Ensayo

El monstruo amable. ¿El mundo se vuelve de derechas?

Raffaele Simone

24 febrero, 2012 01:00

Traducción de Alejandro Pradera. Taurus. 195 páginas, 26 euros

Los últimos años no han sido buenos para la izquierda europea y los últimos meses han sido desastrosos para la española, así es que surge una pregunta inquietante: ¿será la izquierda una especie amenazada de extinción? Como entusiasta de la biodiversidad, creo que ello sería lamentable y por tanto estoy dispuesto a dar la bienvenida a toda propuesta que, como la del prestigioso lingüista italiano Raffaele Simone en El monstruo amable, exija a la izquierda una necesaria autocrítica. No me parece, sin embargo, que su libro que se inscribe en el venerable género de la jeremiada, resulte demasiado constructivo. Todo el que haya contemplado el magnífico cuadro de Rembrandt, en el que toda la tristeza del mundo parece concentrarse en la noble cabeza del profeta que lamenta la futura destrucción de Jerusalén, se habrá sentido atraído por la figura de Jeremías, que según los expertos era además un magnífico poeta, pero cuya actitud se ha convertido en sinónimo de exagerada propensión al lamento. A pesar de ello el género tiene sus partidarios, porque el pesimismo siempre ha parecido una actitud más elevada que el optimismo y el propio Simone reconoce que no le disgusta que se le considere un pintor de catástrofes.

La catástrofe descrita en El monstruo amable tiene tres elementos: la izquierda ha sido derrotada en todas sus aspiraciones, una neoderecha archicapitalista domina el mundo y su triunfo se basa en un despotismo cultural que nos engaña con el señuelo del consumo y la diversión: el "monstruo amable". El caso de los jóvenes se ve agravado porque nunca antes habían mostrado tan poco interés por la sabiduría de los viejos. O tempora, o mores!, decía Cicerón cuando se lamentaba de su época hace dos mil años, pero me temo que los jóvenes actuales, que, horresco referens, no saben nada de latín, ni siquiera entenderán mi erudita alusión ciceroniana. Estoy a punto de caer en el elegante pesimismo de Jeremías y Simone, cuando me doy cuenta de que nuestros desdichados jóvenes se mueven bien por el ciberespacio y en pocos segundos Google les puede explicar el sentido de mis citas. A Simone, sin embargo, tampoco parecen gustarle las pantallas de ordenador, porque se lamenta de que contribuyen a la confusión entre realidad y ficción. Un lamento que tampoco carece de ilustres precedentes, porque ya Platón se planteaba prohibir en su república el arte, considerado como mera copia de una realidad que a su vez no era sino un pálido reflejo del noble mundo de las ideas.

A estas alturas el perspicaz lector habrá comprendido que no le recomendaría a Rubalcaba hacer de El monstruo amable su libro de cabecera. Su retrato de la neoderecha archicapitalista es caricaturesco, aunque cabe admitir que la derecha italiana real, que se ha dejado dirigir por el pintoresco cavaliere, es ella misma una caricatura, pero lo grave es que su diagnóstico de los males de la izquierda empuja más al suicidio que a la enmienda. Algunas de sus críticas son pertinentes, pues es cierto que demasiados militantes de izquierda se dejaron seducir demasiado tiempo por unos regímenes comunistas "miserables, opresores y criminales", que todavía queda algún admirador de Castro y de Chávez, que el complejo de superioridad moral de la izquierda es injustificado, que últimamente ésta tiende a un buenismo que le lleva a ser blanda respecto a los delincuentes, los fanáticos islamistas y los ex terroristas. Pero cuando afirma que no ha logrado que arraigue casi ninguno de los valores por los que en el pasado luchó, me parece que exagera. El reciente avance de la humanidad hacia mayores cotas de libertad, bienestar y solidaridad, que negarán siempre los Jeremías, ha sido el fruto de una dialéctica entre impulsos conservadores y progresistas. Bien pensado, quizá Simone tenga razón e incluso se quede corto. Al leer su elogio a los párrafos de La rebelión de las masas en que Ortega desesperaba de la libertad, me he dado de repente cuenta. ¡También él se ha hecho de derechas! ¡La biodiversidad está en peligro!