Image: Quattrocento

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Letras

Quattrocento

Susana Fortes

31 enero, 2008 01:00

Javi Martínez

Planeta. Barcelona, 2007. 352 páginas, 20 euros

El aluvión de novela histórica que nos invade no debe hacernos perder de vista que hay al menos cuatro modalidades que conviene tener presentes en la tarea de analizar y valorar cualquiera de sus productos. Son la recreación de lo acaecido en la Historia, la fabulación de sucesos imaginarios a partir de un marco histórico, la proyección del pasado sobre el presente y la explotación de un episodio de antaño como pretexto para especulaciones de orden intelectual y estilístico. Las tres primeras están presentes en la última novela de Susana Fortes (Pontevedra, 1959) por su recreación fidedigna del marco histórico de la Florencia renacentista del siglo XV, su invención de personajes imaginarios en los que se apoya el esclarecimiento del enigma en torno a quién organizó la conspiración contra los Médicis y por la conexión entre la nueva logia que llevó a cabo aquel intento de golpe de estado en la República de Florencia en 1478 y su perduración clandestina en los más tenebrosos asuntos perpetrados en el Vaticano a finales del siglo XX y comienzos del XXI.

La trama de Quattrocento se acoge al modelo de la novela histórica con enigma y estructura de relato policíaco. Muy celebrados exponentes, fuera y dentro de nuestras letras, podemos encontrarlos en El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y en La tabla de Flandes, de Arturo Pérez-Reverte. La de Susana Fortes aprovecha su localización en el espacio literario de Florencia en tiempos de máximo esplendor renacentista bajo el gobierno de los Médicis y su mecenazgo de artistas y escritores como Verrocchio, Botticelli, Leonardo da Vinci, Poliziano y tantos más. El domingo 26 de abril de 1478 tuvo lugar, bajo la más grande cúpula de la cristiandad, ideada por Brunelleschi, el sangriento atentado contra Lorenzo y Giuliano de Médicis, con la muerte de éste y la cruel venganza de aquél en los horrores desatados contra sus enemigos, empezando por los Pazzi florentinos y sus aliados en la conjura. Hasta aquí llega la Historia. Pero la novela de Fortes aborda los hechos con las libertades de la ficción, incluyendo la figura imaginaria del pintor Pierpaolo Masoni, en cuyos cuadernos y cuadro Madonna de Nievole se ocultan datos y símbolos que permiten a los investigadores descubrir la intervención de una logia masónica con implicaciones del Vaticano encarnadas en el Papa Sixto IV y sus familiares.

La investigación corre a cargo de la joven Ana Sotomayor, quien completa en Florencia, en el año 2005, su tesis doctoral sobre la conspiración contra los Médicis. Y la novela se va desarrollando por medio de la narración alternante de la becaria en los capítulos impares y el relato de un narrador omnisciente que recrea en los capítulos pares los hechos históricos e imaginarios ocurridos en el siglo XV. Ambas narraciones confluyen en los últimos capítulos bajo la perspectiva de la becaria investigadora, que ha completado a la vez su relación amorosa con el maduro catedrático italiano director de su tesis y sus investigaciones sobre la conspiración florentina, con la traición de algún amigo de los Médicis, las implicaciones del papado y la relación entre las maquinaciones de aquella logia para extender el poder económico del Vaticano por Europa y sus actuales ramificaciones en los escándalos financieros de la Banca Ambrosiana en turbios negocios con varias muertes en el último tercio del siglo XX e incluso en las oscuras maquinaciones en la lucha por el poder en el corazón de la Iglesia Católica coincidiendo con la muerte de los dos últimos papas.

Con estos ingredientes Quattrocento es una novela que se lee bien, con indudables atractivos para muchos lectores por su trama bien construida por medio de la combinación de un enigma planteado y resuelto entre las disputas florentinas en la lucha por el poder, la relación amorosa entre la discípula investigadora y su maestro, y las oscuras turbulencias de la Historia, que, si del Vaticano se trata, pueden alcanzar el más alto grado de perversión. Son ingredientes muy explotados en novelas con vocación de best seller. Es innegable. Pero no por ello dejan de resultar útiles en un relato ameno y provechoso, sobre todo si son tratados con propiedad y decoro estético.

Tres preguntas para Susana Fortes

l ¿Cómo llegó a interesarse por la Florencia del siglo XV?

-Todo empezó con el hallazgo de un códice del siglo XV que aportaba nuevos datos sobre la famosa conjura contra los Médicis el 26 de abril de 1478. Aquel día la historia del Renacimiento italiano y probablemente la de toda Europa estuvo a punto de dar un vuelco.

l ¿Qué resulta más trabajoso para el autor en un libro así?

-Cualquier ficción exige un esfuerzo narrativo considerable, pero si además aspiras a ser riguroso hasta en los mínimos detalles, la cosa se complica. El año largo que pasé en Florencia, documentándome, leyendo, pateando la ciudad y escribiendo como una posesa día y noche fue de los más extraños de mi vida.

l En la vida real, ¿es usted "conspiracionista" o más bien escéptica?

-Si se piensa la Historia es la mejor novela negra. La belleza, el sexo, la religión, el arte son armas que los poderosos siempre han sabido manejar muy bien. Pero el "conspiracionismo" como delirio individual o colectivo resulta peligroso para la salud mental. Por ese camino uno podría acabar creyendo en el tercer secreto de Fátima.