Letras

Informe del interior

Paul Auster

10 enero, 2014 01:00

Paul Auster

Traducción de Benito Gómez de Ibáñez. Anagrama. Barcelona, 2013. 328 páginas, 18,90 euros

Creo -diría que estoy seguro- haber leído en alguna entrevista a Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1947) que le resultaba cada vez más complicado encontrar historias y argumentos para sus próximas novelas. Comprensible, no debe resultar fácil mantener el nivel de imaginación expuesto en novelas como La ciudad de cristal, El país de las últimas cosas o Mr. Vertigo, entre una larga lista. Fundamentando su modelo narrativo en postulados similares a los de un Thomas Pynchon o un John Barth, Auster logró llevar el artefacto posmodernista un paso más allá en una inverosímil vuelta de tuerca donde se simbiotizaban, como nunca antes, autor, narrador y protagonista. Pienso en títulos como sus magnificos La música del azar, o Leviatán y no me cabe la menor duda que Auster volverá a proporcionarnos de nuevo obras de ficción de contrastada calidad como las referidas. Hasta que llegue ese feliz momento, se nos vienen ofreciendo en los últimos años unas piezas de contenido autobiográfico con vocación experimentalista. Cierto es que los libros de memorias siempre fueron una constante en la narrativa de Paul Auster. La invención de la soledad, por ejemplo, su primera obra publicada en el año 1982, donde relata la muerte de su padre, es una narración eminentemente autobiográfica (sobre todo en su segunda parte, "El libro de la memoria"). También su penúltima entrega publicada a comienzos del pasado 2012, Diario de invierno (Anagrama), se remontaba desde la vejez ("Dentro de un mes cumplirás sesenta y cuatro años") a la juventud en lo que ya se antojaba como una suerte de peculiar catarsis narrativa.

Esta última y reciente entrega, Informe del interior, brinda un singular collage memorístico donde entremezclan recuerdos de infancia, observaciones cinematográficas, literatura epistolar y álbum fotográfico. Me explico. El libro esta dividido en cuatro partes, cada una de las cualas cuenta con sentido y lógica propia (la última, "Álbum", un variopinto material gráfico comentado relativo a las tres anteriores) con la pretensión de que "sumadas esbozan un retrato" como se lee en la contraportada. La más interesante es indudablemente la primera parte que da título al libro, "Informe del interior", de apenas cien páginas donde incluso el lector español puede sentirse identificado con las "tribulaciones" del personaje que la protagoniza. "Dos golpes en la cabeza", la segunda parte, recoge sus particulares impresiones de dos películas, El increíble hombre menguante y Soy un fugitivo. La pasión de Auster por el cine es de sobra conocida como atestiguan Smoke o Lulú on the Bridge. Sin embargo el repaso de esos dos filmes, casi fotograma por fotograma, se convierte en un ejercicio tedioso para más de uno, por mucho que supuestamente representaran un punto de inflexión en su vida, llegando a eclipsar la información que de verdad nos interesa, aquella referente a sus lecturas o el impacto social de los acontecimientos históricos que menciona. Similar comentario propicia "La cápsula del tiempo", una suerte de recolección de pasajes de las cartas dirigidas a su primera esposa.

Tal vez sea ésta la única parte en la cual la narración en segunda persona, de forma idéntica a lo que ya conocimos en funcionamiento en el previo Diario de invierno, adquiera su auténtico sentido y su más concreta dimensión. De nuevo, más que la relación que se escenifica con "tu ex mujer de los pasados treinta y cuatro años, la escritora y traductora Lydia Davis" (pág. 171) interesa las que fueron las primeras experiencias del autor como estudiante en la Universidad de Columbia, y sus preocupaciones acerca de la posibilidad de ser enviado a Vietnam si dejaba abandonados los estudios o sus años parisinos tratando de convertirse en escritor.

Tal vez los reparos de estas partes tengan que ver con la calidad de lo ofrecido en la primera de todas ellas, "Informe del interior" . Son esos años de la infancia -la de un niño entre los cinco y los doce años, la edad en que uno abandona definitivamente la infancia según el autor- cuando sentía el horror y la vergüenza de orinarse en la cama en un campamento de verano y cuando "el Dios que estaba en todas partes y reinaba en todas las cosas no era un poder de bondad ni amor sino de miedo." (página 17) los que reflejan la esencia de un escritor fundamental en el actual panorama literario de los Estados Unidos.