Librería-Cálamo

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Letras

Historias de librerías, lectores para todos los gustos

Libreros de toda España celebran hoy un inusual Día del Libro. Para paliar un poco la extrañeza nos cuentan anécdotas graciosas e increíbles recopiladas durante varios años sobre su más sensible y sorprendente material de trabajo: los lectores

23 julio, 2020 09:33

Todos conocemos esa famosa anécdota, convertida en chiste y lugar común, del cliente que entra en una librería dispuesto a comprar un libro indicándole al librero únicamente el color de su portada. Pues esa persona existe. Eso asegura Paco Goyanes, dueño desde hace tres décadas de la mítica librería Cálamo de Zaragoza. “Yo tengo un cliente que es cierto que todo libro que compra tiene que ser amarillo, por lo que me consta que tiene una colección fantástica de la colección Panorámica de narrativas de Anagrama”, explica entre risas mientras asegura que “en el mundo de las librerías se juntan las anécdotas propias del comercio con este mundo tan especial como el del libro donde hay peticiones de todo pelaje”.

Hoy, cuando se celebra el Día del Libro más extraño de la historia, que además ha sufrido un nuevo revés debido a los rebrotes precisamente en sus zonas más tradicionales como son Aragón y Cataluña, reunimos a varios libreros para recordar con ellos anécdotas y situaciones divertidas o increíbles como homenaje a esta profesión peculiar, donde la paciencia es casi tan importante como el conocimiento bibliográfico. De ello da fe María Vaquero, dueña de la librería cacereña TodoLibros, que durante mucho tiempo ha recopilado en pequeñas píldoras este tipo de situaciones que en muchos casos pueden ser enervantes, como en el caso de estos tres ejemplos:

Cliente: “¿Me dices a cuánto están estos libros?”.

Librera: “El precio del libro es fijo. El descuento máximo que se pude aplicar es un 5 % por ley”

Cliente: “¿Y a cuánto me los dejas si te pido los dos?

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Cliente: “Quiero una agenda pero que no sea una agenda”

Librera: Entonces quieres un cuaderno...

Cliente: No. ni una agenda ni un cuaderno, no sé si me explico”

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Cliente: “Me he comprado una estantería y quiero decorarla con libros de color blanco. Tal vez me los lea algún día, pero de momento son de decoración”

"Y así a todas horas. #SeñorDamePacienciaInfinita", escribe con humor. En historias de este estilo hurga Álvaro Manso, tercera generación de la Librería Luz y vida de Burgos, que apunta que “hay determinado cliente, que no es el habitual de las librerías, que casi se ofende de que no conozcas todos los libros que existen, y muchas veces uno fracasa al explicarle que la oferta es tan grande, tan continua y tan diferente que es lógico”. Sin embargo, incluso más que las típicas confusiones jocosas de títulos y autores, lo que más ha sorprendido al librero en estos años es justamente la compra de libros para decoración.

"Hay determinado cliente, que no es el habitual de las librerías, que casi se ofende de que no conozcas todos los libros que existen", asegura Álvaro Manso

“Hubo un tiempo en que la gente quería tener una estantería de libros buena porque eso significaba un estatus y por eso los libros mejor encuadernados tenían mejores ventas independientemente de su contenido. Esto que nos tomábamos a risa los libreros ha ocurrido verdaderamente y era un poco triste, porque nunca los abrían”, relata. “A mí clientes me han llegado a pedir libros porque eran bonitos por fuera. Ha pasado con las colecciones, el típico ejemplo de enciclopedias como la Espasa, que ahora aparecen en páginas de compraventa en internet con el plástico aún puesto”.

Entre el absurdo y el enfado

De estanterías tiene también una Goyanes, que afirma que “cíclicamente, cada dos o tres años, aparece alguien que quiere comprarlas estanterías de la librería, así que ya nos lo tomamos como algo normal”, bromea. “Pero de lo más extraño que me ha pasado, y que todavía no acabamos de entender, fue el caso un señor que vino a pedirnos el rosario del Papa. Él no se pudo explicar mejor y la cosa quedó en nada”.

Pero no todas las anécdotas son graciosas o absurdas, las hay que dejan a uno con mal cuerpo e incluso con cierto enfado. “Otra que me pareció el colmo fue cuando hace unos años, en el momento álgido de la crisis catalana, un cliente vino, compró un libro y me dijo ‘¿dónde está hecho este libro’. ‘En Barcelona’, le contesté. ‘¡Pues no lo quiero!’, exclamó enfadado. Entonces le dije que más del 60 % de mis libros estaban impresos en Barcelona, así que tendría que fijarse bien al buscar otra cosa”.

Presentación de Marta Sanz esta misma semana en Letras Corsarias

Sin embargo, el temor más grande de un librero reside en aquello que es también su mayor pasión, el recomendar libros. Si bien todos te dicen que el intercambio y la charla con el cliente es lo mejor de su trabajo —algunos hacen labores auténticamente detectivescas como Manso, que llega a repasar programas de radio donde un cliente afirma haber oído cierta recomendación—, muchos se echan a temblar cuando la compra es un regalo para un amigo o familiar. Es el caso de Rafael Arias, librero de la salmantina Letras Corsarias que cuenta que en estos casos “siempre tratas de que te den alguna pista”.

"La respuesta más común, sin ningún rubor, es: ‘pero si lee de todo’. Con esa frase, como librero, se te cae el mundo encima", reconoce Rafael Arias

“Si te dicen algún libro o autor que les gusta lo tienes más o menos hecho, pero por lo general te dicen que no tienen ni idea”, explica. “Entonces, tratas de hacer un poco de psicología barata de librero y vas haciendo preguntas a ver si logras sonsacar algún dato. Es un auténtico interrogatorio. Y la respuesta más común, sin ningún rubor, es: ‘pero si lee de todo’. Con esa frase, como librero, se te cae el mundo encima, porque por lo general si alguien lee de todo suele significar que no tiene una particular afición...”, apunta entre risas.

Entre copas y libros

No faltan tampoco situaciones violentas con el archienemigo actual de las librerías independientes, Amazon, como esta que recopila Vaquero sobre una clienta que llega diciendo “Mira, es que me compré este libro por Am@#* y quería la segunda parte, pero no la encuentro por ningún sitio”. La librera le responde que todavía no se ha publicado, a lo que la clienta contesta muy contenta que “entonces cuando salga, ya me lo compro por Am@#*”.

Del mismo estilo es esta otra de un cliente que acude a su librería diciendo que necesita “un libro que solo venden por Am@#*”. “Pues yo no puedo hacer nada porque Am@#* no sirve a librerías...”, le responde Vaquero. A lo que el hombre, sin cortarse un pelo le responde: “Pero me lo pides y yo te lo pago. Mira, es que no me gusta comprar por internet”.

"¿Más adelante se alcanza un hilo argumental concreto o el hilo argumental es la vida de toda esa gente?", preguntan a Goyanes sobre 'Guerra y paz'

Otra historia muy propia del presente Día del libro es la que cuenta Arias, que asegura que en la ciudad existe bastante cachondeo entre los libreros con un tema en particular. “En Salamanca el Día del Libro es como un pequeño Sant Jordi. Coincide que es el día festivo de Castilla y León, los Comuneros, así que todas las librerías de la ciudad salimos a la calle y es costumbre popular y arraigada bajar a las Plaza Mayor desde bien temprano. Pero ocurre que por allí hay un par de afters, así que los primeros clientes son gente que viene de salir de fiesta...”, explica dejando en el aire, y a la imaginación del lector, las explosivas mezclas que se producen desde bien temprano.

Para el final, como premio al lector paciente, queda esta impagable historia que cuenta Goyanes, que asegura que hace poco recibieron por correo electrónico una de las mejores consultas que ha recibido en sus 30 años de profesión. “Procedo a leer”, dice el librero, que tiene la pregunta impresa para enmarcarla: “Buenos días. Me dirijo a vosotros como club de lectura más que nada y por una cuestión bien simple. He comenzado a leer Guerra y paz de Tolstói, y cuando ya llevo 50 páginas veo que todo el rato están hablando de príncipes (no sabía yo que en un país pudiese haber tanto príncipe), vizcondes y condesas, pero no se ha llegado a ningún hilo argumental propiamente dicho. La pregunta es la siguiente: ¿más adelante se alcanza un hilo argumental concreto o el hilo argumental es la vida de toda esa gente? Evidentemente podía haber consultado alguna web relacionada con el libro, pero me da miedo de que pretendiendo tan solo recabar esta información al hacer dicha consulta se me revele también algo que no debería. Gracias por adelantado”. Llevamos más de un mes pensando una contestación que esté al nivel de la pregunta”, sonríe el librero.

Un sector agradecido

Más allá de todos estos avatares amables de la profesión, los libreros quieren dejar constancia del compromiso y el apoyo que han sentido estos últimos meses. “Los libreros estamos acostumbrados a vadear crisis y a que nunca haya sido fácil. Somo la resistencia. Pero podemos serlo gracias al apoyo, a la comunidad, que se ha reflejado en ventas, comentarios, correos electrónicos... todo eso te hace saber que el cliente, el lector, está ahí”.

Del mismo modo se expresa Goyanes, que apunta que “la respuesta de la gente ha sido extraordinaria. Mayo y junio han sido dos meses de venta espectaculares. La gente valora mucho el trabajo que hacemos los libreros y ha vuelto a la librería con muchísimas ganas, una actitud muy esperanzadora”.

“Una de las cosas por las que esta profesión es un privilegio es por el tipo de clientes que tenemos”, destaca Manso, que refrenda que “durante el confinamiento recibimos muchos mensajes y la respuesta cuando hemos podido abrir ha sido excelente, la gente ha echado el resto, ha hecho frente al miedo y ha demostrado que somos tiendas con una relación más profunda que la comercial”.