Image: Varios
La expresión "Heldentenor" es alemana y hace referencia a un tipo de tenor que alcanzó su plenitud en la ópera de Wagner. En Italia ese carácter vocal es llamado "di forza". Si ha habido en los últimos 50 o 60 años en el país transalpino un cantante de esa clase, un "Heldentenor" a la italiana, ése ha sido incuestionablemente Mario del Monaco, paradigma del tenor aguerrido, broncíneo, estentóreo, musculado, dotado de unos medios vocales espectaculares, de unos graves sólidos y firmes, bastante bien apoyados, de un centro anchuroso, amplísimo, envuelto en unos armónicos plenos y de unos agudos squillantes, brillantísimos, de densidad y mordiente sin iguales.
Esa monumentalidad vocal podía ser, sin embargo, domeñada en pasajes líricos, que el artista se empeñaba en vencer, no sin esfuerzo, pero siempre con inteligencia y técnica muy medida. El primer compacto de esta publicación viene dedicado a Verdi e incluye fragmentos del debut del tenor en el gran papel de su vida, el de Otello (Colón, 1950).
El segundo aborda Puccini y el verismo, y el tercero ofrece algunas tomas no publicadas -fragmentos de Norma de 1958, por ejemplo-, rarezas -despedida de Lohengrin- y canciones -Granada, O sole mio-. La voz de Mario Del Monaco campanea a sus anchas, nos penetra y nos enseña la manera en la que, casi siempre, sabía capear todos los pasajes que peor se ajustaban a sus condiciones. Las arias puramente veristas son de aplastante energía y vigor, e incluso son capaces de llegar a levantarnos del asiento.
El álbum, que viene acompañado por un libro con numerosas imágenes del tenor, conmemora los 25 años de la muerte del artista e incluye un artículo biográfico de Elisabetta Romagnolo y unas reveladoras reflexiones, recogidas en el año 1966 por Mario Morini, en las que el cantante analiza de una forma muy inteligente su relación con el personaje del Moro.
Esa monumentalidad vocal podía ser, sin embargo, domeñada en pasajes líricos, que el artista se empeñaba en vencer, no sin esfuerzo, pero siempre con inteligencia y técnica muy medida. El primer compacto de esta publicación viene dedicado a Verdi e incluye fragmentos del debut del tenor en el gran papel de su vida, el de Otello (Colón, 1950).
El segundo aborda Puccini y el verismo, y el tercero ofrece algunas tomas no publicadas -fragmentos de Norma de 1958, por ejemplo-, rarezas -despedida de Lohengrin- y canciones -Granada, O sole mio-. La voz de Mario Del Monaco campanea a sus anchas, nos penetra y nos enseña la manera en la que, casi siempre, sabía capear todos los pasajes que peor se ajustaban a sus condiciones. Las arias puramente veristas son de aplastante energía y vigor, e incluso son capaces de llegar a levantarnos del asiento.
El álbum, que viene acompañado por un libro con numerosas imágenes del tenor, conmemora los 25 años de la muerte del artista e incluye un artículo biográfico de Elisabetta Romagnolo y unas reveladoras reflexiones, recogidas en el año 1966 por Mario Morini, en las que el cantante analiza de una forma muy inteligente su relación con el personaje del Moro.