Image: Tenían 20 años y estaban locos

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Letras

Tenían 20 años y estaban locos

Luna Miguel publica una antología de poetas ultimísimos

27 septiembre, 2011 02:00

Cristian Alcaraz, Luna Miguel, Berta García Faet y Unai Velasco.

Locos de sueños, de ambición, de creatividad y deseo, Tenían 20 años y estaban locos reúne a “veintisiete autores españoles menores de veintisiete años” que han encontrado en la red a una antóloga de su mismo pelaje, Luna Miguel (1990), y a unas editoras a la altura (Alejandra Vanessa y Elena Medel, de La Bella Varsovia). Resulta, explica Luna Miguel en el prólogo, que "es la ilusión hacia el presente lo que nos reúne aquí". Son "autores que luchan en la calle, en la red y en el papel con la poesía como estandarte” . Que apuestan "por la ironía, el visceralismo, la sentimentalidad; el gusto por el ritmo, los idiomas, la forma y, por supuesto, el respeto a la poesía más clásica. Lo dice Constantino Molina en uno de sus textos: «Ustedes que no han leído nunca a Claudio Rodríguez / me van a comer la polla». Se trata de "una fiesta de poetas ilusionados, un hogar de poetas sin prejuicios, una oportunidad para estas emergentes voces o, quizá, el eco de una nueva ola", que nace gracias a internet, a los vínculos que crea la red entre los creadores más jóvenes y que "tras cuatro o cinco años de búsqueda en los blogs", ha conseguido que Luna Miguel reuniera en versión analógica esta selección “de veintisiete autores españoles menores de veintisiete años”. Los hay conocidos e inéditos, premiados y anónimos, con libros publicados y con libros por publicar. “Los hay -explica Luna Miguel- traductores, críticos, ensayistas, narradores, músicos, científicos, pintores. Los hay brutos, salvajes: Marina Ramón-Borja y Judit del Río, que tienen sangre entre las piernas y los sesos, muy dulces y muy salidos... Los hay surrealistas: Enrique Morales, que habla desde el desierto, o Álvaro Guijarro, que salta y ríe y salta... Los hay infantilmente crueles: Emily Roberts, Sara R. Gallardo u Odile L'Autremonde, que tienen sonrisa de lolitas diabólicas hablando de sus sentimientos y de sus cuerpos blanquísimos... Los hay que juegan con las palabras: Cristina Fernández Recasens y Eba Reiro, con su particular rayuela..." Vale la pena no perdérselos, porque -insiste Luna Miguel- “los que estamos mal de la cabeza lloramos. Porque los que lloramos amamos la poesía. Porque no hay nada más bonito que un puñado de soñadores haciendo lo que realmente les gusta”. Aquí están, estos son sus poemas... ERNESTO CASTRO Ser fiel es fingir que el tiempo no existe A través de las persianas mirando los coches cuyos faros cruzan la pared del dormitorio me doy cuenta del tiempo que las uñas de los dedos de las manos y los pies y el pelo, en general, por todas partes llevan creciendo, cada día más y más sucios, sin mi consentimiento. ÁLVARO GUIJARRO Apariencia Muy loco el viernes, pero hay que verte despertando bostezando panzudo el domingo conociendo la mañana a través del reflejo del sol en un CD, con ya tu tú vuelto a tu tú ultraterráqueo como arrastre de ficción deshecha, ya habiéndose disipado tu trotar de tez festiva e intristeza, todo tu no mundo alguno, cada una de tus posesiones: teatros vacíos donde tu sombra como personaje doble, triple e infinitamente. Diríase que tú no saltas por encima de la verja de la amada portando el ramo de siete amapolas. Diríase que tú no haces nacer damiselas azules de tres manchas con cinco palabras. Diríase que esta apariencia no es solo tuya. SARA R. GALLARDO Vegetaciones Me quitaron las vegetaciones. Así que con ocho o nueve años me las tuve que arreglar con mi nariz para coger y expulsar coger y expulsar aire. Guardaba soplos en la boca del bolsillo al dormir. Pero sin ellos nunca aprendería a respirar. Años después, me dijeron en el hospital que no me preocupara: fiebre del heno. Me faltaba oxígeno: los chopos, las moreras, los girasoles que habían arrancado de las fosas. LAURA ROSAL Vuelvo al origen. Vuelvo Como un animal herido. Como un poeta Con la mano en la garganta. Vuelvo. Estoy donde debo. Y sin embargo, nada me pertenece. No es mío este jardín. No estas ventanas sin respuesta. Y entonces, el vino no me salva Y el origen es solo Un cerrar los ojos. Mirar al vacío, desafiante. Dejar caer la vida, Rogarle que no duela.