Image: Schönberg ¿culpable o inocente?

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Música

Schönberg ¿culpable o inocente?

Las nuevas programaciones rescatan la obra del compositor

30 septiembre, 2004 02:00

Autorretrato. Arnold Schönberg Center, Viena

Si durante años el compositor Arnold Schönberg ha sido considerado por muchos aficionados como un martillo para los oídos, su obra alcanza en esta temporada un protagonismo indudable. Mientras la Orquesta Nacional abre el 1 de octubre su curso con los Gurrelieder, el Palau de la Música de Valencia le dedica un ciclo sinfónico y la ABAO incluye su monodrama Erwartung.

A tenor del interés que en este año ha suscitado su persona en España, se podría dudar del vaticinio de Pierre Boulez cuando sentenciaba a comienzos de los años cincuenta que "Schönberg ha muerto". La Orquesta Nacional abre su temporada con los Gurrelieder y dedica un amplio espectro a la Viena de 1900 en la que se incluyen obras suyas importantes. Por su parte, el Palau de la Música de Valencia presenta un miniciclo de tres conciertos sinfónicos, bajo la batuta de Michael Gielen, en los que, entre otras, se incluye el estreno en España de La mano afortunada. Por su parte, la ABAO bilbaína programa junto a Salomé de Strauss, un nuevo montaje de Erwartung (La espera), con dirección de escena de Sagi y musical de Juanjo Mena. Teniendo en cuenta que, en algunos ámbitos, su nombre hace erizar los cabellos de más de un aficionado y a su invocación los melómanos hacen mutis por el foro, merece la pena profundizar en si el autor "maldito" de la afición lo sigue siendo o se aprecian elementos que reflejan una tendencia contraria.

La vida personal y artística de Schönberg nunca fue fácil. Fue acogido siempre con cierta distancia y, en ocasiones, con furibundo desprecio. Resignado a ello, en 1947 señalaba en una carta que "tengo perfecta conciencia del hecho de que una comprensión acabada de mis obras no es previsible antes de varias décadas. La mente de los músicos y del público tienen que madurar si se quiere que comprendan mi música. Personalmente he renunciado al éxito terrenal y sé que -con éxito o sin él- es mi deber histórico componer lo que mi destino me ordena componer". Para Josep Pons, titular de la Nacional y principal impulsor de este autor en el programa de este año, "su vida debió ser muy complicada y tuvo que sufrir mucho. Como anécdota se puede contar que a última hora de su etapa en Estados Unidos pidió una ayuda que no era tanto para vivir bien sino para no matarse dando clases y poder culminar Moses und Aaron, además de algunos libros. En aquel momento la Fundación Guggenheim se la negó y eso que se la habían concedido a gente propuesta por él". Durante años su batalla estuvo llena de incomprensiones y odios. Basta recordar la polémica con Klemperer que había señalado su "extrañeza" ante algunas obras de Schönberg. éste sentenciaba con cierto enfado que "no tengo la menor idea de cómo deberá nunca volver a funcionar el puente artístico roto", que da una idea de su carácter.

Para Pons, no queda más remedio que reconocer que "todavía mantiene un punto de maldito que ya sufrió en vida. Si se analiza con coherencia en la actualidad quizá no haya motivos. Fue un autor pionero en muchas cosas que luego han sido perfectamente asimiladas. A estas alturas no debería asustar a nadie. Tuvo una conciencia histórica por la que la música debería ir en un determinado camino que, en su concepto, venía dictado por su ética. Particularmente, creo que lo que en él fluía era el mundo de Gurrelieder, Pélleas o de la Sinfonía de cámara op. 9. No sé si está purgando algo, pero es un compositor que muchos defendemos con arrojo y de ahí su programación en la temporada de la Orquesta Nacional".


Peso histórico

Frente al caso de la ONE, Schönberg es uno de los pocos compositores de indudable peso en la Historia que está ausente del noventa por ciento de los programas de nuestras orquestas. A lo mejor, si estuviera vivo, el autor de La noche transfigurada, se dirigiría a ellas con la misma actitud molesta con la que escribió a Furtwangler protestando de que era el único autor de peso de quien la Filarmónica de Viena no había interpretado ninguna obra, afirmando "no permitiré que una obra nueva sea estrenada en Viena. El hecho es que soy el único compositor de cierta reputación cuya música aún no ha sido ejecutada por la Filarmónica".

Para salvar esas distancias se ha configurado el proyecto de Valencia por el que tres orquestas diferentes de alto nivel (la Tonhalle de Zúrich, la Radio de Berlín y la Radio de Baden Baden) todas dirigidas por ese excelente maestro que es Michael Gielen, propondrán una selección de algunas de sus obras más destacadas, incluyendo Un superviviente de Varsovia, las Variaciones para orquesta o el estreno en España de La mano afortunada. "Entendemos que una institución pública debe hacer estas apuestas", afirma Ramón Almazán, responsable de programación del Palau. "Ya el año pasado presentamos los Gurrelieder y de cara al curso que empieza entendíamos que podría funcionar un ciclo así. Schönberg todavía es un gran desconocido para la afición española".

Pero no es sólo un problema de la afición española. El Metropolitan de Nueva York hace sólo cinco años estrenaba su ópera póstuma, Moses und Aaron que, por cierto, desembarcará en el Real la próxima temporada. En casi ningún teatro se programa una ópera como Von Heute auf Morgen y cuando el Covent Garden presentó una nueva, y espectacular, producción de Willy Decker de Erwartung se encontró con medio aforo vacío. Algunos músicos recelan. El mismo Lorin Maazel afirmaba a EL CULTURAL, que el valor de Schönberg era mayor como teórico que como creador. Según Ramón Almazán, "la gente le tiene tirria al dodecafonismo y aledaños. En Valencia el público es conservador quizá porque falta una tradición. Pero creo que es una reacción del público, en general, y de España en particular. El público protesta si siempre se toca lo mismo pero si cambias, mira a otro lado". De ahí que el proyecto dedicado a Schönberg se haga "con orquestas de categoría que tienen más gancho y con un grandísimo director, que conoce muy bien el repertorio, como es Gielen. De alguna manera es un intento de divulgación. Las instituciones públicas estamos obligados a abrir caminos. Y que conste que lo que se incluye en el ciclo es incluso de lo más conservador de Schönberg".

Figura atractiva

Sin embargo, desde algunas miradas, la figura de Schönberg adquiere otro talante que lo hace muy atractivo para el espectador del siglo XXI. Para la profesora Marta Cureses, especialista en música contemporánea de la Universidad de Oviedo, "cada vez se le ve como una persona entrañable que lo intentó todo. En general los músicos y los públicos lo admiten mejor salvo aquellos que no son permeables. Creo que, a ciertos niveles, se puede considerar casi como un personaje romántico". Para Marta Cureses, el mito de que es portador de música difícil no puede aplicarse a toda su obra, sino a la época central. "Entiendo que no son especialmente complejas ni la primera etapa, la post-romántica, la de los Gurrelieder, ni la última cuando se va a Estados Unidos y se encuentra con que las orquestas no están habituadas al repertorio atonal, y tiene que hacer algunas concesiones. Particularmente pienso que son las obras que tienen solistas vocales, caso de Pierrot Lunaire y Erwartung las más duras porque el tratamiento de la voz es árido por el uso del sprechgesang. No es fácil que la gente escuche estas obras en un disco y sin la falta del apoyo escénico, mucha gente se echa para atrás. Sin embargo para mí, es una cuestión de acostumbrar el oído". Ramón Almazán incide en este aspecto y afirma que los espectadores muestran "muchos prejuicios. Porque cuando hicimos el pasado año los Gurrelieder hubo abonados que no vinieron a pesar de que es una composición de fácil comprensión".

Quizá por el peso que ha tenido en algún sector de la vanguardia también ha hecho que el aficionado lo relacione estrechamente con los compositores de la Escuela de Darmstadt casi hasta hermanarlo con los Stockhausen o Maderna. "Eso ya no se justifica" afirma Marta Cureses. "Es posible que hasta 1952, que es cuando Boulez dice aquello de ‘Schönberg ha muerto' para sustituirlo por Webern como referente para los modernos, había sido ‘el hombre'. Sin embargo, a partir de ahí permanece más como un referente moral, el abuelo de todos porque, de alguna manera, los vanguardistas creen que Webern ofrece propuestas mucho más avanzadas", señala con interés.

La ONE apuesta por los inmensos Gurrelieder para abrir la temporada, un obra elefantíaca por dimensiones y medios. Josep Pons le concede un valor de 10 sobre 10. Es una creación inmensa, un oratorio a la altura de los más supremos. Se acerca al nivel del éxtasis metafísico, en estado de gracia y con un hedonismo como pocos, al borde del éxtasis y rayando en lo sublime".

Quizá para acercarse a la obra de Schönberg habría que hacer caso a lo que él mismo escribía en una carta: "Lo que realmente se necesita es un gran número de gentes que, al leer el programa, primero no miren quién toca, quién dirige y quién canta, sino ¿qué tocan? En tanto una parte significativa del público no sea atraída por la obra ejecutada, será difícil llenar las salas de conciertos".