El director finlandés Santtu-Matias Rouvali. Foto: Ibermúsica

El director finlandés Santtu-Matias Rouvali. Foto: Ibermúsica

Música

Javier Perianes y Santtu-Matias Rouvali: encuentro de titanes musicales junto a la Philharmonia en Ibermúsica

El pianista onubense y el director finlandés comparten gira por España (Sevilla, Zaragoza y Madrid) con la orquesta londinense.

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Interesante cruce de líneas musicales se da en la próxima cita (2 de abril) de la temporada de Ibermúsica, serie Barbieri. El de dos todavía jóvenes músicos, pero de trayectoria bien cimentada, ahora mismo en plenitud. Por un lado, el pianista onubense Javier Perianes (Nerva, 1978). Por otro, el director finlandés Santtu-Matias Rouvali (Lahti, 1985). Y junto a ellos la soberbia Orquesta Philharmonia de Londres. Un trío de vectores que debe funcionar sin fisuras, bien engrasado y articulado.

Conocidos son la flexibilidad, el equilibrio, la facilidad de articulación, el control de dinámicas, el elegante y con frecuencia efusivo fraseo del pianista, que tantas cosas buenas aprendió de sus primeros profesores en Huelva (Hierro, Muñoz, Lambrado) y sobre todo, ya en Sevilla, de la maestra Ana Guijarro, que fue perfeccionando su técnica y su expresividad.

Aspectos trabajados más tarde junto a Daniel Barenboim. Desde hace lustros Perianes navega a su aire buscando el ideal expresivo y mostrando una encomiable actitud ante el teclado, del que sabe extraer sorprendentes colores y sonoridades. Admira su facilidad para dar con la tecla expresiva, dentro de una amplísima gama estilística que va de Scarlatti a Falla o Granados, de Chopin a Beethoven, de Debussy a Saint-Saëns.

Es justo de este último compositor la obra en la que va a lucirse el pianista, el célebre Concierto nº 5 en Fa mayor op 103, conocido como Egipcio, de Saint-Saëns, una pieza espectacular, llena de colorido, estructurada en los habituales tres movimientos. Las inacabables volutas del tercero están esperando siempre unas manos firmes que sepan tratar con finura esa imponente y algo exterior efervescencia, ese “tourbillon de octavas crepitantes”, en palabras de Alfred Cortot. Obra melódica, gustosa que requiere un singular refinamiento.

El pianista dispondrá sin duda de un acompañamiento riguroso a cargo de Rouvali, a quien hemos ya visto por estos andurriales más de una vez, una de ellas al frente de la Orquesta Nacional, a la que hizo sonar muy bien. Maneja una batuta clara y precisa, elegantemente volandera, y sabe establecer los necesarios claroscuros, aplicar de forma inteligente estratégicos silencios, extraer singulares matices y sorprender con contrastes bien estudiados.

El pianista Javier Perianes. Foto: Ibermúsica

El pianista Javier Perianes. Foto: Ibermúsica

Huye del énfasis y de los caprichosos cambios de tempo. Muestra una gestualidad elegante y suelta, un armonioso batir de brazos, una mano izquierda persuasiva y una mímica convincente, al menos en las ocasiones en que lo hemos visto, una de ellas al frente de la Philharmonia que ahora va a presidir. Sin duda, aprehendió con provecho las enseñanzas del benemérito Jorma Panula y del no hace mucho desaparecido Leif Segerstam.

Todo parece anunciar una excelente sesión de música en la que, además de la obra de Saint-Saëns, sonarán la infrecuente Rapsodia para orquesta y clarinete, de Debussy y la imponente Sinfonía en Re menor, de Franck. Aquella es una obra de circunstancias, escrita como pieza de concurso en 1910. Es fantasiosa, brillante, virtuosa, pasajeramente poética.

"La flexibilidad y el equilibrio del pianista se unen a la gestualidad elegante y suelta del director"

El clarinetista Mark van de Wiel podrá brillar. Como podrá hacerlo todo el conjunto exponiendo la concentrada, modulante neorromántica obra de Franck (1888), un acabado ejemplo de música cíclica, representativa de un periodo germanizante. En palabras de Rémi Jacobs: “una síntesis imperfecta que recrea el espíritu, la unidad, la construcción beethoveniana y el universo poético de Liszt”.

Antes de llegar a Madrid, Perianes y la Philharmonia harán escala en el Teatro de la Maestranza de Sevilla (31 de marzo) y en el Auditorio de Zaragoza (1 de abril), con sendas variaciones de este mismo programa.