Image: J. J. Benítez: El mito del Che ya ha durado demasiado

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Letras

J. J. Benítez: "El mito del Che ya ha durado demasiado"

20 septiembre, 2017 02:00

J. J. Benítez

El escritor y periodista publica "Tengo a papá" (Planeta), un libro donde describe, a través de los diarios de muchos implicados, la oculta realidad de las últimas horas del Che Guevara.

Ríos de tinta han corrido, y correrán aún, sobre la figura del Che Guevara y sobre su oscura muerte en la selva boliviana hace ahora 50 años. No en vano, el revolucionario antiimperialista se ha convertido en un mito pop incontestable de ese Occidente capitalista al que combatía, y que reduce su mensaje a una camiseta o una chapa. Es precisamente esa condición de mito la que se tambalea en el nuevo libro del escritor y periodista J. J. Benítez (Pamplona, 1946) "Tengo a papá". Las últimas horas del Che (Planeta), donde reconstruye, a través de los diarios de compañeros guerrilleros, de militares bolivianos y de un exagente de la CIA presente en su ejecución; los últimos y delirantes meses del argentino en la selva boliviana. El Che Guevara que presenta el objetivo relato de Benítez era un hombre "irracional, testarudo, violento y sanguinario, aunque muy culto y definitivamente desequilibrado", explica el escritor, que se limita a recoger los testimonios de testigos y participantes en los hechos narrados. "Yo sabía de él lo que había leído, lo que decían los periódicos, pero el personaje me parecía un poco incomprensible. Tras mucho investigar quiero contar realmente qué sucedió y quién era este señor, que no tiene nada que ver ni remotamente con todo lo que nos han contado".

Pregunta.- El libro desmitifica muchas verdades, para empezar el carácter de la persona tras el personaje. ¿Quién era el Che, un revolucionario convencido, un mesías fanático, un loco sanguinario...?
Respuesta.- Al final lo que importa de las personas son los hechos y no los pensamientos. Este señor disfrutaba fusilando a la gente, era un desequilibrado mental. Quería hacer algo impensable como convertir América Latina en Vietnam a sangre y fuego. Es un personaje diabólico que se ha mitificado no sé por qué razón, quizá por intereses y por su propia muerte. Pero cuando escarbas y empiezas a darte cuenta de quién es el personaje, qué hizo y por qué lo hizo, te das cuenta de que no estaba en sus cabales y el mito, para mí se cayó.

P.- ¿El hecho de que haya trascendido como un mito es una maniobra totalmente interesada?
R.- Sí, sobre todo orquestada por parte de Cuba, precisamente por la gente que lo mató, Fidel Castro, que fue el que lo condujo a la muerte porque le sobraba y no quería saber nada de él. Pero también contribuyó mucho la visión de Occidente. Cuando lo matan, se dijo que murió en nombre de la libertad, fue llamado el Cristo rojo. Después vino la Revolución del 68 y se levantó una imagen de él que no se corresponde para nada con la realidad ni de su pensamiento ni de su vida. Fue construir un mito de humo, una visión interesada en la que la izquierda internacional se encargó de echar más leña al fuego.

P.- Se confirma en estas páginas la traición de Fidel Castro y del mundo comunista, ¿por qué se produjo?
R.- En Cuba sobraba el Che, no podía haber dos cabezas. El Che además tenía unas tendencias maoístas, muy distintas del comunismo prosoviético de Fidel, y eso molestaba mucho. Hubo un punto de inflexión en un famoso discurso que pronuncia en Argel en 1965 contra el imperialismo, que se convierte en un discurso incendiario contra los rusos. A partir de ahí Moscú presionó a Cuba para que apartara al Che si quería seguir siendo subvencionada por la URSS. Por eso el Che emprendió el fallido viaje al Congo y después a Bolivia, un sitio donde Fidel sabía que iba a morir, porque lo abandonó en una selva hostil prácticamente incomunicado e incluso le dio mapas mal elaborados.

P.- ¿Era el Che incapaz de ver todo esto, no lo sabía, o simplemente asumió su muerte, su sacrificio por la causa?
R.- Creo que él estaba muy decepcionado también, veía que en Cuba no había nada que hacer. Entonces prefirió irse a Bolivia sabiendo ya desde el primer día que aquello no funcionaba, porque no tenían armas ni provisiones y los campesinos y comunistas bolivianos les dieron la espalda. Los propios guerrilleros se lo dijeron, pero creo que ahí entró en juego el desaforado orgullo de este señor. "Yo soy el Che y esto lo arreglo yo".

P.- Entonces es capturado por el ejército boliviano, ¿quizás ahí empieza a intuir o aceptar la traición?
R.-Al final él lo sabía perfectamente. En algún momento supo que aquello no iba bien, pero no podía decir me ha traicionado Castro. Cuando lo capturan conservaba alguna chispa de esperanza de que no lo mataran. De hecho, comenta que "vale más vivo que muerto". Pero cuando entraron a fusilarlo sí que se derrumbó. No dijo nada, se quedó callado e intentó levantar el puño, pero recibió la primera ráfaga, a las piernas. Y ya en el suelo, la segunda al pecho. Hasta el final él sostenía la esperanza de seguir con vida.

Militares bolivianos junto al cadáver del Che

P.-¿Por qué el ejército boliviano dio la orden de matarlo?
R.- Como digo, pensó que no lo iban a matar. Le dijeron que no se preocupara, que iba a tener un juicio. Pero finalmente el Estado Mayor boliviano decide que no le interesa, porque si sometieran a juicio al Che Guevara la opinión pública mundial se les echaría encima. ¿Solución? Mátenlo. Todo se hizo rápido y en secreto, e incluso a día de hoy se sigue mintiendo, porque el cadáver del Che no está en Cuba sino repartido en cuatro partes en un cuartel boliviano. La solución sería que Cuba analizase el ADN de los supuestos restos de Santa Clara, pero seguramente ni digan la verdad. Los militares bolivianos tendrían que aclararlo y desclasificar los papeles, pero eso podría crear un conflicto diplomático entre Bolivia y Cuba, que ahora están muy próximos.

P.- Los bolivianos también mintieron entonces, porque dijeron que había muerto en combate, como un héroe, ¿por qué lo hicieron?
R.- Precisamente esa mentira contribuyó a crear el mito de mártir de la libertad. Bolivia intentaba exculparse del fusilamiento, porque se les fue todo de las manos. Los militares sabían perfectamente que no era legal, que tú no puedes matar a nadie sin un juicio previo, pero se dieron cuenta de que un juicio significaba tener a todo el mundo encima. ¿Se precipitaron? Supongo que sí, aunque estuvieron cinco horas hablándolo los tres generales. Además consideraron que era un triunfo contra Castro, muy importante en aquel momento.

P.- El agente de la CIA asegura que Estados Unidos lo quería vivo, algo que convenía a Bolivia ¿Aún así por qué se ordenó y permitió su muerte?
R.- Tampoco es muy fiable la versión de la CIA. No puedes creerles porque son unos mentirosos patológicos. Quizá ahora digan esto para quedar bien, porque ya da igual. Pero probablemente si lo hubiera capturado la CIA, que no tenía medios para sacarlo de donde estaba, en medio de la selva, rodeado de soldados bolivianos, hubiera sido casi peor que ser fusilado. De todas formas no me fío de que quisieran realmente salvarlo, a lo mejor sí, a lo mejor no. La realidad es que el ejército boliviano lo mandó matar tras una reunión de cinco horas del Estado Mayor.

P.- Los diarios despejan más misterios de la época sobre los que el Che explica cosas, como el asesinato de Kennedy o qué ocurrió en la Crisis de los misiles, ¿cuánto nos falta por saber?
R.- Hay muchas cosas de las que no tenemos ni idea, y quién sabe cuándo se sabrán, si se saben algún día. Por ejemplo, en lo de Kennedy, es posible que tarde mucho en desvelarse la verdad. Ahora se está celebrando el aniversario de la muerte de Diana de Gales y muy pocos dicen la verdad, que seguramente autorizó el asesinato la propia Reina de Inglaterra y el MI5 preparó todo. Yo me inclino por la versión del Che sobre el asesinato de Kennedy, que asegura que lo mataron militantes anticastristas que nunca le perdonaron al presidente lo de la Bahía de Cochinos y su acercamiento al régimen castrista. Ni Oswald, ni la mafia, ni nadie más que los anticastristas de Miami.

P.- Volviendo al Che, ¿cómo considera que esta historia puede afectar a la figura del Che, es posible erosionar o minar el mito?
R.- Creo que la persona que lea este libro con objetividad, sin fanatismos, reconocerá que hubo cosas muy raras, y que su figura real no corresponde a la idea general que hubo en Occidente de que era un libertador. Eso no es cierto. Era un tipo que se tumbaba en el muro de la prisión de la que era director a fumarse un gran puro mientras fusilaban a la gente; un cínico que consolaba a los familiares de los presos que habían sido fusilados la noche anterior con promesas de liberarlos. Ese era el Che, que en la actualidad es un mito que ya ha durado demasiado. Y mi intención es contribuir como periodista a desmitificar su figura y a descubrir todas las mentiras que lo rodean, aunque sea peligroso, porque hay gente que no me perdonará, como Cuba, donde es un ídolo nacional.