Image: Carmen Laforet, una mujer en fuga

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Ensayo

Carmen Laforet, una mujer en fuga

Anna Caballé e Israel Rolón

2 julio, 2010 02:00

Carmen Laforet

RBA, Barcelona, 2010. 515 páginas. 32 euros


Posiblemente el mejor diagnóstico que se ha hecho del controvertido "caso Laforet" sea el que dejó escrito el crítico Fernando Valls a los pocos días de su muerte, en febrero de 2004: "Una chica joven escribe una novela tan curiosa como inquietante, luego se casa, tiene varios hijos, se convierte al catolicismo para abandonarlo poco después, publica otros libros que no cubren las expectativas, por lo que decide no publicar nada hasta estar convencida de su calidad, cosa que no llega a producirse…".

Claro que, de atender a este escueto dictamen, cerraríamos el paso a la natural curiosidad de lectores y eruditos por desentrañar el misterio de toda vida, especialmente cuando ésta se entiende abocada a la creación de una obra artística valiosa. La propia Carmen Laforet podría haber asentido a ese juicio para así cerrar el paso a la curiosidad ajena, que tanto la agobió desde que en 1945 ganó el primer premio Nadal con su novela Nada. Sin embargo, existe la convención de que ni los deseos de privacidad de un autor ni la aparente simplicidad de su designio bastan para desautorizar el empeño de los investigadores. Y está bien que así sea, porque, como ocurre en este caso, abordar la biografía de una escritora que no quiso tenerla, y que abominó de cualquier paralelismo que pudiera establecerse entre su vida y su obra, supone a menudo sacar a relucir el tejido de circunstancias y relaciones del que dependen ambas, y en ese tejido cabe reconocer, no ya los pormenores privados de una vida singular, sino la trama de toda una época.

Tal es el resultado de este esforzado trabajo de Anna Caballé e Israel Rolón. Las dos tesis principales de las que se ocupa este libro apenas encierran misterio: a ningún lector se le oculta que el material con el que trabajó la autora de Nada era su propia vida, someramente disfrazada; y a ninguno se le escapa tampoco que el peso de esa importante novela y su fulgurante éxito supusieron una losa que con el tiempo terminaría ahogando la creatividad de la escritora. Es evidente que otros factores pudieron influir en ese eventual agotamiento, y hacen bien los autores de esta biografía en señalarlos. Quizá el talento creador manifestado en aquella temprana novela resistió mal los condicionantes familiares y sociales que pesaban sobre la mujer en los primeros años del franquismo. Pero establecer un vínculo directo entre este naufragio creativo y el matrimonio de la autora, por ejemplo, parece a todas luces excesivo, y más cuando el marido de ésta, el periodista y crítico Manuel Cerezales, seguramente sufrió él mismo la difícil paradoja de alentar y encauzar un talento literario de cuyas limitaciones quizá también fuera consciente. Que el marido animara a la autora a ampliar sus miras y a dar por cerrada la veta autobiográfica a la que debe sus mejores logros no parece, después de todo, un mal consejo literario, por más que en este caso resultara contraproducente. Y más significativo, en todo caso, resulta que la autora prestara oídos a un consejo tan mal encaminado, pero que de alguna forma respondía a sus propios deseos.

Más allá de estas cuestiones sujetas a interpretación, lo más recomendable de esta biografía es el amplísimo caudal de datos que maneja y su manera de hilarlos para efectuar un certero corte transversal a la sociología literaria del periodo estudiado. El relato de Caballé y Rolón establece con rara probidad la continuidad esencial de la vida y de los propósitos de la sociedad culta a través de la crisis, y no corte tajante, que supuso la Guerra Civil; hila un esclarecedor relato de los entresijos del más importante premio literario de posguerra, el Nadal, y de las presiones y temores a los que estuvieron expuestos sus promotores; y traza toda una colección de certeros retratos de personajes que tuvieron relación con la autora estudiada, tales como la erudita Consuelo Burell, la deportista y, en su madurez, propagandista religiosa Lilí Álvarez, o el novelista exiliado Ramón J. Sénder, que vivió un apasionado y no correspondido romance epistolar con la autora de Nada. A ella le hubiera gustado saber que, en el incómodo trance de verse expuesta, la acompañaban sus amigos.

LAS NOVELAS CORTAS

Menoscuarto acaba de reunir en Siete novelas cortas los relatos que Carmen Laforet publicó en los años 50 en diferentes ediciones. Álvaro Pombo explica en el prólogo que su ámbito es nuevamente el de la posguerra "que circunscribe y es circunstancia de todos los personajes, incluida la propia narradora".