Image: Cabaret Voltaire, Pasión por la edición

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Letras

Cabaret Voltaire, Pasión por la edición

Libros editados con mimo y un catálogo basado en piezas literarias escritas en lengua francesa son las señas de identidad de este joven sello editorial que ya se ha labrado un nombre entre los entendidos

30 junio, 2010 02:00

Miguel Lázaro y José Miguel Palomares, los fundadores de Cabaret Voltaire

Se estrenaron en octubre de 2006 con La gran separación, de Jean Cocteau. Sin duda, toda una declaración de intenciones. Igual que el nombre que eligieron para la editorial. Así se llamaba el que se convirtió en el lugar de culto para los artistas europeos de principios de siglo, el Cabaret Voltaire que se fundó en Zurich en 1916, cuna del movimiento Dadá y punto de encuentro de los surrealistas, que se reunían allí para discutir sobre el sexo de los ángeles. "Era un lugar muy loco y muy creativo, dónde se hablaba de lo divino y lo humano. Por eso lo escogimos para nuestra editorial", explica Miguel Lázaro (Madrid, 1972), economista de formación y experto en transacciones financieras que, hace cuatro años, decidió quemar sus naves y trasladarse a Barcelona para embarcarse en esta aventura editorial junto a José Miguel Pomares Valdivia (Madrid, 1973), arquitecto y miembro del equipo que Jean Nouvel tiene en la capital catalana.

Su catálogo está basado en autores literarios franceses o escritores que hayan escogido la lengua gala como fuente de expresión. Ese es el caso del almeriense Agustín Gómez Arcos, un dramaturgo que se hizo dos veces con el Premio Nacional Lope de Vega y que se exilió en París en 1968, donde inició una fructífera carrera literaria como novelista. Su obra Ana no le valió numerosos premios en el país vecino, entre ellos el Prix du Livre Inter y el Prix Roland Dorgelès. "Lo de recuperar la obra de este autor responde a un empeño personal y conseguir sus derechos ha sido heroico. Publicamos una obra suya cada año, y son auténticas joyas narrativas. En Francia llegó a ser un escritor muy reconocido, con la particularidad de que siempre había escrito en castellano y al instalarse allí empezó a hacerlo en francés. Realmente insólito", añade Lázaro.

Estos dos editores, que se reconocen casi fetichistas en lo que respecta al gusto por la edición y a la pasión por el detalle, se ocupan de todo, con la única ayuda de un becario y una amplia red de colaboradores externos. Ellos seleccionan con lupa los títulos y autores que publican, y ellos se encargan del diseño de sus libros de principio a fin. Piezas inspiradas en el modelo francés, "son una reinterpretación de los libros franceses, con un aspecto muy simple pero muy cuidado y realizado con exquisitez. Son monocromáticos y tratamos de añadirles pequeñas sorpresas, cómo la foto con la que te encuentras al abrir la portada, que siempre es una imagen de referencia, o la guarda que encierra en su parte interna el fragmento de un manuscrito del autor", explican ambos.

Todo ello, sumado a una línea editorial cincelada con rigor y coherencia, ha consolidado a la joven Cabaret Voltaire como una de las editoriales literarias de referencia nacional, con sus quince libros anuales. Entre estos, obras de Émile Zola, de Jean Cocteau, de Marguerite Duras, de Stendhal, de André Gide... "Nuestro criterio de selección se basa en piezas literarias de lengua francesa, aunque ahora empezamos a publicar también a algún autor inglés que creemos puede interesar a nuestros lectores, como El sirviente, de Robin Maugham".

En preparación la novela Gigola, de Laure Charpentier, cuya película del mismo nombre y pendiente de ser estrenada en el próximo Festival de Toronto ha dirigido la propia autora y tiene como protagonistas a Marisa Paredes y Eduardo Noriega. Y, como proyecto, el de introducir la obra de algún autor de culto español en el catálogo de la editorial, en un futuro no muy lejano.