
Isabel Fuentes. Foto: Cortesía de la autora
Isabel Fuentes: "A este paso, el sentido de la vida será dar coherencia a nuestro avatar"
La escritora, bióloga y directora de CaixaForum publica su segunda novela, 'Hemoglobina', en la que combina con acierto la ciencia, el misterio y el humor.
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Bióloga y doctora en Museología, Isabel Fuentes (Bilbao, 1972) no sólo dirige desde hace dieciséis años CaixaForum, sino que ha sabido compatibilizar su vocación gestora y científica con la escritura.
Diez años después de debutar como narradora con Un gen fuera de la ley (Turpial, 2015), publica Hemoglobina (Roca Editorial), una trepidante novela en la que combina con acierto la ciencia, el misterio, el humor y un agudo retrato de la vida cotidiana y la infantilización de la España de hoy.
Su protagonista, Celia, es una genetista que trabajó con la policía y que debe ayudar a su excompañero Enciso a descubrir qué se oculta tras la epidemia de vampirismo que asola la ciudad mientras hace frente a una relación sentimental en crisis y a sus deseos de ser madre.
Pregunta. ¿Qué nos puede desvelar de los orígenes de Hemoglobina? ¿Parte de algún suceso real, de las noticias sobre las drogas caníbales quizá?
Respuesta. Parte sobre todo de la necesidad de continuar dándole vida a Celia, la protagonista de Un gen fuera de la ley, mi primera novela. Pero si tuviera que situar un suceso específico en el origen de Hemoglobina, sería la marea blanca como señal ante una pérdida, creo que creciente, de cierto sentido de lo común, quizá también de sentido común.
»La idea de partida giraba alrededor de la percepción de que vivimos en una sociedad en la que el individualismo exacerbado ya no está mal visto, como tampoco lo está el que los adultos se comporten como niños y usurpen su espacio psíquico y social con el mayor de los descaros.
P. ¿Cuánto tiempo ha necesitado para documentarse, escribirlo y corregirlo? ¿Cómo ha logrado hacer compatible la escritura con su trabajo al frente de CaixaForum?
R. Años, aunque no siempre con la misma intensidad. Hace décadas que dedico una parte considerable de mi tiempo libre a escribir, lo que evidentemente incluye leer y estudiar. La tesis doctoral, que también hice trabajando, supuso un magnífico entrenamiento.
»Por supuesto, el compromiso con la escritura exige no pocas renuncias, pero en mi caso, y no creo que sea nada original, lo hago porque las satisfacciones del propio proceso superan con creces esas renuncias.
»Además, la práctica enseña a aprovechar muy bien el tiempo. Yo no necesito rutinas demasiado obsesivas y me concentro con facilidad en cualquier sitio. Recuerdo escribir algún pasaje de Hemoglobina unas navidades, en un enorme salón, rodeada de familia. Reconozco que jugaba a mi favor que todos hablaban en alemán.
Incorporar la pandemia
P. ¿Cuáles han sido los principales problemas que la trama le planteó al inicio de esta aventura, y cómo los ha ido solucionando?
R. Por ejemplo, la idea de utilizar una epidemia de vampirismo es de las pocas cosas que tenía muy claras antes de ponerme a escribir, y el advenimiento de la Covid me hizo plantearme abandonar la novela. La realidad había superado la ficción y si seguía con la historia como si nada, ésta resultaría ridícula. Me costó retomar, pero decidí continuar incorporando la Covid a la historia y descartando toda explicación infecciosa para justificar la epidemia.
»Quitando ese escollo, lo más difícil, aunque bastante divertido, ha sido construir el andamiaje científico que sustenta la trama. Eso me ha requerido de mucha lectura especializada, mucha reflexión lápiz en mano y mucho molestar a buenos amigos científicos con todo tipo de dudas.
P. ¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad hay (o puede haber en el futuro) en sua novela? ¿Vivimos una sociedad obsesionada con la estética y con conquistar la eternidad, sin que importe demasiado si al mismo tiempo crece en inteligencia y bondad?
R. Yo creo que vivimos en una sociedad muy preocupada por proyectar una imagen de perfección en todos los sentidos. Más que ser jóvenes, guapos, ricos y felices, parece que lo importante es que los demás nos vean de ese modo. Como si la vida fuese sobre todo un recurso para construir nuestra propia ficción y ratificarla en las redes sociales. Exagerando un poco diría que, a este paso, el sentido de la vida será dar coherencia a nuestro avatar.
Ladrones de gestos
P. ¿Qué le han prestado en este caso la científica y la gestora a la narradora y viceversa?
R. La científica, muchísimo. Hay mucha ciencia en la novela y creo y espero que muy accesible. La gestora, menos, es un contexto profesional distinto el que retrato en Hemoglobina, aunque es cierto que mi trabajo me da la oportunidad de tratar a muchas personas y eso, que siempre es rico humanamente hablando, literariamente es un tesoro. Todo el mundo sabe que los escritores somos ladrones de gestos, frases, anécdotas…
P. ¿Realmente, como sostiene la novela, hoy el comercio de sangre supera al de drogas muy populares? ¿Con qué consecuencias?
R. Francamente no lo sé, y no lo creo. En la novela el tráfico de sangre es sobre todo una metáfora y un elemento muy útil para la trama, como también lo es el comercio legal de otros tejidos humanos con el único propósito de ganar dinero.
P. ¿Ha conocido a muchos vampiros sentimentales, profesionales, o incluso vitales?
R. Unos cuantos. Sin embargo, la mayoría de la gente, al menos, de la que yo estoy rodeada, es generosa. Lo que ocurre con los vampiros es que la mayoría pasan inadvertidos o disfrazados. La gracia de los vampiros de Hemoglobina es precisamente eso, que se confunden entre el resto de la gente. En la vida real, sin embargo, los vampiros verdaderos, a los que usted se refiere, que imagino que son aquellas personas con una gran dosis de narcisismo, también se esconden entre la multitud y dominan el arte del camuflaje, lo cual es muy problemático.
P. ¿Y es posible combatirlos?
R. Supongo que la mejor forma de cuidarse de ellos es apartándose; porque no es nada fácil hacerles frente. A veces, incluso, peligroso.
P. El libro rezuma ingenio y buen humor, como cuando la protagonista, Celia, compara a su pareja con una Nespresso de oficina, porque "cuando quieres hacerte un café le falta agua o le sobran cápsulas".
R. El humor es un elemento fundamental en las dos novelas que he escrito. El humor hace más fácil lidiar con las pequeñas tragedias y sinsentidos de la vida cotidiana. La pareja de Celia nunca está dispuesta cuando ella lo necesita, a diferencia del marido de su amiga Marta que es como una navaja suiza. Le diría que me encanta jugar con las comparaciones más disparatadas, pero son ellas las que me asaltan, casi nunca tengo que buscarlas de forma deliberada.
P. En Hemoglobina realiza también un retrato tan divertido, como desolador en el fondo, de las clases altas, insensibles ante el dolor de los demás, y de los "snobs desinformados"?
R. Algunos de esos personajes están presentes, sí. Los hay con falta de escrúpulos y ansiosos de estatus, también están los hedonistas pragmáticos que no le complican la vida a nadie y los terriblemente inconscientes, que viven, como en La zona de interés, ajenos a lo que ocurre detrás del muro de su urbanización. Los snobs desinformados a los que hace referencia, son los que toman decisiones, sobre todo relacionadas con el cuidado de su precioso cuerpo, a partir de noticias aparentemente científicas, pero casi siempre imprecisas, incompletas y, a menudo, tramposas.