián Elcano embarcado en la tremenda expedición de Fernando de Magallanes. Parten del Guadalquivir cinco naves tripuladas por doscientos treinta y cuatro hombres. Tres años más tarde vuelven a Sevilla dieciocho esqueletos vivientes en un solo barco. Pero, eso sí, han dado por primera vez la vuelta la mundo. Pedro Serrano y Lope de Aguirre completan, con sus luces y sus sombras, la perspectiva de la conquista americana.



Siguiendo el hilo histórico, Jorge Bustos se detiene en Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Personaje de leyenda. Un náufrago que desde Florida se adentra en Estados Unidos y sobrevive entre tribus indias utilizando su bondad e inteligencia.



En otro territorio, el de la fe, encontramos cuatro personajes singulares. Aragonés de nacimiento y librepensador el primero. Servet muere el 27 de octubre de 1553 en Ginebra. Es quemado en la hoguera a tras ser denunciado como hereje por su otrora amigo Juan Calvino. El segundo, un estratega de la Contrarreforma y un gran jesuita: Diego Laínez. La tercera una monja precursora del feminismo: Santa Teresa. Por último, el único español representado en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio estadounidense, Fray Junípero Serra.



Ya en el siglo diecinueve, asistimos al gigantesco esfuerzo de La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. En un navío de la Armada parte de España en 1803 el grupo. Su objetivo es salvar niños con la recién descubierta vacuna de la viruela. A través de la semblanza de la enfermera gallega Isabel Zendán apreciamos el titánico esfuerzo humanitario.



Los premios Nobel de 1904 y 1906, José de Echegaray y Santiago Ramón y Cajal, junto con Menéndez Pelayo, Sawa, Sabino Arana, Clara Campoamor y Millán Astray nos llevan a Tarradellas, María Moliner, Dominguín y Amancio Ortega. Se cierra así esta ejemplar galería de españoles cipotudos.