Música

Don Juan entre fogones

El Festival Mozart rescata "Il dissoluto punito de Carnicer"

8 junio, 2006 02:00

Ensayo de Il dissoluto punito de Carnicer

Al compositor español del siglo XIX Ramón Carnicer le ha llegado la hora de su reconocimiento. Tras el estreno el pasado año en el Teatro Real de Elena e Costantino, llega el 9 de junio al Mozart coruñés Il dissoluto punito, otro Don Giovanni, donde el creador catalán muestra su capacidad para unir el talento dramático del salzburgués y el lenguaje rossiniano. Esta exhumación ha sido fruto del olfato y entusiasmo de Alberto Zedda, director en La Coruña, que bajará al foso en una producción realizada por Damiano Michieletto, que ha ambientado su versión en las cocinas de un restaurante.

Aunque el aficionado medio, probablemente, el único Don Giovanni que distingue es el firmado por Mozart y Da Ponte, el catálogo operístico cuenta con numerosas páginas dedicadas al personaje creado por Tirso de Molina. Desde La parvita castigata de Eustachio Bambini (1734) al Don Giovanni de Vincenzo Fabrizi (1788), que tanto fascinara al mismísimo Goethe, son varios los compositores tentados, si bien fueron primero Gazzaniga y, sobre todo, Mozart quienes barrieron a los demás. El catalán Ramón Carnicer (1789-1855), estricto contemporáneo de Rossini, propuso la versión (1822) que ahora, a instancias de ese buen conocedor de la época que es el maestro Alberto Zedda, se recupera en el Festival Mozart de La Coruña. Carnicer es uno de los grandes referentes de la historia española. Avalado por una importante trayectoria en los teatros de Barcelona y Madrid, se convertiría en el primer profesor de composición del Conservatorio de la capital donde formó a figuras como Barbieri, Hernando o Gaztambide.

Su Dissoluto punito -que verá la luz mañana en el Teatro Rosalía de Castro- es, para el citado Zedda, "fascinante". Aunque a primera vista parecía "un discípulo de Rossini, el estudio de su partitura revela un sentido musical y teatral muy importantes. Además muestra detalles de gran modernidad porque pese a su vínculo belcantista rossiniano hay elementos que le aproximan a Bellini", afirma con el entusiasmo que da el hallazgo de una joya escondida. El proyecto, coproducción entre los festivales Mozart de La Coruña y Rossini de Pésaro, halla un punto de encuentro entre estos dos autores. "Hay una continua vinculación con el compositor sazlburgués y, por ello, pensamos que era un homenaje ideal coincidiendo con las conmemoraciones", apunta Zedda. "Desde los primeros acordes de la obertura donde suena la frase del Commendatore, Don Giovanni a cenar teco, los guiños a Mozart son continuos", valora afirmativamente.

Vínculo directo
Y es que el vínculo de Carnicer con Mozart fue directo ya que, coincidiendo con la invasión de las tropas napoleónicas, entre 1808 y 1814, el primero se trasladó a Menorca donde trabó contacto con Carl-Ernest Cook, discípulo del salzburgués, que le abrió las puertas al universo mozartiano. Para la profesora María Encina Cortizo, corresponsable de la edición crítica de la partitura para el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, Carnicer, "a partir de su tercera ópera, se apartó del genio rossiniano para acercarse a Mozart".

Eso no quiere decir que estemos ante un trasunto de la más célebre de las versiones. Zedda considera que su autor -en gran parte revelado el pasado año con la exhumación de su Elena e Costantino en el Teatro Real- realizó un excelente trabajo. "La obra tiene entidad suficiente para caminar por su propio pie. El público se va a entusiasmar porque si bien todo en la partitura no es de oro, el resto es de plata pura", comenta. Uno de los aspectos que se ha resaltado en beneficio de esta obra de Carnicer es su consistencia dramática, incluso superior a la del mismo Da Ponte. En realidad, el libreto mantiene un equilibrio entre el que realizara Bertati para Gazzaniga y el del citado Da Ponte.

El musicólogo Ramón Sobrino, también responsable de la edición, comenta que "la acción de la obra se concentra en una única línea argumental: el acoso al que Don Giovanni somete a Donna Anna, prometida de Don Ottavio, y el asesinato de su padre, Il Commendatore, como consecuencia del mismo a manos de Don Giovanni. El personaje de Donna Elvira, la esposa que abandonó el protagonista, ejerce de ángel vengador sólo en el primer acto para desaparecer en el segundo". En realidad, frente a la versión de Mozart, en la de Carnicer se prescinde de los personajes populares de Zerlina y Massetto, mientras que Leporello, que también tiene su "aria del catálogo", está muy lejos de ser ese alter ego que presentan Mozart y Da Ponte.

Esa concisión dramática es porque su autor lo califica de Dramma semiserio y no como Drama giocoso, tal y como figura en los libretos de Bertati y Da Ponte. Sobrino ve en esa sutil diferencia "donde se esconde la principal separación entre la obra de Carnicer y la de los precedentes hasta el punto que la única parte cómica que se incluye es la correspondiente a Leporello". Por otro lado, frente a la obra de Mozart, en la que asistimos a la muerte del Commendatore en la primera escena, aquí sucede al final del primer acto, lo que "eleva a grados insospechados la tensión dramática que deberá relajarse y volver a tensarse hasta alcanzar el clímax emocional en el final", señala Ramón Sobrino.

Por su parte, Zedda apunta que la trama alcanza toda su fuerza gracias al triángulo formado por Don Giovanni, Il Commendatore y Donna Anna, personajes a los que califica de "formidables" y que serán interpretados por tres voces importantes y jóvenes: Dimitri Korchak, Wojtek Gierlach y Annamaria Dell’Oste.

Partes exigentes
"Son partes muy exigentes. Don Giovanni es un tenor, pero no lígero, sino lírico pleno. Donna Anna debe superar todas las dificultades características del bel canto rossiniano mientras que Il Commendatore es un bajo aunque con recursos baritonales, un papel de difícil realización", añade.

Pese a que su autor es español, la obra no cuenta, según Zedda, con más elementos españoles "que los que puedan aparecer en El barbero de Rossini o Las bodas de Fígaro de Mozart". Es un lenguaje internacional en el que Encina Cortizo percibe"algunos elementos españolizantes" cuando el protagonista interpreta "unas seguidillas en su presentación vocal y un bolero en su aria del acto II". También Carnicer, en la fiesta-cena de Don Juan, incluye la célebre Cachucha, al lado de las correspondientes citas, también realizadas por Mozart, de Martín y Soler y Sarti, quizá, "porque en 1822, el público sería incapaz de reconocer a estos autores tan populares en los tiempos de Mozart".

Zedda, gran conocedor del repertorio, afirma que Carnicer se revela como un autor muy importante, "quizá el más rossiniano de los de su época, incluyendo a los italianos. Pero es un gran compositor. Ya se vio con Elena e Costantino en el Real, aunque yo creo que Don Giovanni es infinitamente superior".


El año de Alberto Zedda
El maestro Zedda vive un año importante. Acaba de ser galardonado como "Mejor director del año" en la primera edición de los Premios Teatro Campoamor y afronta con entusiasmo sus responsabilidades en La Coruña y Pésaro. Ese vínculo ha permitido numerosas sinergias como este Dissoluto punito, montaje realizado por Damiano Michieletto entre ambos festivales y que se verá el próximo año en Pésaro. "Es la primera vez que se estrena antes una coproducción. Los recortes de Berlusconi lo han expulsado del cartel para esta edición. Así que debemos dejarlo para el año que viene, aunque no cabe duda que era más apropiado, por tratarse de un homenaje a Mozart, para éste", indica.

Zedda es un apreciado director de orquesta además de un reputado musicólogo que conoce bien el repertorio belcantista. Señala la apuesta del Festival Mozart por los otros "libertinos", especialmente el caso de la elección de Stravinski -The Rake’s Progress- en la intensa lectura de Bieito. Con referencia a la próxima edición del Festival Rossini de Pésaro, lo más llamativo es la programación de una de las mayores rarezas de su autor, Torvaldo e Dorliska, "de la que apenas hay grabaciones y que se trata de una obra que tiene un libreto muy modesto pero que cuenta con una música excelente. Hasta el punto de que el propio Rossini la reutilizó en otras óperas más famosas posteriormente".