Image: La India de Kipling

Image: La India de Kipling

Ensayo

La India de Kipling

Manjula Balakrishnan

3 abril, 2015 02:00

Miraguano, 2014. 580 páginas, 21'90€

En una fantástica crónica de viaje, Vacación hindú, J.R.Ackerley, comentaba al paso que con la India sucedía un fenómeno particular: quienes viajaban por ella durante semanas escribían un libro, quienes vivían en ella durante unos meses escribían un artículo y quienes se quedaban en ella durante años no escribían absolutamente nada. Esa afición inglesa a escribir prolijos viajes con escaso o nulo conocimiento del entorno de la que se quejaba Ackerley se podría definir en versión española con lo que Ramón J.Sender describió como el "síndrome de la tesis de Nancy": el de quien se cree flamencólogo sólo por haber pasado la noche con un gitano. La primera pregunta que uno se hace ante un libro como el de Manjula Balakrishnan es precisamente cómo se manifiesta ese "ajuste de cuentas" en una sociedad que, como la India, ha estado escuchando insensateces sobre su cultura, su religión y sus costumbres a escritores que luego han conformado la imagen mental y espiritual sobre su país de buena parte de occidente.

Kipling es, por antonomasia, la viva imagen de ese retrato. Resulta impresionante descubrir que el escritor anglo-indio que modeló la imagen literaria de la India durante tantas generaciones en las conciencias no sólo de los anglosajones, sino de ciudadanos de todas las partes del mundo fuera una persona que apenas vivió siete años en el país(si descontamos los cinco que pasó desde su nacimiento, donde lo más probable es que no registrara gran cosa): de los 16 a los 23 años de edad, o lo que es lo mismo; la adolescencia y primera juventud, y bajo una condición -como es obvio- de privilegio absoluto.

Kipling era, en cuanto a la cultura india -y así se lo hicieron saber directamente todas las grandes eminencias del humanismo indio, de Tagore a Gandhi-el enemigo perfecto: no sólo porque tenía toda la carga mental, ideológica y moral del colonialismo más violento y más rancio, sino porque además lo exponía con la agresividad de la adolescencia, creyendo haber corroborado en la realidad todos los prejuicios británicos. Tal y como lo describe Manjula Balakrishnan en su interesante libro, Kipling tiene un aire a esos necios y memorables personajes de su propio relato El hombre que pudo reinar: un inglés ambicioso con veleidades de dios en la tierra rodeado de privilegios que nunca se interesó demasiado por lo que le rodeaba más que bajo su condición de trampolín a la celebridad, al éxito literario o al poder.

A los veinte años ya era uno de los periodistas y cronistas más célebres de la India anglosajona y trabajaba como corresponsal y editor para la Gazette y The Pioneer pero fue tras la publicación de El libro de la selva y Kim cuando se convirtió en la autoridad más incuestionable sobre la India en el Reino Unido y en el azotador de cualquier opinión liberal. Kipling era célebre por defenestrar cualquier artículo anticolonialista utilizando constantes argumentos ad hominem. La patente de la colonia india se convirtió, precisamente, en la marca de la casa y es en ese momento cuando más se pone de manifiesto su severo colonialismo amigo de la "mano dura", la arrogancia de su supuesta superioridad racial, su lucha contra la independencia, su actitud paternalista. Kipling es en realidad la perfecta imagen del enemigo más letal: el colonialista supuestamente cargado de "buenas intenciones".

Manjula Balakrishnan hace un retrato eficaz de Kipling en el que no carga tanto las tintas como tal vez podría, para poder exponer de una manera más neutral y menos cargada su versión "corregida" de la historia de la India. La fórmula funciona al final, porque como en el lector permanece el costumbrismo decorativo de los cuentos de Kipling el repaso de Historia del académico indio nos sitúa en una posición privilegiada para juzgar tanto los aciertos literarios de Kipling como toda su desastrosa posición política.