Image: El último de la estirpe

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Letras

El último de la estirpe

Fleur Jaeggy

11 marzo, 2016 01:00

Fleur Jaeggy. Foto: ATS

Traducción de Beatriz de Moura. Tusquets. Barcelona, 2016. 192 páginas, 17€

La moderna gastronomía ha sustituido el motivo por el que preparamos los alimentos -satisfacer el apetito del comensal- por el halago del paladar con inéditos sabores creados gracias a la imaginación culinaria. Una propuesta semejante a la hecha por los literatos modernistas y vanguardistas para quienes el ingrediente básico de la literatura, la vida, permanecía velada, prendida al verbo, al color, a los sonidos y a la distribución de las palabras en el texto. La laureada Fleur Jaeggy (Zúrich, 1940), una escritora suiza que escribe en italiano, es un epígono de esta literatura de autor, y su talento se manifiesta ya en el empleo de la lengua, en su sintaxis, que corta la realidad subyacente al texto con la destreza de un escultor abstracto, relacionando aspectos de la vida distanciados.

Sus frases breves, ricas en resonancias culturales, aparecen en los relatos de El último de la estirpe colmadas de expresividad. "Contaban chistes. Reían feroces. Basia abrió la ventana para echar fuera la risa. Apenas avistamos Auschwitz, asumieron en el acto el aire de circunstancias. El duelo desparramado en sus rostros" (p. 152). La risa y la posterior seriedad de los visitantes del campo de concentración establecen un contraste inesperado, y el disgusto del narrador se manifiesta al abrir la ventana para que salga el ruido ofensivo. Estupenda secuencia que no necesita mayores explicaciones. Se evita mencionar el agravio, pero se ofrecen cortes que lo sugieren.

Así funciona el lenguaje de Jaeggy. Traducirlo es un arte, y Beatriz de Moura lo hace con destreza. El primer narrador en representar la realidad con este tipo de escritura fue la norteamericana Djuna Barnes (1892-1982), quien en los comienzos de la carrera publicó una serie de retratos de gentes de Brooklyn absolutamente geniales, por su riqueza y novedad verbal. Jaeggy sigue la misma senda representando la realidad en estados sorprendentes. Casi todos sus relatos resultan bien cuajados, aunque en algunos el experimento verbal impide que entendamos la realidad representada, y las percepciones evocadas se inmolan en un texto bello, si bien inútil. La escritora, obsesionada artísticamente por decir más de cuanto la mera observación de la realidad sugiere, desdeña cualquier concesión y mantiene a lo largo del libro un tenaz pulso con la innovación narrativa, consiguiendo en muchos momentos que su radical propuesta, como la de Barnes, vaya más allá de la riqueza léxica.

Me refiero a que abandona el punto de vista fijo, la perspectiva narrativa convencional, por una que quiere mezclar, poner a las palabras y a los personajes en contactos asimétricos, con su entorno, con la tierra, con sus sentimientos. Hay corazón en el texto, pero mucha razón en la forma que se confiere al argumento. Casi todos sus personajes padecen una depresión, sus conductas resultarán inexplicables si los medimos con la razón. Como dije, hay cuentos estupendos, el titular, "El último de la estirpe", sobre un heredero; "Gato", sobre la escritura; "La elección perfecta", que relata un suicidio, y varios otros.

Mis favoritos son "La heredera" y "F.K.". Ambos poseen esa cualidad de los grandes relatos, donde el texto en vez de sorprendernos con un final inesperado evoca una realidad paralela a la palpable; Julio Cortázar fue un maestro de este tipo de cuentos. "La heredera" narra la muerte de una soltera adinerada en el incendio de su casa, donde vivía acompañada de una niña, Hannelore, de diez años, a la que había recogido de la calle, y designado como su heredera. La muchacha se deja querer, si bien deseaba "la destrucción de aquella mujer que quería su bien" (pág. 77). Todo el mundo cree que siempre hay una razón, una explicación para estos sentimientos torcidos, pero no es así. Hanne ve abrasarse a su protectora sin que le produzca sentimientos de culpa. En "F.K.", una enferma mental, esquizofrénica, según le dice su tutora legal a la amiga que la busca para visitarla y escucharla tocar el piano. Le explica también que la tienen encerrada porque puede ser un peligro para sí misma y para los demás. Ella querría irse de este mundo, pero la sociedad le impone que viva en armonía, bien cuidada, encerrada en un manicomio.

@GGullon