Letras

Manuel Hidalgo se encierra en el baño

22 mayo, 2017 02:00

Manuel Hidalgo

El escritor y crítico publica el ensayo El lugar de uno mismo (Alianza editorial), una inédita exploración del cuarto de baño desde el punto de vista cultural, histórico, sociológico y memorialístico.

A lo largo de nuestra vida pasamos una media de tres años entre las paredes de un cuarto de baño, ¿no ofrece, pues, el cuarto de baño material interesante para nuestra hipotética autobiografía? Esta pregunta se hace el escritor, periodista y crítico Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953), que en el ensayo El lugar de uno mismo (Alianza editorial) afronta de forma integral, descriptiva e interpretativa todo cuanto hay o puede suceder, la ingente cantidad de situaciones que ocurren en el cuarto de baño, sin ahorrarse los apartados médico, escatológico o sexual. Hidalgo integra en el libro el relato memorialístico de experiencias personales e ilustra además, con citas más o menos extensas, cómo el arte y la cultura han mostrado y hablado del cuarto de baño. En definitiva, esta inédita exploración del baño desde el punto de vista cultural, histórico y sociológico tiene por fin "mostrar y demostrar que la importancia del cuarto de baño en nuestra vida va más allá de lo que solemos imaginar".

Pregunta.- ¿Cómo surge la idea de escribir un libro así, de explorar el cuarto de baño desde todos los rincones personales y sociales?
Respuesta.- Hace dos o tres años caí en la cuenta de que el cuarto de baño era un espacio de gran importancia en nuestras vidas. Entonces se me ocurrió abordar este libro sobre la base de esa importancia, que va más allá de las primeras ideas que nos vienen a la cabeza al mencionarlo, como lugar para nuestras necesidades fisiológicas y nuestro aseo. En realidad es mucho más, y justamente he tratado de consignar, interpretar, filosofar y documentar todo eso que es mucho más que fisiología y aseo. Aunque quizá la idea remota que ha germinado finalmente, puede que venga de cuando vi la película El anacoreta, dirigida por Juan Esterlich, donde el protagonista, interpretado por Fernán Gómez, decide volver la espalda a todo el mundo encerrándose a vivir en su cuarto de baño. Esa idea tan literal, tan mayúscula, de poder vivir de forma autónoma y de espaldas a todo en el cuarto de baño, es la semilla remota de este libro.

P.- Aludiendo al título, ¿es el cuarto de baño uno de los pocos "lugares para uno mismo" que nos quedan a día de hoy?
R.- Eso está claro. El cuarto de baño es un espacio para uno mismo, para estar solo, donde tenemos privacidad e intimidad. Nadie nos molesta porque es el lugar por excelencia vetado a los demás, y por esa cantidad de cosas que pueden suceder en él. Por ejemplo, es muchas veces el lugar de las emociones, donde nos retiramos a desahogarnos, un espacio de emociones privadas. O también es el lugar de uno mismo ante el espejo, que tiene gran importancia, porque es donde nos hacemos cargo de nuestro aspecto, donde asumimos visualmente lo que es nuestro cuerpo y nuestro estado de ánimo a través de nuestra cara, de nuestros rasgos.

P.- En este sentido, se refiere al baño como un camerino donde nos retocamos y preparamos para la vida, ¿somos todos actores?
R.- En cierto sentido, sí. De algún modo todos representamos un personaje ante aquellos que esperan cosas de nosotros. Todos tenemos una identidad social, más allá de nuestro yo interior, que construimos y preparamos frente al espejo. Por eso digo que el cuarto de baño es nuestro camerino que utilizamos como actores para representar nuestro papel en la vida diaria. Allí nos vestimos, peinamos, maquillamos, nos ponemos a punto para la representación de ese día.

P.- También profundiza en el aspecto íntimo y educativo, ¿qué papel juega el cuarto de baño en nuestra formación?
R.- Arranco el libro haciendo notar esto, sí, algo que forma parte de esa veta memorialística que tiene el libro. Hablo en primera persona de recuerdos sucedidos en el cuarto de baño, en lo que sería algo así como mis memorias de cuarto de baño. En ellas cuento el recuerdo que tengo de niño de ver a mi padre y mi abuelo afeitándose, que es ejemplo de ese carácter formativo del cuarto de baño. El niño al ver a su padre que se afeita aprende algo sobre el ser adulto, sobre los rituales de la vida cotidiana que luego irá abordando como adulto. Y aprende muchas cosas de un estilo de vivir que incluye aspectos de educación y civilización, porque el cuarto de baño es una gran y compleja y variada conquista de la civilización, más allá de lo que podemos pensar a primera vista.

P.- Trata temas escatológicos y sexuales, no teme herir la sensibilidad de algún lector susceptible?
R.- Bueno, la esencia del libro es hablar de todo. Esos son dos apartados entre muchísimos más. Es un libro para caer en la cuenta, para hacerse cargo de cosas que ya sabemos pero en las que no reparamos. El libro trata de todo lo que he sido capaz de nombrar que sucede en el cuarto de baño a todo el mundo. El sexo entra en este apartado. En cuanto al sexo, el cuarto de baño es el lugar del aprendizaje a través de la masturbación del niño y el adolescente, que se da cuenta del placer que su cuerpo le reporta y se inicia en la forma personal u onanista de la sexualidad. Y más adelante, puede ser escenario de las relaciones sexuales... Habrá algún lector que pueda sentirse nerviosos o contrariado con estos temas, de los que además hablo con un lenguaje clarísimo pero sin ordinarieces, cursilerías ni eufemismos excesivos, aunque el cuarto de baño sea un creador nato de eufemismos, porque está claro que el escenario del cuarto de baño es un escenario lleno de pudor o incluso de vergüenza.

P.- Todos los puntos que comenta (enfermedades, actuaciones, funciones fisiológicas...) son comunes a todos nosotros, pero no son algo de lo que hablar en sociedad. ¿Por qué: educación, pudor, buen gusto...?
R.- No lo sé, y diré con franqueza que no tengo claro si son temas que se deban tratar más abiertamente, de forma social o coloquial en la conversación. A nuestras parejas, familiares o amigos íntimos a veces les comentamos algo que nos sucede o que guarda relación con nuestras actividades en el cuarto de baño, pero más allá tampoco vamos dando voces. Es evidente a lo largo de la historia que esa habitación y lo que en ella se hace ha fraguado en una intimidad y un pudor de uno mismo que no interesa a los demás. Y es que quizá no interesa precisamente por eso, por ser muy común, ¿qué le vas a contar a alguien que ya no sepa? Además, ocurre que en el cuarto de baño somos conscientes de eso que se llama en lenguaje coloquial "nuestras miserias humanas". Hay un lado de nuestra dimensión como especie animal, mísero y frágil, que a mucha gente que prefiere el lado racional no le es grato reconocer, es algo atávico que viene de mucho tiempo atrás.

P.- Habla de los baños de su infancia y de su paulatina y radical evolución, ¿qué nos muestra sobre nosotros como sociedad?
R.- Nos muestra muchísimas cosas desde el punto de vista de lo civilizatorio, como es disponer de un lugar íntimo para atender nuestra salud. Hablo mucho del cuarto de baño como pequeña enfermería o ambulatorio y también para el aseo, para tener un aspecto digno para la vida social. Está claro que es un lugar fundamental y hay que caer en la cuenta de que el cuarto de baño tal y como lo tenemos hoy en los países desarrollados (hay 3000 millones de personas que no disponen de nuestro tipo de cuarto de baño) es un invento muy reciente, una conquista, como cosa generalizada, de la segunda mitad del siglo XX. Muchos de nuestros abuelos y padres, especialmente en el ámbito rural, no dispusieron de un cuarto de baño como el actual, lo que nos dice mucho del desarrollo económico y tecnológico y de toda esa creación cultural y utilitaria que disfrutamos en todos los ámbitos. La propia evolución y el diseño del mobiliario del cuarto de baño, nos está hablando de progreso, progreso económico y civilizatorio. A la vez nos habla de clases sociales, pues un cuarto de baño da noticia del nivel económico y cultural de su propietario. Un cuarto de baño dice muchísimo de nuestro mundo y también de las personas.

P.- Constantemente desliza referencias cinematográficas, artísticas y literarias, incluso les concede el poder de cambiar los habitos sociales sobre el baño. ¿Es tanta la influencia de la cultura?
R.- Uno de los aspectos del libro se basa en ilustrar con citas cómo el arte y la cultura han mostrado y hablado del cuarto de baño. Al ir repasando situaciones me vienen a la memoria películas, novelas o cuadros que saco a colación para ejemplificar cómo el arte ha enfocado y enfoca el cuarto de baño y cómo lo representa y lo refleja. Sobre la influencia, creo que en concreto el cine, o casi en exclusiva, sí tiene influencia sobre nuestro comportamiento en el cuarto de baño, y sobre todo nuestro comportamiento en general. El cine a veces va por delante de nuestro modo de comportarnos, vemos en las películas gente que hace cosas que no habíamos hecho antes y que queremos imitar. Esto es claro por ejemplo, en el aspecto del sexo, muy tratado en el cine tanto blanco como erótico, lo que provoca que muchas personas se sientan desazonadas o nerviosas por no hacer eso que ven o que directamente lo imiten.