Bizarrap, en el concierto en Icónica Fest. Foto: Niccolò Guasti

Bizarrap, en el concierto en Icónica Fest. Foto: Niccolò Guasti

Música

Bizarrap, aquelarre de trap y reguetón en el Icónica Fest de Sevilla

El gurú musical argentino despliega en la Plaza de España una sesión milimétricamente medida pero de incontestable contundencia sonora

19 junio, 2023 14:52

Dice Javier Esteban, director del Icónica Fest de Sevilla, que quiere que todo el mundo en Sevilla encuentre su razón para acercarse a alguno de los conciertos que ha programado estos días en la Plaza de España, el conjunto monumental ideado por Aníbal González, tan versátil para usos cívicos y artísticos, como cuando le sirvió a David Lean para recrear el cuartel general británico de El Cairo en Lawrence de Arabia (palabras mayores).

Ese objetivo, viendo el cartel, está cumplido. Un menú variado que interpela al grueso de la sociedad. Las actuaciones empezaron el pasado jueves con Solumon y terminarán, el 21 y 22 de julio, con una comparecencia doble de Laura Pausini. Entre medias, una abigarrada retahíla de artistas: desde Lola Índigo a Pastora Soler, desde Alejandro Fernández a Loquillo, desde Kraftwert a los Chichos y los Chunguitos (los dos grupos emblemáticos del universo quinqui ochentero compartirán escenario el día 16, junto a Junco y Manzanita).

Aunque el acontecimiento de anoche convocaba a todo quisque. Hablamos del desembarco de Bizarrap, el productor por el que, hoy, cualquier artista vendería su alma al diablo por grabar un tema con él en su famoso estudio azulado: su colección de sesiones, dinamita en Spotify y Youtube, donde lucen millones y millones de escuchas, ya superan la cincuentena. Anoche fue una riada de público la que confluyó en la Plaza de España. Y sí, mandaba el perfil de entre 15 a 30 años, que es el target natural del gurú argentino. Una franja de edad que asume con normalidad un concierto sin instrumentos tradicionales: para algunos una Fender Stratocaster será como para sus mayores una viola da gamba.

La plaza de España durante el concierto de Bizarrap. Foto: Niccolo Guasti

La plaza de España durante el concierto de Bizarrap. Foto: Niccolo Guasti

De estos ‘mayores’, gente ya más talluda, también había una amplia representación. Buena parte movida por el fenómeno social que representa hoy día Bizarrap, por la curiosidad de ver quién es ese tipo lo peta con sus sintetizadores. Y otros mucho también porque les tocaba acompañar a sus hijos, porque, sí, también había mucho crío entre el respetable, conformado pues por quince almas que empezaron a vibrar cuando, segundos antes de saltar Bizarrap a las tablas, degustaron un guiño local: sonó Lole cantando Todo es de color. No quedó claro si este ‘precalentamiento’ formaba parte del discurso del artista o era cosa de la organización.

El caso es cuando Bizarrap se apareció en escena miles de manos se alzaron para grabar con los móviles el arranque del show. Gorra negra con su nombre. Camiseta negra con su nombre. ¿Egotismo al estilo de Pablo Iglesias estampando su cara en las papeletas electorales? ¿Sentido del márquetin? Hay que tener en cuenta que este sentido Bizarrap lo tiene bien afinado. Cierto es que fue a un colegio donde se estimulaba mucho la creación artística pero luego se formó en márquetin en la Universidad Argentina de Empresa (UADE), aunque no completó la titulación porque sus primeros éxitos en el freestyle elevados a Youtube le empujaron a dedicarse en exclusiva a la música (también, por cierto, estuvo de cazatalentos en Warner por un tiempo, otra experiencia de la que luego se ha nutrido mucho su carrera).

Pasaban unos minutos de las 22 horas y Bizarrap rompió la coraza de timidez para gritar: “¡Buenas noches, Sevilla! ¡¿Están preparados?!”. El clamor de asentimiento lo sofocó la canción con la que arrancó, la que firmó con su compatriota Nathy Peluso, uno de esos espaldarazos que lo han aupado al olimpo en el que hoy está empadronado con tan solo 24 años. “Qué buena vista tenes cuando me pones a cuatro patas. Si se entera de esto mi papá, te mata”. Idóneo para la chiquillería. “A tu cucu yo le doy mecha”. Un carroza rebotado que pululaba por allí soltó: “Merecemos la extinción”.

En fin, una excepción discrepante entre la unanimidad entregada a las virguerías con los samples del Biza, que dio una lección de la artesanía que hay detrás del manejo de una mesa de mezclas. Requiere su pericia y su oficio. Y eso es lo que hace que conciertos como el de ayer también sean, por supuesto, una experiencia única a pesar de su apariencia ultratecnificada y mecánica. Bizarrap continuó ‘dando mecha’ sobre un escenario flanqueado por dos enormes pantallas verticales (de fondo, había otra, horizontal, mucho más enorme, que de vez en cuando llameaba). Salieron a relucir los trallazos de manufacturados con Tiago PZK, Eladio Carrión, Residente, Villano Antillano… Trap, rap, electrónica, reguetón… Los estilos se alternaban o directamente se fundían. Decibelios mansalva que iban desencadenando cíclicas oleadas de euforia. Aníbal González, allá donde estuviera, temería por la integridad de su plaza.

Una de las que mayor temblor causó fue cuando, en el ecuador, se empezaron a oír los aullidos de la loba Shakira. “Perdón, ya cogí otro avión, aquí no vuelvo, no quiero otra decepción”. Ahí ya cantaban todos al unísono, con especial énfasis cuando el tema se torna un alegato materialista en clave reivindicativa: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. En la pantalla, gigantes ilustraciones animadas de la diva colombiana. La velada adquirió un tono más popero, más ‘melódico’. Con Nicky Jam regresamos al rap por derecho. Y con Malbec Bizarrap evocó la gesta de la albiceleste en Qatar: “Hoy festejamos y mi equipo salió campeón”. Argentinidad al palo.

Si en su actuación anterior en Madrid, en el Boombastic Festival de Rivas, se había rodeado el cuerpo con la bandera española, en Sevilla hizo lo propio con la verdiblanca andaluza. El maestro de ceremonias agradeció el cariño, que, decía, le hace sobrellevar mejor la gira europea, lejos de casa. Una hora de concierto escasa. Nadie lo protestó, al menos no de manera ostentosa. El colofón fue, claro, Quevedo: “Quédate, que la noche sin ti duele”. Canción que va para himno generacional. Y la Plaza de España se puso del revés, con 15.000 razones para sentir satisfaction.