Image: The Beatles. Antología

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Ensayo

The Beatles. Antología

Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr y John Lennon

1 noviembre, 2000 01:00

Traducción del equipo editorial. Ediciones B. Barcelona, 2000. 367 páginas, 9.995 pesetas

La historia de los Beatles contada por ellos mismos no aporta nada novedoso, pero hace más real la construcción del mito y recoge algunas interesantes reflexiones que los protagonistas extraen de su tiempo y de su propia trayectoria

En octubre de 1961 alguien pidió en una tienda de discos de Liverpool My Boonie, una grabación de un grupo desconocido llamado The Beatles. La banda era una de tantas de las que actuaban en los clubes subterráneos de Liverpool y el gerente de la tienda era Brian Epstein, que acabaría siendo el primer manager de los Beatles. Los Escarabajos acababan de regresar de tocar en los más sórdidos clubes de la ciudad de Hamburgo y estaban dispuestos a incendiar las noches de Liverpool. George Harrison recuerda que la mayoría de los camareros y barmans de los locales de Hamburgo eran gánsters, y da cuenta de las refriegas que se producían durante las actuaciones. Muchas noches acababan envueltas en humo por culpa de las pistolas de gas lacrimógeno. "La canción más adecuada como acompañamiento de una pelea, no sólo en Hamburgo sino en Liverpool, era Hully Gully. Cada vez que tocábamos Hully Gully estallaba una pelea". La policía llegó a deportar a algunos de la banda porque no tenían permiso de trabajo en Alemania y en más de una ocasión los Beatles dieron con sus huesos en la cárcel de Hamburgo.

Fueron los malos tiempos de todos los comienzos, cuando tocaban en el Cavern de Liverpool y cuando Paul McCartney estuvo a punto de dejar el grupo por un trabajo fijo, con un salario de siete libras y catorce chelines a la semana. Finalmente Paul tuvo un ataque de lucidez del que no se ha arrepentido nunca: "¡A la mierda! No soporto este sitio. Dejé el trabajo y nuca más volvieron a verme por allí".

Se estaba gestando la leyenda. El azar y la obstinación se alternan a menudo en la biografía de los Beatles. Así, el famoso peinado de los Escarabajos tuvo su origen en uno de los viajes a Hamburgo en el 61. Lo cuenta George Harrison: "Recuerdo que una vez fuimos a las piscinas cubiertas; el agua me había dejado el pelo caído hacia delante y (Astrid y Klaus) me dijeron: "No, déjatelo así, te queda bien" [...] cuando el pelo se secó se quedó para abajo, y con el tiempo se convertiría en el look".

La forja de los Beatles estuvo indisolublemente unida a la construcción de una estética, que con el paso del tiempo iba a evolucionar acorde a los cambios de imagen de las masas juveniles. Fue Brian Epstein quien insistió para que se desprendieran de las cazadoras de cuero. "Mirad, si lleváis traje conseguiréis más dinero", les dijo Epstein, según recuerda Harrison. Para Paul no hubo ningún problema a la hora de cambiar el cuero por los atildados trajes negros: "Todos fuimos contentos al otro lado del río a Wirral, a Beno Dorn, una pequeña sastrería donde confeccionaban trajes de mohair. Así empezamos a cambiar nuestra imagen".

Ringo cuenta que él solía llevar el pelo hacia atrás, como un teddy boy, con peinado a lo Tony Curtis y patillas. "Me dijeron: aféitate las patillas y échate el pelo hacia delante, y eso hice". Los duros hijos de las clases trabajadoras de Liverpool convertidos de golpe en chicos presentables que iban a salir por primera vez en un programa de televisión. Las cámaras de Granada TV acudieron al Cavern para filmar en directo. Después vendría la grabación de Love me do para EMI. La canción llegó al número 17 en las listas británicas. Pero no avanzó mucho más. Así lo ve George: "Fue fabuloso, pero después de llegar al número 17 no recuerdo qué pasó. Probablemente dejó de escucharse y desapareció, pero lo importante es que cuando volvimos a EMI nos trataron mejor: Hola chicos, pasad".

En 1962 los Beatles vendían 100.000 copias de Love me do y habían aprendido que para eliminar obstáculos tenían que seguir ciertas reglas. "Para llegar al Palladium y a todos esos sitios tuvimos que llevar traje y jugar a su juego", dice George. Unos años antes, en diciembre de 1960, el poeta de la generación beat norteamericana, Allen Ginsberg, acababa de regresar a estados Unidos desde la selva amazónica donde había tenido experiencias con mescalina y LSD-25. Los chicos de Liverpool estaban entonces muy lejos del mundo salvaje de Burroughs, Kerouac y Ginsberg. Sólo a mediados de los 60, después de una crisis que les haría replantearse su trabajo, los ya famosos Beatles buscarían nuevas experiencias personales que les llevarían a buscarse a sí mismos en las religiones, en la música de Ravi Shankar, en los viajes a Oriente y en los alucinógenos. Paul McCartney recuerda uno de los momentos de autocrítica: "George ha dicho: ‘ya no éramos músicos. Sólo éramos unos muñecos de trapo melenudos’, y creo que tenía razón. Estábamos empezando a hartarnos de ese aspecto del asunto". Tras la crisis, en 1967, el album Sgt Pepper marcó el cambio de rumbo musical y estético de los ingleses. "Sgt Pepper pareció captar el ambiente de ese año y también permitió que otra mucha gente se pusiera en marcha y empezara algo nuevo", dirá Ringo.

Entrecruzadas, las declaraciones de los cuatro músicos que vamos a ver contrastadas en esta biografía a varias voces, incluída la del asesinado John Lennon (procedente de archivos y grabaciones), vienen a componer el fresco de una época que constituye también la memoria social, estética y musical de varias generaciones de hombres y mujeres occidentales. Desde la complejidad de puntos de vista que plantea esta mirada múltiple, documentada con una valiosa aportación gráfica, la historia de los Beatles contada por ellos mismos y por algunos secundarios cercanos, no aporta nada novedoso, pero hace más real la construcción del mito y recoge algunas interesantes reflexiones que los protagonistas extraen de su tiempo y de su propia trayectoria. Y eso no es poco.