Ensayo

Manuel Altolaguirre: Álbum

James Valender (ed.)

29 junio, 2012 02:00

Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid, 2012. 473 páginas, 45 euros

Hasta no hace mucho, Manuel Altolaguirre (1905-1959) era poco más que un nombre entre ilustre y aureolado de la poesía española de la Edad de Plata (o de la Generación del 27) pero poco editado o leído. Unido en la nómina ilustre a Emilio Prados -malagueño también- éste, muerto en el exilio, aún sigue necesitando un rescate. Naturalmente el libro que acaba de editar primorosamente la Residencia de Estudiantes y cuyo texto es del hispanista James Valender, muy unido en México a la familia Altolaguirre, no es un estudio sobre su poesía, sino una biografía amena y sucinta que se apoya en el enorme material de fotografías personales o de amigos, de manuscritos o de las varias revistas y libros que Altolaguirre y su primera mujer, Concha Méndez, realizaron como cuidadosísimos editores, abriendo una tradición que aún vive en Málaga. Pero aunque se hable poco de la obra de Altolaguirre (poesía, también teatro y algún libro en prosa como su biografía de Garcilaso, 1933) es evidente que el mero tomo -único, en lo referente al 27,después del de Cernuda- quiere prestigiar la poesía de un hombre (según todos simpático y generoso) que hasta hace poco ha sido más poeta que poema, cuando no se aludía sólo a su labor como impulsor de revistas y colecciones poéticas. Sabemos que, a partir de 1926, Altolaguirre edita en Málaga la bella y hoy más que famosa revista y colección "Litoral", donde publicarían sus primeros libros muchos autores del 27 y cercanos, como Cernuda, Hinojosa o Aleixandre además, entre otros, de las Canciones de Lorca y de La Toriada de Villalón, al que algunos del 27 se sintieron unidos... (Como se sentirían, y más aún, a Moreno Villa).

Altolaguirre había publicado en 1926, muy joven, su Las islas invitadas y otros poemas que es germen verdadero de buena parte de su poesía. Después de viajes a Madrid y a Europa (París, la Costa Azul) siempre volviendo con nuevos proyectos a Málaga, Altolaguirre ve el cierre de la imprenta Sur, con renovadas ideas. Gregorio Prieto dibuja a Altolaguirre en su imprenta parisina en 1931. Luego Manuel pide una beca (que le conceden) para estudiar a los metafísicos ingleses en Londres; allí se instalan los Altolaguirre, y allí surgirá entre otras, esa magnífica colección que fue "1616", con el beneplácito del embajador Pérez de Ayala.

Con la guerra, los Altolaguirre (republicanos de corazón libre) terminan en Valencia con Cernuda y otros más. Antes de salir de Madrid habían publicado "Caballo verde para la poesía", una colección de plaquettes en tapa dura, donde estaba, por ejemplo El joven marino de Cernuda y una nueva edición, ampliada de Las islas invitadas. En la lucha ayudarán de muchos modos, incluyendo "Hora de España", la gran revista cultural del momento.

Ni su talante ni su obra salvaron a los Altolaguirre y a su pequeña hija Paloma del exilio. Primero fue Cuba (1939-1943) donde entraron en contacto principalmente con Lezama y el orbe que sería "Orígenes" y finalmente México, donde reencontrarían a un Cernuda de nuevo ocasionalmente en la paz del sur, y donde Manolo (sin dejar ni su obra ni sus ediciones como la breve revista "Antología de España en el recuerdo") se reencontrará también con Moreno Villa, uno de sus pilares allá, y con una nueva mujer, María Luisa Gómez Mena, su segunda esposa. Viene entonces su primera nueva publicación en España, en la malagueña revista "Caracola", el trabajo en nuevos poemas y la aventura del cine... Altolaguirre vuelve a España en 1950 como turista. Reencuentra a nuevos y viejos amigos como Cano o Aleixandre. En 1959 vuelve con María Luisa a presentar en el Festival de San Sebastián su película El cantar de los cantares. Un accidente de automóvil, cerca de Burgos, pone en julio fin a sus vidas. Altolaguirre sobrevive días a su mujer y muere besando un crucifijo. En México, Cernuda se encarga de editar sus Poesías completas (1960). También reivindicará en un poema a ese "Manolito" cuya hondura real, según el sevillano, pocos conocieron. Un hombre plural, versátil, agudo en un libro ahora claro y lleno de documentos. ¿Reivindicación todavía?