Achille Beltrame:  el vuelo de D’annunzio  sobre Trieste (1915).

Achille Beltrame: el vuelo de D’annunzio sobre Trieste (1915).

Letras

Gabriele D’Annunzio, el novelista visionario

Fue uno de los grandes escritores europeos de la primera mitad del XX, un enorme personaje y un cúmulo de contradicciones cuyo final se parece mucho al genio.

Más información: 'El poeta y el espía': D’Annunzio y la tragedia del fascismo

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Poco a poco y de maneras diversas se vuelve a afirmar y constatar que Gabriele D’Annunzio (1863-1938) fue uno de los grandes escritores europeos de la primera mitad del XX. Fue un escritor (poesía, novela, teatro, diarios) pero además un enorme personaje, una vida literaria, y un cúmulo de contradicciones cuyo final se parece mucho al genio.

18 nocturno

18 nocturno

Nocturno. Cuadernos de guerra de un aviador en tinieblas

Gabriele D’annunzio

Traducción de Julio Gómez de la Serna. Edición de Javier Jiménez. Fórcola, 2025. 393 páginas. 29,50€

Sacerdote esteticista del decadentismo, político, periodista, hombre de mundo, gigantesco derrochador, D’Annunzio huyó a París en 1910, para escapar de acreedores y amantes. Pero al poco de estallar la Primera Guerra Mundial, su conocido nacionalismo patriota lo devuelve a Italia para luchar contra los Imperios Centrales. Pronunciará encendidos discursos a favor de la guerra y entrará muy pronto en combate como piloto de hidroaviones, siendo uno de los pioneros (batalla del Isonzo, 1915) de la aviación militar italiana.

Vive, siempre en su fasto erótico, en la Casetta Rossa, un palacio de Venecia alquilado a su amigo el príncipe Hohenlohe que, como alemán, no puede vivir en Italia. Pero el 16 de enero de 1916, el fuego antiaéreo alcanza su avión y al salir despedido se golpea la cabeza contra la ametralladora de proa, lo que le deja ciego del ojo derecho y con la necesidad de hacer absoluto reposo para salvar el izquierdo.

Ese reposo con ambos ojos vendados le mantendrá hasta entrado abril en la Casetta Rossa, cuidado por su hija Renata. En esa situación que lo mortifica y exacerba, comienza a idear y aún a escribir a lápiz, en delgadas y estrechas tiritas de papel (que su hija tendrá que guardar y descifrar) los primeros textos de lo que será Nocturno, algo así como una exploración en la tiniebla, que sólo terminará después de la formidable hazaña de Fiume en 1919. El sueño de la ciudad gobernada por un poeta…

Nocturno (1921) es un libro plural sin otro argumento que la celebración de los aviones, el culto amoroso a los aviadores muertos y –desde la oscuridad– los recuerdos y visiones de un hombre que siente la acción y el riesgo como formas de belleza. Algo hay de diario, otro tanto de fragmentada narración, y aún más de sueños o visiones del hombre atrevido que no puede moverse, durante unos meses.

El D’Annunzio simbolista y decadente se convierte con este libro en un moderno esteticista trágico y distinto

Por supuesto todo ello escrito en una prosa musical, que alguna vez se vuelve poema, pero que nunca, incluso en momentos coloquiales, deja de ser lírica y estetizante. Hay muchos momentos de dolor o celebración fúnebres, incluido el recuerdo de su madre, fallecida en ese tiempo. “Así su muerte y mi vida son una misma cosa”. […] “Tengo el pecho lleno de gritos y no oigo mi voz”. D’Annunzio hace visible y sensitiva verdad dos de sus lemas favoritos: “Tengo lo que he dado” y “Las heridas embellecen”.

Libro que salta de un tema a otro, del relato al grito o incluso a la visión, supone una gran modernidad d’annunziana, propio del tono literario europeo en 1921. El poeta simbolista y decadente (sin dejar de serlo) se convierte con este libro, clásico y renovador a la par, en un moderno esteticista trágico y distinto.

Quiere celebrar el heroísmo y la muerte (“el piloto heroico reconduce a la patria al poeta sacrificado”) y se convierte en el visionario de una escritura diferente y de un mundo distinto que los fascistas –que intentaron parecerse a él, sin acercarse– marcarían, dejándolo como gloria extinta en Il Vittoriale. Libro otro, novedoso y lleno de cambios, responde al lema antiguo de los navegantes modernos: “Es necesario navegar, vivir no es necesario” (Muy cuidada edición de Javier Jiménez).