ANGELES GONZALEZ SINDE

ANGELES GONZALEZ SINDE

Letras

Después de Kim

Hay que rendirse ante González-Sinde, que crea una historia sumamente acertada en el tono, en la voz narradora y en la autenticidad de las situaciones

15 julio, 2019 02:39

Ángeles González-Sinde Duomo. Barcelona, 2019

347 pp. 18,50 €. Ebook: 9,99 €

Una novela que habla de la pérdida de una hija, de la búsqueda de un nieto de tres años, de la tristeza más honda, de una separación, de cómo fue la vida juntos, de un drama que lejos de separar más a quienes lo sufren les acerca en sus debilidades e imperfecciones, de las emociones más intensas, de lo humano. Una historia que desnuda con tanta sencillez como transparencia, con tanta honestidad como intensidad, el recorrido emocional de sus protagonistas, al que asistimos tensos y atentos, porque queremos saber cómo ocurrió todo, mientras nos sentimos impelidos por tantos temas que surgen al ritmo de ese relato de mudanza física y emocional.

Después de Kim es esa novela, la última de la escritora y cineasta Ángeles González-Sinde (Madrid, 1965), de quien muchos recordarán El buen hijo, aunque esta es… otra historia. La de John y Geraldine, británicos los dos, él catedrático de Física, ella neuróloga, divorciados desde hace treinta años, padres de una hija de la que hace años que nada saben. Esta es la historia de cada uno, de cómo fue su primer encuentro, de cómo eran cuando vivían enfrascados en las dificultades del uno con el otro mientras perdían a Kim. De cómo se ven obligados a reencontrase para viajar juntos, desde Londres hasta Alicante, para asistir al lugar en el que se ha desatado el drama que parte sus vidas en dos: su hija apareció muerta en el jardín de su casa. Parece un caso de violencia de género, y el padre y el niño, cuya existencia desconocían, han desaparecido. De pronto se ven obligados a reconocerse ante una realidad nueva, ninguno de los dos es ya el que era, y surge el dolor, y el miedo a conocer lo que desconocían de la vida de su hija, y la culpa por no reconocer los mensajes de rebeldía que enviaba, por imponer expectativas.

Ante una historia así, tan cierta y tan acertada en el tono, en la voz narradora y en la autenticidad de las situaciones, hay que rendirse

Pero la trama no sufre el lastre de tantos temas, al contrario, fondo y forma conviven y se alimentan, la acción viene trenzada por el pasado y el presente, y se deja arropar por un estilo envolvente y sutil. El ritmo es perfecto, no decae, lo mantiene la intriga tejida sobre los descubrimientos que los padres hacen sobre su hija, y sobre ellos mismos, sobre la necesidad de aceptar que la han perdido pero deben luchar para encontrar al nieto. Resulta reconfortante el proceso y el modo de abordar tantas cuestiones sustantivas vinculadas a sus páginas: la educación, la adolescencia, la familia. Y acciones que parecen obviedades, como asumir que los hijos tienen un mundo propio, abandonarse a emociones dolorosas sin oponer resistencia, querer luchar, aceptar cambios.

Ante una historia así, tan cierta y tan acertada en el tono, en la voz narradora, en la realidad elegida y en la autenticidad de las situaciones, no diremos más: hay que rendirse.