Image: El mar interior

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Ensayo

El mar interior

Philip Hoare

7 febrero, 2014 01:00

Philip Hoare. Foto: Jordi Soteras

Traducción de Joan Eloi Roca. Ático de los Libros. Barcelona, 2013. 333 páginas, 22,50 euros

En este caso iré directamente al grano: el libro es una delicia. Philip Hoare se estrenó en el mundo literario a una edad relativamente tardía con varias biografías literarias que le abrieron una discreta puerta al reconocimiento de la crítica, pero no fue hasta Leviatán o la ballena (premio BBC Samuel Johnson en 2009 al mejor libro de no ficción publicado en el Reino Unido) cuando el autor reclamó ya con todo derecho su lugar de privilegio en las letras británicas contemporáneas. El mar interior está a medio camino entre la narración enciclopédica, el viaje sentimental de tradición anglosajona y la erudición más entretenida. Del mismo modo que alguien quiere conocerlo todo, hasta lo más nimio e insignificante, de una persona de la que se acaba de enamorar, Philip Hoare lo quiere saber todo sobre el mar. No se trata de un coleccionista de anécdotas ni de un guía turístico, sino de un verdadero estado mental.

El mar interior reproduce desde el punto de vista temático algo parecido a una marea. Llega cierto momento en la lectura en el que casi deja de ser importante el qué narra y cada vez más fascinante cómo un tema se va "disolviendo" y convirtiendo en otro, todo cabe en este libro: las ballenas, breves biografías como la de Thomas Merton, James Cook, Tennyson, Richard Jefferies, Ted Hugues, lo que nada en el mar, lo que sobrevuela el mar, lo que representa el mar, lo que sucede junto al mar, en qué consiste, como decía Sartre, esa descomunal oscuridad, ese inabarcable misterio que se encuentra bajo esa fina superficie a la que llamamos "mar".

Hay que leer este libro de Philip Hoare con la misma predisposición con la que uno se sentaría a escuchar una sinfonía, sin obsesionarse por la forma y concentrándose en el ritmo completo, el tempo con el que una melodía se convierte en otra y se unen formando un todo. La mejor manera de describir el misterio es, evidentemente, rodeándolo y la forma más perfecta de pensamiento, la que reproduce de manera más apropiada nuestra estructura mental y sentimental es la divagación, una divagación que no es la negativa errabundia de un pensamiento sin centro, sino el juego de una atracción fascinada (amorosa) y no-lineal por un objeto.

Eso es precisamente lo que ha entendido Philip Hoare en esta pequeña joya sobre el mar: que la única manera de no confundir el mar con la fina superficie que contemplamos es sumergirse en él y dejarse llevar por la marea.