Ensayo

Y al final, la guerra

de Luis M. Francisco y Lorenzo Silva

7 diciembre, 2006 01:00

La Esfera. Madrid, 2006. 508 páginas, 28 euros

La aventura de las tropas españolas desplegadas en Iraq desde el 9 de abril de 2003 hasta el 21 de mayo de 2004 es un anticipo de lo que está sucediendo allí en la actualidad. Luis Miguel Francisco y Lorenzo Silva han hilvanado en un gran reportaje lo que vieron, vivieron y sufrieron en Iraq más de tres mil soldados españoles durante esos treces meses y medio.

Sus fuentes son más de cien entrevistas con militares y abundante documentación de la misión facilitada por los mandos u obtenida de medios de comunicación. El resultado es un libro informativo, sin ánimo de polémica. Cuando critican, los autores lo hacen con diplomacia y moderación. "La actuación de las tropas españolas fue digna, en un escenario muy complejo y con directrices políticas y recursos cuando menos mejorables", concluyen. "Aunque algunos quisieran ocultarlo, en Irak hubo combates en toda regla (de las tropas españolas)".

En la primera mitad del libro se describen las primeras bajas, el escenario, las improvisadas directrices, las mentiras, las medias verdades y los escasos recursos. En la segunda parte, los combates más importantes librados por las fuerzas españolas en las últimas semanas de su misión. El pulso del relato es muy desigual. La descripción de la emboscada del 29 de noviembre en Al Latifiya, con la que se abre el libro, me recuerda por su fuerza escenas de Nacido el 4 de julio o de Salvar al soldado Ryan.

Lo mejor del texto es la mezcla suave, sin rupturas bruscas, de lo particular y de lo general. Son de agradecer, aunque escasas, las breves reflexiones personales sobre la vida militar, el sentido del deber, el espíritu de sacrificio y la importancia del factor humano. El 3 de abril de 2004 es una fecha decisiva. Sin informar a España, unidades especiales SEAL (siglas de tierra, mar y aire) de los EE.UU. detienen en Nayaf, zona de responsabilidad española y capital del chiísmo iraquí, al clérigo Mustafa Yaffa Al Yacubi, lugarteniente de Muqtada Al Sadr, el principal señor de la guerra en la zona. "Para el general Coll y todo su Cuartel General aquella actitud fue lo más parecido a un patada en los huevos", escriben los autores (p. 202). Los medios de comunicación estadounidenses, empezando por la CNN, acusaron a las tropas españolas y se desató el pandemónium.

Las ciento cincuenta páginas siguientes son una sucesión de combates, atentados, intervenciones, asaltos fallidos a las bases españolas y centroamericanas, y operaciones de rescate. "Con la jugada de la detención de Al Yacubi, los norteamericanos han hecho saltar por los aires la política española de diálogo y han arrojado a la Plus Ultra de lleno en la guerra" (p. 214). El coronel Asarta, uno de los héroes del libro, lo reconoce: "Habíamos conseguido que el Mahdi en Kufa estuviera reducido a la mezquita, fuera de las calles". Tras la detención de su número dos, sus seguidores se levantaron en armas, se adueñaron de Nayaf y -con armas muy desiguales y una densa niebla informativa- pusieron a las fuerzas españolas en situaciones límite. Fue milagroso que no sufrieran muchas más bajas.

Nadie, ni los autores ni los militares que se han confesado con ellos, reconoce abiertamente lo que muchos sospechamos entonces: que el Pentágono hizo trizas ocho meses de trabajo de España en Irak, poniendo en peligro muchas vidas, en represalia por la decisión de Rodríguez Zapatero, tras su victoria electoral del 14-M, de retirar las fuerzas españolas. Reflexión final: con amigos como estos, no necesitamos enemigos.