De izquierda a derecha, Care Santos (Foto: Xavier Torres-Bachetta), Pablo Cruz (Archivo), Elia Barceló (Nina Eisterer), Roberto Santiago ( Álvaro Serrano Sierra), Sonia Domínguez (Grupo Kiriko) y Jesús Félix Sacristán (Nórdica Libros)

De izquierda a derecha, Care Santos (Foto: Xavier Torres-Bachetta), Pablo Cruz (Archivo), Elia Barceló (Nina Eisterer), Roberto Santiago ( Álvaro Serrano Sierra), Sonia Domínguez (Grupo Kiriko) y Jesús Félix Sacristán (Nórdica Libros)

Letras

El esplendor de la Literatura Infantil y Juvenil

Editores, libreros y autores analizan el fenómeno a partir de la pandemia, donde la lectura se ha convertido en una actividad fundamental para los más pequeños

17 abril, 2022 03:14

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La literatura destinada a niños y adolescentes atraviesa un momento de esplendor sin precedentes. Este año, más que nunca, la euforia es colectiva. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura de 2021, que publica la Federación de Gremios de Editores, en el 75,9 % de los hogares con niños menores de seis años, las madres y padres leen a sus hijos, un 1,5 % más que en 2020.

El 83,7 % de los niños de 6 a 9 años lee más allá de los libros de texto, mientras que en el intervalo de 10 a 14 años el 77,5 % es lector en su tiempo libre. Además, el 2,9 % de los encuestados en el informe aseguran que el último libro que compraron era de Literatura Infantil y Juvenil.

“Lo mejor que se ha hecho en los últimos años es formar a niños y niñas en el respeto a las minorías”. Elia Barceló, autora de LIJ

Los índices se corresponden con un hábito frecuente de lectura adquirido durante el confinamiento de 2020. “Las pequeñas librerías que apostamos por la edición independiente hemos salido reforzadas”, reivindica Sonia Domínguez, coordinadora del grupo Kiriko, proyecto de librerías asociadas a CEGAL. A pesar de las consecuencias devastadoras en prácticamente todos los sectores económicos, “nos hemos ganado la confianza de las familias lectoras”, celebra Domínguez, un hecho que contradice la idea de que las tecnologías engullen la actividad de los más pequeños. Los niños leen más que nunca y el papel sigue siendo el soporte predominante.

Como cabría suponer, los altísimos datos de lectura se traducen en un formidable éxito de facturación. Según los datos del Comercio Interior del Libro en España de 2020, la facturación en Literatura Infantil y Juvenil creció un extraordinario 17,6 % con respecto a 2019, hasta alcanzar los 367,08 millones de euros. Pablo Cruz, director de Anaya Infantil y Juvenil, asegura que las obras literarias para los más pequeños son “las que más peso tienen en cuanto a ejemplares vendidos”. El editor, que además dirige la revista Babar, especializada en literatura para niños y adolescentes, reconoce que “2021 fue especialmente bueno en ventas y este año parece que la tendencia es similar. El mercado editorial en España va creciendo un 15% respecto al mismo periodo de 2021”.

“Uno de los hitos más relevantes en la industria es la aparición de plataformas como Netflix o Disney Plus”. Pablo Cruz, director de Anaya Infantil y Juvenil

La cifra que calcula Jesús Félix Sacristán acerca de las ventas de LIJ sobre el total de ingresos en su sello también se acerca al 15 %. El editor de la colección infantil de Nórdica está al frente de una infraestructura mucho más modesta, pero “entre 2020 y 2021 obtuvimos un crecimiento de un 30 % en las ventas”. El libro Jefferson, del escritor francés Jean-Claude Mourlevat, que ganó el premio Astrid Lindgren, “considerado el Nobel de la LIJ”, ha vendido unos 3.500 ejemplares. La tirada media de Nórdica Infantil, que publica siete títulos al año, es de 2.500 ejemplares de cada volumen en castellano y 1.000 en catalán.

Un producto comercial

Por su parte, Anaya publica entre 100 y 110 novedades anualmente. Cruz considera que “la tirada media está cerca de los 3.000 ejemplares en España aunque, obviamente, esta cifra se supera cuando se trata de apuestas muy comerciales”. Es el caso de Los tipos malos, una película basada en la serie de libros de Aaron Blabey publicada por Anaya bajo el título Animalotes. Cruz considera que “uno de los hitos” más relevantes en la industria editorial es la “aparición de las plataformas de streaming (Netflix, HBO, Amazon Prime o Disney Plus), que han contribuido a crear algunos fenómenos editoriales al convertir libros en películas o series”.

“Solo hay que saber un poco de historia de nuestro país para entender lo revolucionario que es este éxito”. Care Santos, autora de LIJ

Efectivamente, las sagas “arrasan con un gran soporte comercial”, según asegura Pepe Trivez, profesor de Lengua y Literatura y redactor del estudio correspondiente a España en el Anuario Iberoamericano de la Fundación SM. Se trata de una publicación que se presenta cada dos años y establece una panorámica de la LIJ en castellano.

Las sagas tienen “origen en la ciencia ficción”, señala Trivez en referencia a Harry Potter, aunque ahora también seducen a los más pequeños. De la Cuna a la Luna, en la que se incluye Animales (Kalandraka, 2020), de Antonio Rubio y Óscar Villán, es una de las series más exitosas, si bien todos recuerdan la irrupción de Los Futbolísimos (SM) en 2013, que ya cuenta con 20 títulos. Su autor, Roberto Santiago, cree que “comercialidad y calidad pueden y deben ir de la mano”.

“Es excesivo relacionar el abandono de la lectura con los libros obligatorios del instituto”. Jesús Félix Sacristán, editor de la collección infantil de Nórdica

Respecto a los géneros, se advierte una gran presencia de álbumes ilustrados, “llegando a convertirse en un género predominante”, según Domínguez, de Kiriko. El surgimiento en España de la asociación ¡Álbum!, con una activa agenda anual de eventos, confirma esta tendencia. Nube Ocho es uno de los sellos especializados en este formato y se ocupa de la educación emocional con títulos que aluden a la xenofobia o al feminismo, sobre el que hay que destacar una proliferación de personajes LGTBI.

Temática social

El libro Un hijo (La Galera), de Alejandro Palomas, es una referencia fundamental desde 2015. Para Elia Barceló, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2020 por El efecto Frankenstein, lo más interesante que se ha hecho en los últimos años ha sido “trabajar en la equidad entre niños y niñas, formar a los lectores en el respeto a las minorías y en la conciencia ecológica”. El regreso a lo rural y la nostalgia de la era analógica son nuevas temáticas que, alejadas de la ciencia ficción imperante en décadas anteriores, se integran en los libros informativos, otro género “en auge” según Domínguez, que no se olvida del éxito del cómic “en todos sus formatos: del manga a la novela gráfica”.

“El exceso de novedades presenta dificultades a la hora de establecer criterios de calidad”. Sonia Domínguez, coordinadora del grupo Kiriko

La poesía, aunque despacio, va ganando adeptos entre el público infantil. Álbum de familia (Kalandraka), de Alejandro Pedregosa, fue reconocido con el Premio Ciudad de Orihuela 2021, el más valorado del género infantil. Además, destacan los cuentos versificados como Las pulgas que cambiaron el mundo (SM), de Vanessa Pérez-Sauquillo y Mónica Calvo. El éxito del poemario Bichopoemas y otras bestias (Kalandraka, 2019) de Leire Bilbao, Premio Kirico al mejor libro infantil publicado en castellano, abrió un camino hacia las correspondencias mitológicas. Así, el último Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil reconocía a Beatriz Giménez de Ory por Un hilo me liga a vos. Mitos y poemas, una actualización de relatos clásicos en clave de poesía.

“Solo hay que saber un poco de la historia de nuestro país para comprender lo revolucionario de este éxito”, dice Care Santos, que además de ostentar buena parte de los reconocimientos de LIJ obtuvo el Premio Nadal en 2017. Domínguez, sin embargo, considera que la sobreproducción de novedades presenta “dificultades para establecer criterios de calidad y elegir lecturas que contribuyan a la creación de nuevos lectores”.

“En la literatura infantil y juvenil, comercialidad y calidad pueden y deben ir de la mano”. Roberto Santiago, autor de LIJ

La cruz de la moneda incluye también los índices de lectura a partir de los 15 años, donde la media que proporcionaba el Barómetro desciende hasta el 64,9 %, o sea, más de 10 puntos con respecto al periodo comprendido entre los 10 y 14 años. El abandono del hábito en los adolescentes tardíos tiene que ver con una edad en que “la cantidad de alternativas de ocio es abrumadora”, dice Cruz. Además, “la publicidad para jóvenes no enseña que leer sea sexi”, tercia Barceló. ¿Y no será que las lecturas del instituto son muy aburridas?

Lecturas obligatorias

Para Sacristán, de Nórdica, es una asociación “excesiva”, pues “no creo que nadie se aleje de los ríos por tenerlos que estudiar en geografía”. Cruz opina que “es el docente quien tiene en su mano seducir a sus alumnos, bien con la elección de textos, o bien con buenas experiencias de animación lectora”. En esta línea, el autor de Los Futbolísimos es partidario de separar los conceptos ‘lectura’ y ‘obligatoriedad’, mientras que Care Santos llama a la serenidad y el optimismo: “No hay que preocuparse en exceso si los adolescentes dejan de leer. Los libros esperan su ocasión, todos los lectores lo sabemos”.