El Cultural

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Letras

Querido hijo

Carlos Fresneda recuerda a su hijo fallecido Alby, que fue atropellado por un tren mientras hacía graffitis en Londres

26 noviembre, 2019 14:42

Carlos Fresneda

La Esfera. Madrid, 2019. 279 páginas. 19,90 € . Ebook: 8,54 €

Conmovedor y terrible, Querido hijo es uno de esos libros que duelen desde la portada, desde ese subtítulo que proclama que estamos ante la Carta de amor incondicional a Alby, que se nos fue demasiado pronto. Pues de eso se trata, de la incredulidad, de la aflicción de unos padres huérfilos tras la muerte accidental de Alby. Alby, Alberto, de apenas diecinueve años, era el hijo mediano del periodista Carlos Fresneda (Madrid, 1963) y una noche sin luna fue atropellado por un tren junto con dos amigos, mientras hacía graffitis en las vías de una de las estaciones de metro más frecuentadas de Londres. Los tres murieron en el acto, aunque sus cuerpos no fueron descubiertos hasta el día siguiente. Un cuarto grafitero, mayor y más experimentado, sobrevivió para desaparecer hasta después del juicio por miedo a las consecuencias legales de aquella travesura mortal, perseguidísima por la policía de tráfico urbano. Es la única nota amarga de unas páginas que rezuman amor y admiración hacia un muchacho que apuró la vida con más ansia, imaginación, talento y creatividad que muchos veteranos que cuadruplicaban su edad.

En la estela de La hora violeta de Sergio del Molino; de Noches azules, de Didion; de Paula, de Isabel Allende, pero, sobre todo, del Francisco Umbral de Mortal y Rosa (“Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, mortalmente vivos, diciéndote” reza la cita con la que arranca el volumen), el libro retrata a un joven apasionado por el arte, el skate, los grafittis y la ropa de segunda mano, pero también por el fútbol (era seguidor del Everton y del Sevilla).

Conmovedor y terrible, querido hijo es uno de esos libros que duelen desde la portada

Junto a los padres de Alby, reconstruimos sus aventuras, su relación con maestros, amigos y lugares como su Nueva York natal o el Londres pre-Bréxit; acompañamos a la familia mientras indaga en sus razones y deposita las cenizas del muchacho en sus rincones más amados. También conocemos sus ambiciones y sueños truncados, pero sin caer jamás en truculencias ni en sentimentalismos desgarrados. No es necesario: este libro que le brindan sus padres, Fresneda e Isabel Navarro, justifica que tras su lectura resulte imposible visitar Londres sin buscar en paredes y vagones de metro su firma o tag, ese Trip ya inmortal.