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Letras

Manejable

23 noviembre, 2018 01:00

En una ciudad de provincias de un país mediterráneo, un día de enero del año en que miles de personas morirían meses más tarde a causa de un maremoto en la otra punta del mundo, sucedieron de manera casi simultánea y sin que nadie llegara a encontrar un vínculo entre ellos catorce incidentes de muy diversa índole que quedaron referidos de la siguiente manera: 1) la señora Doña Luisa Pérez Ausín se ahorcó con el cinto de un abrigo, 2) el joven Alberto Cifuentes prendió fuego al portal del edificio donde vivía, 3) la concejala de Cultura ofreció cocaína desde su atril al público asistente a la inauguración de la nueva biblioteca, 4) un niño se cayó por una ventana y murió, 5) el conductor de autobús Joaquín Pérez (sin relación con Doña Luisa) se saltó todas las paradas y amenazó a los pasajeros con precipitarse por un puente, 6) el dueño del Bar Manolo, esto es, Manolo Asturias, puso grapas en todas sus tapas, 7) el perro del cura perdió un ojo después de saltar sobre un cirio del altar, 8) la profesora Laura Monroy se desnudó delante de sus alumnos de 2° y les pidió que la grabaran con sus móviles, como así hicieron todos ellos, 9) el barrendero Carlos Soria se metió en un contenedor de basura por la tarde y murió por la noche cuando el camión de la basura cargó el contenedor y lo vació sobre la maquinaria dentada, 10) un edificio abandonado se desplomó en la calle Mayor, 11) el abogado Martín Rosales se subió al tejado de su casa con su hijo de año y medio en brazos y amenazó con saltar,

"Sucedieron de manera casi simultánea y sin que nadie llegara a encontrar un vínculo entre ellos catorce incidentes"

12) la cantante de orquesta Marina Luiselli se sentó en un banco del parque del Oeste con una sierra para metales y se cortó lentamente la mano izquierda, 13) dos adolescentes llamados Juan y Pepón intentaron violar en el baño de un bar a una turista japonesa y 14) el policía local Evaristo Santos detuvo cerca de la catedral a un hombre que, según anotó el propio Santos en el atestado, le pareció sospechoso al estar atándose los cordones de los zapatos por segunda vez, todo lo cual fue recogido minuciosa y muy profesionalmente por el periódico local al día siguiente, en páginas apretadas de tragedias cercanas que quizá hicieron de aquel número de la cabecera de provincias el más pertinente de su historia, mientras que sólo ocho de estas noticias tan variadas en dramatismo, delirio o comicidad llegaron a la prensa regional, que desechó por ejemplo al hombre detenido por atarse los zapatos y al barrendero Carlos Soria, descartes que también hizo la prensa nacional, que sólo recogió cuatro de las catorce noticias, dos más en todo caso que la televisión estatal, pues los informativos cubrieron exclusivamente un par de sucesos acaecidos en aquella ciudad aquel día de enero, meses antes de que miles de personas murieran a causa de un maremoto en el otro lado del mundo, siempre la del hombre que amenazó durante horas con saltar con su hijo pequeño en brazos (había imágenes en directo) y, dependiendo del telediario, o la cocaína de la concejala de Cultura o el striptease de la profesora (un intento de prevenir a los chavales contra la pornografía, se llegó a decir) o la mano amputada de la cantante Luiselli, de todo lo cual se perdió el rastro definitivamente en los días posteriores, y, quizá por compensación, ningún medio salvo los propiamente locales mencionaría siquiera en todo el año por ningún motivo a la pequeña ciudad de provincias (donde, justo es reconocerlo, nunca antes había sucedido cosa alguna digna de ser contada), mientras que, llegado el verano y el maremoto que acabó con la vida de 2.381 personas en la otra punta del planeta, la unanimidad fue instantánea y todos los telediarios abrieron con el maremoto y todas las portadas se llenaron con el maremoto, como era lógico y, gracias a Dios, mucho más manejable.