Image: Mucho Arte en Kamikaze

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Teatro

Mucho Arte en Kamikaze

26 mayo, 2017 02:00

Cristóbal Suárez, Roberto Enríquez y Jorge Usón ante el urinario de Duchamp. Foto: Vanessa Rábade

Del Arco pone en solfa las imposturas e hipocresías del universo artístico a través de Arte, la cáustica comedia de Yasmina Reza que convierte en una párabola sobre la amistad y sus bandazos. Estreno este jueves, 1.

Yasmina Reza como heredera de Molière. Esa es la perspectiva de Miguel del Arco. Y cuadra. Sobre todo si echamos la vista atrás y rememoramos la versión que firmó el director madrileño de El misántropo en 2014. Cargaba entonces las tintas contra la hipocresía, los intereses creados, el arribismo y la doblez. En la política y en el arte. Aquel trabajo le ha hecho desembocar precisamente en Arte, la célebre comedia de la escritora francesa, tan recurrente en los escenarios de medio mundo y en la que esas mismas lacras, que acaban por distorsionar cualquier realidad, cualquier atisbo de verdad, emergen de nuevo. La estrena el próximo jueves, 1, en el Kamikaze. Una nueva muesca del estajanovismo escénico que mantiene Del Arco en los últimos años.

"Arte contiene en su interior, como las comedias que más me gustan, una dosis nada desdeñable de veneno. El mismo veneno que Molière utilizaba en sus obras. Comedias por momentos delirantes y, sin embargo, trufadas de cierta melancolía, cierta negrura sobre la condición humana. Si bien hacen que en algún momento uno se pregunte de qué se está riendo, también hacen que te relajes favoreciendo que la risa penetre más profundamente", explica Del Arco, que descubrió esta obra a través de la adaptación protagonizada por Flotats, Hipólito y Pou hace más de dos décadas. Ahora les toman el relevo Roberto Enríquez, Cristóbal Suárez y Jorge Usón. Encarnan a Sergio, Marcos e Iván, un grupo de amigos que se enfrasca en un acalorado debate sobre la calidad artística de una pintura que ha adquirido el primero, convencido de que la tela blanca por la que ha apoquinado una cifra exorbitante es una manifestación plástica sublime.

Ese debate, que por momentos pone a prueba su amistad, remite a algunos de los hitos más controvertidos de la historia reciente del arte. La producción en serie preconizada por Warhol. El urinario entronado por Duchamp sobre una peana. Los animales disecados de Hirst. Las latas de mierda de Manzoni, cuya fermentación ha provocado algún que otro incidente desagradable en ciertos museos. Reza hinca su bisturí entre tanta impostura con su estilo cáustico y trepidante. Pero la crítica contra el universo artístico se matiza en la versión de Del Arco con algunas reservas. Sobre todo contra la incontenible predisposición a opinar en esta sociedad, que pontifica y sentencia en las redes sociales con una celeridad sospechosa. Del Arco trae a colación a Paul Valery para conceder una oportunidad a la duda: "Cuando se nos viene una opinión a los labios ante algo que vemos por primera vez, nadie se para a decirse: si yo hubiera practicado en este campo durante mucho tiempo, y cavilado veinte años sobre esto, y consultado las obras que lo tratan, ¿tendría la misma impresión? ¿Juzgaría este libro, este cuadro, esta política como lo hago, de un golpe de ingenio, en el mismo instante? ¿Qué valor tiene tal prontitud?". Buenas preguntas.

@albertoojeda77