Marcela-Serrano

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Letras

'El manto' de dolor de Marcela Serrano

La escritora ha compuesto un libro desde el desgarro, con la herida todavía sangrante, con las tripas y el corazón

14 diciembre, 2020 13:24

El mantoMarcela Serrano

Alfaguara. Barcelona, 2020. 160 páginas. 17,90 €. Ebook: 8,99 €

A menudo la literatura sirve para exorcizar el dolor —el autor escribe para conjurarlo y el lector se acerca a la obra para combatirlo—, como ya dijo Aristóteles a propósito de la tragedia. El fallecimiento de un ser querido es una de las formas más severas de sufrimiento que arrostramos en la vida y por eso muchos escritores han reflejado en sus obras la conmoción que provoca cuando llega, vuelve la existencia del revés y nos obliga a replantearnos nuestra forma de estar en el mundo.

Los buenos libros sobre la pérdida suelen ser lúcidos, intensos y lacerantes, y están llenos de verdad porque plasman en primera persona unos sentimientos que cada autor enfrenta desde su sensibilidad. En este sentido, podríamos citar textos como Tiempo de vida de Marcos Giralt Torrente o También esto pasará de Milena Busquets, relatos que resultan más desgarradores cuando lo que se cuenta es la muerte de un hijo. Sirvan como ejemplo solo dos títulos: Mortal y rosa de Francisco Umbral y La hora violeta de Sergio del Molino.

En El manto, Marcela Serrano (Santiago de Chile, 1951) escribe sobre una forma de pérdida para la que no existe nombre porque es horizontal —la de la hermana que se quedó sin hermana— que, sin embargo, pulveriza a quien la vive y convierte su existencia en una agonía transitoria. No en vano, implica repensar la infancia y toda la vida compartida en igualdad (Eduardo Halfon ya trató el tema de forma magistral en Duelo, aunque él refleja la muerte cuando los hermanos son pequeños).

Serrano ha compuesto un libro desde el desgarro, con la herida todavía sangrante, con las tripas y el corazón

El libro de Marcela Serrano, de género inclasificable, está formado por un conjunto de escritos, apuntes breves, recuerdos y reflexiones que surgen como comentarios a obras que hablan del dolor que provoca el óbito. Además, no consiste en contar desde la ficción, como es habitual en la bibliografía de la autora, sino en mostrar la realidad “pura y cruda”, como ella misma afirma sin ambages. Unas veces es Freud, C. S. Lewis o Philip Roth el que suscita la glosa; otras el Diccionario Ideológico de la Lengua Española al recoger sinónimos de la palabra fin; incluso la descripción del mito de Orfeo, que va al inframundo a recuperar de la muerte a su amada Eurídice, le sirve a la chilena para meditar sobre su deseo de viajar hasta donde habitan sus difuntos.

A modo de leitmotiv, Serrano se refiere al manto que tejió la costurera Clara Sandoval y que acabó cubriendo el féretro de su hijo —Nicanor Parra—, el mismo que da título al libro y que representa el amor con el que tratamos de proteger a nuestros seres amados cuando parten hacia una eternidad que imaginamos inclemente. Para cumplir con el duelo, la narradora toca todos los temas concernidos, desde la enfermedad hasta la inhumación, pasando por el dolor, el momento del tránsito, el velatorio o el cortejo fúnebre, sin olvidar los múltiples sentimientos —soledad, nostalgia, culpabilidad, desamparo— que provoca el huracán del fenecimiento.

Serrano ha compuesto un libro desde el desgarro, con la herida todavía sangrante, con las tripas y el corazón al mismo tiempo. El resultado es una obra hermosa y lúcida sobre la pérdida en la que también hay hueco para la esperanza.