Música

Bieito se pone serio con Fidelio

El director de escena estrena el martes en Múnich la ópera de Beethoven

17 diciembre, 2010 01:00

Un momento del Fidelio de Bieito en Múnich. Foto: Wilfried Hösl.

No hay violencia, ni sexo, ni ejecutivos corruptos o restos de basura. Calixto Bieito se enfrenta a Fidelio en Múnich con un montaje en clave existencialista. Bajo la dirección musical de Daniele Gatti, la ópera de Beethoven llega el martes a la Bayerische Staatsoper con la Orquesta Estatal de Baviera.

  • Canal Spotify de El Cultural: escuche la música de este artículo

  • Reina la calma en la Bayerische Staatsoper de Múnich, que estos días acoge los últimos ensayos de Fidelio, la única ópera de Beethoven. Su máximo responsable, Calixto Bieito (Miranda de Ebro, 1963), ha aparcado por unos días la polémica y se ha abonado al existencialismo. No hay en este montaje rastros de la violencia de su famoso Don Giovanni, ni restos de la basura que vertió en la Ópera de Friburgo para La vida breve, tampoco ejecutivos corruptos que preconizan una inminente crisis, como en su adaptación de El holandés errante. El Tarantino de la ópera ahora quiere ser Bergman.

    Cualquiera podría pensar que Bieito ha madurado si no fuera porque él mismo lo reconoce. “Cada día soy más comedido”, se confiesa el director de escena. “Me hago más preguntas. Me doy tiempo para pensar, trato de hacer fluir las ideas pero...”. Su voz se corta con el estallido de la orquesta en el finale del segundo acto que se cuela en el backstage: es el director milanés Daniele Gatti sacando petróleo del foso de la Orquesta Estatal de Baviera, que le ha prestado para estas representaciones su titular, Kent Nagano. Sobre el escenario, un coro de prisioneros celebra el valor de Leonora que, disfrazada de Fidelio, ayudante del carcelero, ha rescatado a su esposo, Florestán, de los calabozos. El tenor alemán Jonas Kaufmann y la soprano germana Anja Kampe se funden en un abrazo que rubrica el triunfo de la libertad y el heroísmo. Cae un telón imaginario. Y Bieito aplaude.

    El hijo más querido
    Fidelio se estrenó en 1805 en el Theater an der Wien de Viena, pero su éxito tardío inspiró hasta tres versiones de un mismo libreto (basado en la obra francesa de Jean-Nicolas Bouilly) y cuatro partituras para su obertura.

    Calixto Bieito y el director artístico del teatro, Nikolaus Bachler, han elegido Leonora n° 3, que es la favorita del público por su intensidad sinfónica, que llega incluso a engullir la dramaturgia de algunas escenas. Era el intento desesperado de Beethoven por crear una ópera auténticamente alemana. “De todos mis hijos -llegaría a escribir el genio- éste es el que me ha costado los peores dolores, y por ello es también el más querido”. Daniele Gatti (Milán, 1961) ha querido subrayar con su batuta la parte más contrapuntística de la partitura y sacar color a los contrastes de un Beethoven en plena transición romántica. “He sido especialmente exigente con el trabajo vocal y el buen funcionamiento del coro. Porque la energía de esta ópera aparece en la fusión de la palabra y la música”.

    Calixto Bieito lleva una treintena de títulos operísticos defendiendo un concepto de escena que recurre a “instrumentos originales”. Nada de violas da gamba, ni de cuerdas de tripa. “Yo toco la fibra”, bromea. “En mi sueldo está acercar la obra a la sensibilidad de la gente de hoy”. Por eso, su lectura de Fidelio ha minimizado el exotismo de la prisión sevillana del siglo XVIII y lo ha adaptado a la mentalidad actual del público.

    El resultado es un poema en clave filosófica que avanza a ritmo de thriller. “En otros teatros quizá habría optado por el realismo flagrante de una dictadura que impone su ley”, como ya hizo en el Baile de máscaras verdiano que montó en el Liceo y cuya acción transcurría durante la Transición. “Pero la Vieja Europa pide un planteamiento más humanista. Que la prisión adquiera una dimensión interior, mental y psicológica”. Detrás de él, un enorme esqueleto hidráulico de plexiglás y metacrilato distribuye en diferentes alturas a los personajes de la ópera, que caminan por el andamiaje sujetos por arneses. “He conectado el siglo XVIII con el XX a través de los extraños laberintos que unos describieron en caprichosos jardines y otros recuperaron en forma de pasadizos interiores, donde el ser humano se pierde en su agonía”. Se refiere a los callejones literarios de Harold Bloom o Stendhal, pero sobre todo al imaginario de Kafka y de Borges, cuyos textos salpican todo el montaje y sustituyen algunos diálogos. Así, en la obertura, Leonora declama los versos de El laberinto borgiano. “Rectas galerías que se curvan en círculos secretos al cabo de los años...”, recita Bieito.

    Testamento de sordera
    En Bayreuth debutó este verano Jonas Kaufmann para, unos días después, enfrentarse a los retos vocales de Fidelio a las órdenes de Claudio Abbado en el Festival de Lucerna. “El público se rindió a sus pies. Kaufmann es un tenor heroico, no sólo por la tesitura. Sobre todo porque se deja la piel en cada ensayo”. Para Bieito, Leonora vertebra la obra pero es Florestán el que destila las pasiones internas del compositor. “Florestán es el alter ego de Beethoven, que acaba de redactar el Testamento de Heiligenstadt, una carta donde deja constancia de su obsesión por la sordera. Hasta el punto de que cuando Leonora encuentra a su hombre, no lo reconoce hasta que no le escucha hablar”. El resto del reparto de esta nueva coproducción con la English National Opera, que se estrena este martes y estará en cartel hasta el 8 de enero, lo integran Steven Humes (Don Fernando), Wolfgang Koch (Don Pizarro), Franz-Josef Selig (Rocco), Laura Tatulescu (Marcelina) y Jussi Myllys (Jaquino).

    Después de Fidelio, Bieito tiene apalabrada una ópera del compositor austriaco Wolfgang Mitterer, inspirada en El paraíso perdido de John Milton, que se estrenará en Viena en 2013. Participará también en la próxima Trienal del Ruhr con un montaje de Hanjo, del japonés Toshio Hosokawa. Pero el que fuera director artístico del Teatre Romea sigue parafraseando a Falla: “Aún me siento español en el extranjero y extranjero en España”. Dice que su identidad se pierde en el paisaje del Viejo Continente. Y es el primer director de escena operístico que ha recibido el Premio de Cultura Europeo, con el que se reconocía el kilometraje de su trayectoria. Ahora tiene entre manos un ambicioso proyecto, aunque no da pistas sobre lo que podría ser una gran babel dramatúrgica. ¿El gran teatro del mundo de Calderón en tres idiomas? “Le decía que ahora me doy más tiempo para pensar, que trato de hacer fluir las ideas, pero que sigo siendo Bieito. Mi Fidelio hay que verlo hasta el final”.