Image: Virginie Despentes: Conozco a más de cien mujeres que han sido violadas

Image: Virginie Despentes: "Conozco a más de cien mujeres que han sido violadas"

Letras

Virginie Despentes: "Conozco a más de cien mujeres que han sido violadas"

La escritora y cineasta francesa publica en España el final de la trilogía Vernon Subutex y reedita su manifiesto feminista Teoría King Kong

14 febrero, 2018 01:00

Virginie Despentes

Vernon Subutex sigue siendo ese DJ y gurú de una comuna de personajes extravagantes y marginales, capaz de subyugar a sus seguidores en sus misteriosas sesiones o "convergencias". Pero en el tercer volumen de la trilogía que lleva su nombre, escrita por la autora francesa Virginie Despentes, este personaje, cuya historia comenzó cuando perdió su vivienda, su trabajo y su estatus social, ya no es el mismo. Por el camino, como reconoce la escritora y cineasta, el protagonista ha perdido la inocencia, y el tercer volumen es un punto y final lleno de pesadumbre sobre el que planea el estado de ánimo de todo un país que se ha visto sacudido por la crisis, por el terrorismo y por el miedo. Es esta trilogía un retrato de grupo de toda una generación que hoy ronda los cincuenta años, no solo francesa, que ha visto desmoronarse sus expectativas.

Con motivo de la publicación en España de Vernon Subutex 3 (Literatura Random House), la editorial ha aprovechado para reeditar Teoría King Kong, su conocido ensayo feminista, que escribió después de que muchas mujeres, tras ver su película Fóllame, basada en su primera novela, se le acercaran para contarle que, como ella, habían sido violadas. Entre la autobiografía y el manifiesto, Despentes habla en este libro de manera cruda y provocadora de prostitución, violación y desigualdad. Un libro dedicado a "todas las excluidas del gran mercado de la buena chica".

Pregunta.- La trilogía Vernon Subutex no ha terminado de una manera muy esperanzadora que digamos. ¿Ya sabía de antemano que la historia no podía acabar bien?
Respuesta.- Sí, lo supe desde el principio. Lo que no sabía entonces es que acabaría siendo una trilogía. Cuando lo acabé ocurrieron los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y estuve dos meses intentando cambiar el final. El primer libro salió a la venta en Francia el día del atentado en Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015. Vivimos en un ámbito de ultraviolencia pero no solo del terrorismo islámico, y en América vemos constantemente matanzas masivas. Con todo esto pensé: OK, busco un final más feliz, porque ya estamos hartos de tanta mierda, pero la verdad es que no lo encontré.

P.- Esta trilogía retrata a través de personajes muy dispares a una generación desencantada. ¿Cuáles han sido los motivos principales de ese desencanto?
R.- No sé si es porque pronto cumpliré 50 años, parece que cuando llegamos a esa edad todo parece negativo y pensamos en que todos vamos a morir y que el pasado siempre fue mejor. Es mi libro de cincuentona (ríe). Pero lo cierto es que cuando regresé a París en 2010, después de tres años en Barcelona, noté una sensación de depresión colectiva. Eso me impactó. Y no solo por parte de gente en situación precaria, también lo noté en personas con buen trabajo, buena familia, sin grandes problemas. Supongo que se debe a que hemos vivido una crisis que en Francia no esperábamos. La gente de mi generación creíamos que vivíamos en un país superprivilegiado y que nunca pasaría algo así.

P.- ¿En Barcelona no notó lo mismo?
R.- En España la crisis tuvo un impacto real más fuerte pero no impactó tanto en el estado de ánimo de la gente. No sentía esa misma sensación de miedo. Ahora las cosas han cambiado, han pasado casi ocho años desde entonces.

P.- ¿Cómo ha cambiado el personaje de Vernon Subutex desde el comienzo de la trilogía?
R.- Empezó el primer libro con problemas bien reales, pierde su apartamento y su trabajo, sus amigos y toda vida social, pero era más inocente y tenía más sentido del humor que en la tercera parte, algo que lo hacía más atractivo.

P.- Hay una conversación en el libro en la que Charles y Kiko hablan de la guerra de la clase alta contra las bajas y que gracias a la automatización la clase alta acabará eliminando a la clase baja, incluso físicamente. ¿Cree que hay algo de cierto en eso?
R.- Me encanta entrar en la cabeza de Kiko porque me da la oportunidad de decir cosas superatroces, eso es muy agradable para un escritor. Pero es cierto que noto cada vez más la violencia, la brutalidad con la que los más ricos en los últimos años van a por los pobres. El tratamiento de los inmigrantes en Francia me sorprende, la verdad. Tenemos unas estructuras que nos permitirían hacerlo de manera muy distinta. Es una elección tratar el asunto de esta manera ultrabrutal, es una guerra abierta contra los que no tienen nada. Nos enfrentamos contra policías que tienen órdenes de quitarles las mantas a la gente que duerme en la calle a siete grados bajo cero. Esto sería impensable hace diez años.

P.- En Teoría King Kong dice que el feminismo cuando usted tenía 20 años era "poco punk" y tenía "demasiada buena voluntad". ¿Cómo ha evolucionado desde entonces?
R.- En primer lugar, yo he evolucionado un montón, ya no soy joven y no opino igual, pero puedo entender a las chicas jóvenes que hoy no se interesan por el feminismo. Por otra parte, el feminismo ha evolucionado mucho, han surgido nuevos textos y nuevos enfoques, y en los últimos años se ha propagado a través de Internet. Nadie puede decir que el feminismo esté muerto. Cuando publiqué el libro, la editorial francesa pensaba que sería un fracaso, que no le interesaría a nadie. A mi editor le parecía que si poníamos la palabra "feminismo" en la portada no venderíamos ni un libro, pero se equivocó.

P.- ¿Echa en falta un mayor compromiso por parte de los hombres en la causa feminista?
R.- No creo necesario que se sumen, pero sí que empiecen a reflexionar sobre las prácticas que parecen normales a los hombres. Sobre problemas de comportamiento que muchos no reconocen, sobre su propia sexualidad. Algo que realmente me llama la atención es que conozco a docenas y docenas de mujeres que me han contado que han sido violadas. Más de cien. Pero no conozco a ningún hombre que haya reconocido ser un violador. No se dan cuenta de que lo son. Necesitamos una mayor educación en este asunto, que alguien vaya a los institutos y hable con los chicos de 15 años de este tema.

P.- ¿Los casos que conoce se dan en todo tipo de ambientes y niveles culturales y económicos?
R.- Mi primera novela [Fóllame] empezaba con una violación y fue entonces cuando empecé a oír estas confesiones, y me sorprendió mucho que eran chicas de todo tipo de carácter, ámbito y situación. Teoría King Kong nace de ahí, de darme cuenta de que era muy común para una chica haber sufrido una violación, mucho más de lo que podría imaginar.

P.- ¿Cree que la igualdad de género está cada vez más cerca, al menos en países como Francia o España?
R.- La veo posible, pero no cerca. Aún estamos muy lejos, y se nota especialmente en la diferencia salarial con respecto a los hombres. Yo lo noto cuando hago una película.

P.- El feminismo actualmente está muy ligado al anticapitalismo. ¿Se puede defender lo primero sin comulgar con lo segundo?
R.- Sí, por lo menos en Francia hay un montón de jefas de empresas que son totalmente feministas pero están plenamente integradas en el sistema laboral capitalista. Simplemente no quieren encargarse ellas solas de la casa, de los viejos, de los niños, no quieren ser pisoteadas sin poder protestar. Es verdad que los movimientos anticapitalistas han abordado muy bien el feminismo, pero en Francia hay, por ejemplo, un movimiento importante de católicas feministas.

P.- Uno de los personajes del libro, Dopalet, opina que el libertinaje que era emblema nacional de Francia corre peligro por el puritanismo feminista. ¿Es una opinión extendida en Francia?
R.- Se oye. No la comparto, pero se oye. Este personaje viene del ámbito del cine, que es muy particular, como se desprende de todos los casos de acoso que estamos viendo ahora, en el que se ve como normal que hombres de 70 años desnuden a chicas de 18 como si eso fuera parte del arte. Esto que dice Dopalet es un punto de vista muy francés, hay una nostalgia de un libertinaje que siempre ha sido conducido por hombres de poder. El día en que todos y todas estemos incluidas será otra cosa.

P.- Este Dopalet también es antisemita. Al principio se reprime pero luego da rienda suelta a sus opiniones cargadas de odio contra los judíos. ¿Es un fenómeno creciente en Francia?
R.- Tengo la sensación de que estas cuestiones que eran tabú después de la guerra, como el antisemitismo y el racismo, están regresando con nuevas formas, y no solo en Francia, sino en toda Europa. Pronto la Segunda Guerra Mundial tendrá cien años y la olvidaremos. Tuvimos un momento de "nunca más", pero ese "nunca más" se acabó.

P.- ¿Y el islam? ¿Se ha vuelto más difícil defenderlo desde los atentados de 2015?
R.- Desde luego los atentados no han jugado en su favor. Pero ya era difícil especialmente desde la elección de Sarkozy, que incorporó en su gobierno gente de extrema derecha. Esto antes era impensable, la extrema derecha pura no podía jamás entrar en el gobierno. En Francia no hay tantos musulmanes fundamentalistas, pero tratamos el problema como si estuviéramos en Turquía.

P.- ¿Pero ve comprensible que una parte de la población se deje seducir por la islamofobia?
R.- Creo que ser pobre genera rabia, seas musulmán o católico. Esto pasa en los barrios pobres de la periferia, pero veo también barrios que tienen una situación económica mejor y en ellos la convivencia con los musulmanes es muy fácil. En cuanto inyectas un poco de dinero en un sitio desaparece la rabia interracial. Los católicos franceses y los musulmanes del Norte de África estamos acostumbrados a convivir desde hace 200 años.

P.- Los personajes de Vernon Subutex pasan de la normalidad a la marginalidad, en cambio usted pasó de los márgenes a ser una escritora respetada y exitosa. ¿Diría que usted hizo el camino inverso? ¿Cómo lleva ese cambio de estatus?
R.- Es cierto. Lo llevo muy bien porque es muy agradable. Aunque el hecho de escribir, incluso aunque tengas éxito, supone estar siempre un poco en el margen, porque tienes que encerrarte durante mucho tiempo. Este tipo de trabajo hace que no puedas exponerte como una estrella de cine. No siento que mi vida ahora sea radicalmente diferente a como era antes.

@FDQuijano