AP-2005

AP-2005

Letras

Contra natura

22 diciembre, 2005 01:00

Álvaro Pombo

Anagrama. Barcelona, 2005. 561 paginas. 22 euros

Álvaro Pombo (Santander, 1939) ofrece en Contra natura una novela sustentada en las premisas que se precisan en el Epílogo, casi un manifiesto, de imprescindible lectura. Refleja su autor la situación del homosexual en la España de 2005, fecha en la que acabó de escribir la novela. Pombo es consciente de la convivencia de varias generaciones, situaciones y actitudes en este ambiente cerrado en el que se desarrolla la novela, no exenta de referencias autobiográficas. Pese a la agilidad que pretende conferirle a la narración, los constantes autoanálisis de los personajes en sus peripecias vitales, consideradas psicológicamente desde un perspectivismo múltiple, cuajadas de citas y terminología filosófica, de poemas (no podía faltar Cernuda), y de conflictos religiosos, el relato se desborda en páginas y monólogos.

Dos personajes simbolizan la actitud de los homosexuales que rondan la jubilación: un editor cínico, frío e inteligente, Javier Salazar, frente a Paco Allende, católico, filósofo, profesor de instituto y sentimental. Se cruzan en sus vidas dos jóvenes, entre otros, que simbolizan las nuevas generaciones que han podido vivir con más libertad su naturaleza hasta culminar en la reciente ley de matrimonio, a la que se alude: Ramón Durán y su amigo, también malagueño, Juanjo Garnacho. De hecho, la importancia de Contra natura reside en no abandonar el ámbito homosexual. No faltan descripciones de extrema dureza; pero viene a ser un amplio análisis del repertorio sentimental, con intercambio de parejas e incluso bacanales calificadas por el narrador de “pornográficas” en el piso de Salazar, un pervertidor cínico, al estilo de Las relaciones peligrosas, que se aprovechará al comienzo de los dos amigos.

La acción se acelera gracias a los saltos atrás que permiten la reconstrucción del pasado de Salazar y Allende, ambos seminaristas y compañeros de juventud y amantes más o menos frustrados. Pombo consigue con fortuna recrear las dificultades del pecado “contra natura” en el franquismo. Salazar será al fin la víctima culpable de una tempestuosa relación con Juanjo. Cada una de las escenas de la novela es analizada desde diversas perspectivas psicológicas, incluidos los diálogos. La narración discurre, pues, con morosidad, rota en aceleraciones imprevistas, en diálogo expreso con el lector. El autor se sirve de un lenguaje no exento de ciertos neologismos innecesarios, como enceguimiento (derivado de “enceguecer”, pág. 528) o formas sintácticas chocantes: “Así que voy ni siquiera que me beses a pedirte. A pedírtelo no voy, ni tampoco que por mí besar te dejes...” (págs. 309-10).

Pombo defiende la contradicción existencial en la que viven sus seres de ficción, pero les salva el sexo o el amor. Sus manuales de cabecera son los libros de los filósofos clásicos, Ortega o José Antonio Marina. Pero, salvo Villena, pocas novelas en la literatura española han mostrado tan a las claras los conflictos de todo orden que provoca y -provocó- la condición homosexual, de cuyo argot nos ofrece abundantes ejemplos.