Image: Scott Atran

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Letras

Scott Atran

"Todos los políticos son esclavos de intelectuales muertos"

3 enero, 2014 01:00

Scott Attran

La antropología está hoy a la vanguardia del sector más avanzado de las ciencias sociales, aquel que, desde disciplinas como la lingüística, la psicología evolucionista y cognitiva o la etnobiología, está desvelando a toda velocidad los misterios de la naturaleza humana. Y en estas lides, uno de los antropólogos punteros es el estadounidense Scott Atran que recientemente se acaba de instalar en Barcelona, circunstancia que no podíamos dejar de aprovechar para conversar con él sobre la cultura, el fanatismo religioso, los valores sagrados, la religión, la ideología o la política.

Scott Atran (Nueva York, 1952) nos ha dado cita en un acogedor piso situado cerca de la Sagrada Familia. Afirma estar encantado en Barcelona, donde piensa residir con su esposa chilena, Ximena, etnolinguista como él, durante un tiempo. Este hombre agradable, jovial y de aspecto relajado que ha tenido la amabilidad de recibirnos en su casa es uno de los antropólogos más reconocidos del mundo. Profesor de la Universidad de Michigan, también lo es del John Jay College of Criminal Justice de Nueva York e investigador en el Centre National de la Recerche Scientifique (CNRS) de París. Investigador de amplios intereses, trabaja en campos dispares como la antropología cognitiva, la lingüística, la psicología evolucionista, la etnobiología o las teorías sobre el origen de las religiones.

Como autor, ha escrito diversos libros entre los que destacan los más recientes: In Gods We Trust: The Evolutionary Landscape of Religion (Oxford University Press, 2002), una aproximación evolutiva a la génesis y las funciones de la religiosidad; y Talking to the Enemy, Faith, Brotherhood and the (Un)Making of Terrorists (Ecco 2010) donde analiza los procesos de inducción fanatizadora en el terrorismo. Sus investigaciones principales se centran en el papel de los llamados "valores sagrados" en la acentuación o cronificación de distintos conflictos como el palestino-israelí, el que enfrenta al conservador Tea Party con los liberales en los Estados Unidos, o los enfrentamientos entre sunníes y chiíes en diferentes sociedades islámicas.

Nadie diría que la persona que me ofrece un suave y meloso Bañuls de los viñedos que regenta, en cooperativa, en el sur de Francia, sea un experto en algo tan violento como el yihadismo radical antioccidental, También en el español. Para su libro Talking to the enemy, Scott Atran utilizó los resultados de sus investigaciones sobre el terreno en Tetuán, Ceuta y Madrid en torno a las células que montaron la masacre yihadista del 11 de marzo de 2004 en Madrid, que hicieron virar la historia de nuestro país y cuyas impactantes reverberaciones aún se dejan sentir.

Personas cultas

Para arrancar una entrevista con un antropólogo insigne, cuyo campo de investigación abarca en toda su extensión ese concepto tan aparentemente claro pero cargado de significación que llamamos cultura, qué mejor que intentar dejar las cosas claras.

-¿Qué es una persona culta? ¿Qué es una sociedad culta?
-Una sociedad culta es la que aprecia su propia historia a la vez que expresa apertura por las historias de los demás.

-¿Y cómo se explica que las sociedades de hoy en día puedan sustentar al tiempo valores sagrados aparentemente incompatibles con tal apertura?
-Es inevitable puesto que los valores sagrados forman casi parte de la definición del hombre. Se trata de la manera que hemos inventado para integrar a conjuntos de personas que van más allá de los parientes genéticos. En las sociedades animales, sus alianzas y sacrificios están relacionados con sus propios intereses genéticos. En el hombre es diferente. De hecho, todas las religiones exigen que el iniciado deje la familia biológica para adoptar una familia más amplia. Por ello, un término muy usado es el de "hermandad". De alguna forma, el término "patria" ya sugiere un parentesco ficticio, pero muy fuerte emocionalmente. Así funcionamos. Por ejemplo, la pornografía provoca sentimientos perfectamente naturales pero que no forman parte de la realidad, ¡E igualmente se calienta uno! Los valores indiscutibles, por ejemplo, aparecen como la única fórmula que nos lleva incluso a sacrificar la vida por gente con la que no mantenemos lazos de sangre. Los valores sagrados son mas poderosos que los contratos sociales, de conveniencia o de utilidad. Son el cemento de la sociedad, la manera de constituir agregaciones mayores que las familias o los clanes.

- Pero si, tras una investigación, convenimos que tales valores sagrados no son racionales, ¿por qué nos adherimos a ellos?
- Los valores sagrados siempre son absurdos. Lo son desde la base. Si fueran proposiciones lógicas, podríamos falsarlos, argumentarlos. Pero, si su carácter es trascendental, exterior a la razón, se tornan indestructibles. La paradoja estriba en que que, cuánto más absurdos parecen, más capaz es el hombre de sacrificarse por ellos. Cuando las premisas son el resultado del acuerdo, por ejemplo, o de la conveniencia, si crees que puedes lograr una mejor posición, tal vez puedas hacer trampas. Pero, con los valores sagrados no existe una posición de salida semejante.

-Sin embargo, hemos construido sociedades seculares. Hemos sabido edificar otros supuestos motivadores. Los derechos humanos o la salud ecológica del planeta, por ejemplo.
-Hace 2.000 años en cuatro imperios diferentes, se desarrolló una red de intercambios materiales y en esta apertura al comercio se intercambiaron también ideas. Fue el origen de las grandes religiones universales.

-¿Por qué?
-Porque permitieron dos transformaciones. En primer lugar, antes del intercambio de bienes e ideas, las religiones vinculaban necesariamente a un grupo con sus dioses y sólo con ellos. Pero a partir de ese momento en el que tienes noticia de las creencias de otros pueblos, la elección religiosa se presenta como posible. En segundo lugar, se inventa entonces la noción de humanidad. Ya más adelante, la historia secularizaría el universalismo salvacionista de las grandes religiones. Nació así el concepto de ideología, que es básicamente lo mismo.

-¿No encuentra usted diferencias entre la religión y la ideología?
-Es cierto que la ideología no cuenta con un dios antropomórfico, pero sí con el carácter trascendental de la religión. Piense en el comunismo, el anarquismo… ¡todos quieren salvar la humanidad! La idea de los derechos humanos nace en torno a la segunda mitad del siglo XVIII a partir de un grupo de intelectuales que obra nada menos que un milagro. Voltarie, Beccaria… Piense que antes de ellos el infanticidio, el canibalismo, la opresión de las mujeres y de los individuos al margen de la sociedad eran la pauta. La tortura era corriente, ¡Ha cambiado el mundo!

-¿Pero no son estos últimos valores seculares que todos pueden entender?
-¡No! La libertad y la igualdad también son "valores sagrados" igualmente emocionales. ¡También son absurdos! ¿O es que no sabemos que las personas no son iguales? ¿Y quien tiene realmente libertad? Somos primates, creamos jerarquías poderosas, luchamos por valores sagrados.

Facultades muy diversas

-Entonces, ¿venimos al mundo con estos dispositivos (religiosos, ideológicos), digamos, "de serie"?
-No del todo. Tenemos facultades diversas. Imagine, para entenderlo, un paisaje con distintos grupos de montañas. En la sierras bajas están la vergüenza, la culpa, la envidia…En las más elevadas están las facultades cognitivas, la capacidad de "agencia" propia, de saber que los demás tienen intenciones. La comprensión biológica que tiene incluso un niño pequeño, a quien le das una fotografía de un hombre, por ejemplo, de un negro.., y lo categoriza como especie en taxonomía veloz. Disponemos de mecanismos inductivos de gran potencia, la capacidad de leer los pensamientos ajenos, nuestro sentido de la reciprocidad… La experiencia es como una lluvia que cae, pero por la canalización y el trasiego por esos accidentes cognitivos, llega a formar un río regular que podemos llamar religión o ideología. Adoptar valores no es innato, pero lo que sí lo es, nos lleva a ellos.

-¿Cuáles son los valores sagrados mas estables y cuales podrían modificarse?
-En las sociedades seculares los valores son muy dispersos y difíciles de manejar. La libertad, la igualdad, la justicia, el pacifismo, son valores que dependen de cada momento. Por eso, por lo menos en Estados Unidos, hoy todos los políticos utilizan la familia como valor. Porque es el valor más seguro, el que pocos discuten. Por otro lado, si son valores, no son modificables.

-¿En que lugares del cerebro encontramos los circuitos cruciales para estos valores? ¿Qué experimentos ha llevado a cabo para dilucidar esta cuestión?
-En este tema concreto, sólo conozco uno. Fue en Georgia, EEUU, en el laboratorio de G. Berns: pedimos a la gente que definiera sus valores "Creo en Dios/ no creo en Dios". "Soy partidario del aborto/no lo soy". "Creo que los homosexuales deben poder casarse/no lo creo"... Y añadimos otros principios que más bien eran gustos arraigados: "Me gusta la Coca-Cola/ me gusta Pepsi", etc. Ofrecimos dinero real para abandonar unos y otros valores, hasta 100 dólares. Debían aceptar firmar un papel comprometiéndose para siempre a abandonarlos a cambio del dinero. Cuando se trataba de valores importantes, el sentimiento era de ofensa y se activaban regiones cerebrales temporales y prefrontales, vinculadas al recuerdo y observancia de reglas. Zonas neurales que dictan "tengo que hacerlo a pesar de los costes y sacrificios que me exija". También hicimos el mismo experimento utilizando un dispositivo parecido a un termómetro que reflejaba el apoyo que tenía determinado valor sagrado entre la población. Quienes sostenían valores que experimentaban como sagrados eran insensibles al apoyo social. Por otro lado, quienes no tenían esta firmeza con los suyos estaban dispuestos a cambiarlos o modularlos en función de lo que parecía que sentía el pueblo.

-¿El ser humano es capaz de cualquier cosa por tales valores?
-Estamos hablando de gente normal. Los valores sagrados a veces no son suficientes para que algunos se dispongan al sacrificio. Uno de los factores principales es la red social en la que estás anclado. La "hermandad". La mayoría de terroristas actúan en grupos de amigos o parientes. El 70-80 % son compañeros. Gente fusionada en redes. Una vez la red se fusiona con el valor se siente invulnerable.

La ciencia y la razón

-¿Cómo convencerlos? ¿Es ingenuo el "nuevo ateísmo" de Dawkins, Dennett o Harris? Parece que la sola razón no basta para superar las imposiciones de los "valores sagrados.
-Dawkins, Harris…, qué ridículo. Creen que la ciencia y la razón son la solución para los fanatismos violentos. Mi amigo Noam Chomsky está de acuerdo conmigo en que es absurdo. Los científicos no tienen, como personas, una mejor apreciación que el hombre de la calle sobre los problemas cruciales de la existencia. La sabiduría científica suele resultar insuficiente ante los problemas vitales acuciantes y los conflictos más graves. Si observas el mundo todas las ceremonias rituales son iguales. Pueden hablar de lógica…¡pero un simple perfume o un himno puede ser más fuerte!

-¿Y saben esto los políticos? ¿Les interesa la ciencia?¿Puede haber política sin ideología?
-Los políticos viven en universos paralelos. La ciencia es la búsqueda de la verdad, y eso no es lo que le interesa a un político. El focus es muy diferente. El suyo es persuadir y vencer. El político sin ideología es un oximoron, una contradicción. La razón de ser de los políticos es su ideología, quieren convencer a la gente de sus valores. La ciencia puede dar mucha información sobre logros en el campo físico, químico. Cuando se trata de salud, medicina efectiva, ahí los políticos aceptan el veredicto científico. Pero utilizar la ciencia para lograr una mejor percepción del ser humano, eso ya no. Todos los políticos son esclavos de pensadores muertos.

-¿Ha notado mucha efervescencia en Cataluña?
-Conozco poco la realidad de aquí, la verdad. Pero extraña en una ciudad tan abierta y amical como Barcelona encontrar un empacho de iconos y referencias a valores sagrados nacionales. No parece una perspectiva halagüeña, como tampoco lo es en otros rincones de Europa.