Ensayo

Karen Blixen. Una biografía

OLE WIVEL

14 noviembre, 2001 01:00

Traducción de Ana Sofía Pascual. Ediciones del bronce. Barcelona, 2001. 229 páginas, 2.500 pesetas

Incluso quienes no han leído una sola línea de quien firmaba sus escritos con el seudónimo "Isak Dinesen", conocen parte de la peripecia vital de Karen Blixen (y, sobre todo, su contrapunto sentimental) gracias a la película Memorias de áfrica. Lo que la autora dejó sutilmente velado en Out of Africa y otros libros de recuerdos (y que fuera luego completado por biografías tan minuciosas como la que redactó Judith Thurman), conoció de pronto una inesperada publicidad, que no sabe uno si ha contribuido poco o mucho al conocimiento de la obra de esta escritora atípica, con la que sus compatriotas tienen aún alguna que otra cuenta pendiente.

Y algo de sutil ajuste de cuentas hay en el libro que nos ocupa; que, a pesar de no ser una "biografía" propiamente dicha (por más que lo proclame el subtítulo de la edición española), tampoco logra escapar del todo al embrujo del episodio romántico que centra la película de Sidney Pollack. Sólo que Wivel apunta un poco más allá, y, al hilo de unas pocas pinceladas biográficas (entre ellas, el mencionado episodio africano), trata de ofrecernos una interpretación de la obra de Blixen en la que cobra especial importancia la fascinación que ésta sentía por el padre aventurero y suicida, y el contrapunto severo y moralista que le ofrecía la figura de su madre. A este esquema de interpretación el autor suma algunos testimonios de primera mano, derivados de su distante trato con una autora tan insoslayable como inasimilable a los intereses de los jóvenes escritores daneses de posguerra, entre los que se incluye el propio Wivel. Pues la literatura que Blixen cultivó era una negación tanto de los experimentos vanguardistas como de la literatura psicológica y comprometida en boga en aquellos años.

Lo que Ole Wivel, a pesar de todo, no consigue explicarnos es el secreto de un arte narrativo, el de la Blixen, nacido del placer mismo de narrar, y en el que toda clase de situaciones aparentemente arquetípicas y personajes vagamente convencionales lograban poner en pie historias capaces de interesarnos y emocionarnos.

Con lo que el lector se queda desamparado en ese afán legítimo suyo de acceder, por el atajo de la biografía, al secreto que anima una obra literaria tan singular como la de Blixen.