Image: Cámara... y acción

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Música

Cámara... y acción

Las pequeñas formaciones invaden los auditorios

27 noviembre, 2008 01:00

Los integrantes del cuarteto Pagagnini.

Tras la estela del Cuarteto Casals y el Plural Ensemble, que actúa hoy en el Auditorio Nacional, una nueva remesa de grupos de cámara se incorpora con fuerza a las programaciones de los grandes teatros con un doble objetivo: recabar público y mantener en alza la música contemporánea.

La música de cámara en España ha alcanzado su punto de ebullición. No hay fecha precisa para el inicio de un fenómeno que, en los últimos años, ha hecho posible que pequeños conjuntos instrumentales con denominación de origen cuelguen el cartel de completo a la entrada de los teatros. Ciclos estables como el Liceo de Música de Cámara del Auditorio Nacional, el Altres Propostes del Liceo o el Rising Stars del Auditori constatan el grado de madurez de un género con el que pierde vigor aquel estereotipo en virtud del cual los músicos españoles no merecen el crédito de nuestros vecinos alemanes o franceses.

Fue Teresa Berganza quien en cierta ocasión definió la música de cámara como "la hora de la verdad". En efecto, las condiciones de inferioridad numérica y la presencia de un público, por lo general, mejor instruido que el de las citas sinfónicas, elevan esta disciplina al mayor grado de exigencia para los intérpretes, un salto sin red no apto para aficionados. "Si en las orquestas sinfónicas la melodía puede camuflar las aportaciones individuales", afirma Fabián Panisello, compositor y director del Plural Ensemble, "en los pequeños conjuntos cada elemento es un primus inter pares".

Hasta bien entrada la década de los 70, los escasos conjuntos autóctonos dependían del buen hacer de sociedades filarmónicas como la de Bilbao. Empezarían a ganar fuerza e independencia a medida que iban regresando los integrantes de una generación muy heterogénea de compositores enrolados en los circuitos europeos. "Todo músico que se precie tiene que salir, conocer mundo", dice Elías Arizcuren, uno de aquellos exiliados voluntarios y fundador del prolífico Octeto Ibérico de Violonchelos. "Con más motivo entonces, cuando España estaba al margen del florecimiento orquestal europeo de los años 50, 60 y 70". Hoy, mientras todas aquellas formaciones inician una traumática recesión, nuestros conjuntos de cámara apuntan cada vez más alto y en Europa, insiste Arizcuren, "se envidia nuestra generación de compositores". Precisamente, uno de los aspectos más interesantes de la música de cámara es su relación con las vanguardias. Muchos de los trabajos de compositores de la talla de Sánchez-Verdú, Sotelo, Puerto, Erkoreka, Torres o Rueda hacen patente la relación de reprocidad entre la música contemporá- nea y los conjuntos camerísticos.

En busca de repertorio. Para Jorge Fernández Guerra, director del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, "la música contemporánea es casi exclusivamente de cámara". Al fin y al cabo, compositores e intérpretes no son sino la expresión de un mismo objetivo, y ambos forman ya un sólido engranaje. "Un cuarteto de cuerdas tiene repertorio para aburrir -apunta Arizcuren-, sin embargo, para poner en marcha el Octeto Ibérico, tuvimos que perseguir a los compositores. Veinte años después, el octeto de violonchelos tiene más de 80 composiciones a medida".

Pero España no es sólo el origen de algunas importantes formaciones, también un destino académico ideal. Los cambios estructurales en los planes de estudio de los conservatorios y la creación de centros de enseñanza musical alternativos -la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, Musikene en San Sebastián o la ESMUC de Barcelona- han conseguido que nuestro país pase a engrosar las páginas amarillas de la enseñanza musical de alto nivel. "Hemos entrado en la Champions", decía este año Joan Oller, gerente del Auditori, en alusión a la reciente incorporación del coliseo catalán al elitista European Center Hall Organization, asociación que reúne 18 de las salas más importantes de Europa.

‘Higiene’ cotidiana. Visto así, podría parecer que la música de cámara es la primera etapa de la carrera musical. Enrique Rueda, jefe de estudios del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, advierte el error y mantiene que "la higiene cotidiana, espiritual y técnica, de las orquestas consiste precisamente en fomentar la rotación de pequeños subconjuntos dentro de la misma". éste es el caso, por ejemplo, de la Orquesta Sinfónica de Madrid, que en 2004, con motivo de su centenario, organizó un ciclo de cámara que en cada convocatoria llena las 1.700 butacas del teatro, entre público erudito y familias convocadas por la curiosidad. "El combinado no puede ser más atractivo -explican desde el teatro-: domingo por la mañana, precios populares y la posibilidad de conocer la Sala Principal".

La participación institucional a través de subvenciones ha sido clave en la profesionalización de grupos que abarcan un amplio espectro, de los solariegos tríos con piano, pasando por los versátiles cuartetos de cuerda hasta llegar a las imprevisibles formaciones de geometría variable, como se conoce en la jerga interna. Antes de que se diera a conocer el Cuarteto Casals, formado en el seno de la Escuela Reina Sofía de Madrid, la gente se preguntaba cómo sonaría un cuarteto español fuera de España. La respuesta la tienen Vera Martínez Mehner, los hermanos Tomas Realp y Jonathan Brown; lleno hasta la bandera en el Lincoln Center neoyorquino y varios bises en el prestigioso Festival de Salzburgo hacen balance a sus once años de actividad. Como ellos, el Trío Arbós, el Plural Ensemble, los grupos Instrumental de Valencia, Modus Novus, Enigma y Albéniz, los talleres Sonoro o el de Música Contemporánea de Granada, el Proyecto Gerhard, el Cuarteto Quiroga o los flamantes Ensemble Espair Sonor, Trío Cervantes o el Dúo del Valle concitan un interés nunca antes sospechado. Prueba también de este ambiente de prosperidad es el Cuarteto Pagagnini. Su espectáculo teatral Je t'aime mon amour, que estos días recala en Barcelona, aborda el formato desde la sátira. Su estilo, menos depurado, no hace sino probar la solidez de una forma de hacer música que ya ha calado en el público.

Una ruta imprescindible

Los próximos días serán prósperos para los amantes del género. Esta misma tarde, el Plural Ensemble que lidera Fabián Panisello acudirá al Auditorio Nacional de Madrid con partituras de Alban Berg, Jesús Rueda, Tomás Marco y el estreno absoluto del Concierto para Sonido de Adolfo Núñez. El lunes, en el Auditorio 400 del MNCARS, se podrán escuchar las piezas finalistas del XIX Premio Jóvenes Compositores de la Fundación Autor y el CDMC. Un día después, el Auditorio de Zaragoza recibirá al Grupo Enigma y el Festival BBK de Bilbao estrenará, entre otras piezas, un sexteto de Consuelo Díez. Para poder disfrutar del Cuarteto Casals en estado puro habrá que esperar al día 11, en el Auditori.