La soprano Nadine Sierra como Violetta Valéry en 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

La soprano Nadine Sierra como Violetta Valéry en 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

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'La traviata' regresa al Teatro Real: la Violetta que todos llevamos dentro

La ópera más popular de Verdi vuelve a Madrid este martes en la icónica producción de Willy Decker, que no pudo representarse por la pandemia.

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¿Qué tiene La traviata que la convierte en una de las óperas más populares –si no la que más– de Verdi? Más que la belleza de su música o la intensidad de la tragedia quizá sea la fuerza de su protagonista: Violetta Valéry.

Una cortesana condenada al rechazo social y a una muerte solitaria, que encarna como ninguna el ejercicio de realismo con el que Verdi consolida, tras Rigoletto e Il trovatore, su propio concepto de drama musical.

Inspirada en la vida de la célebre Marie Duplessis (1824-1847), y fruto de la adaptación de la versión teatral de La dama de las camelias de Alexandre Dumas (hijo), este título regresa al escenario del Teatro Real hasta el 23 de julio en una producción de Willy Decker cancelada en 2020 por la pandemia.

El drama de Dumas narra la historia de Marguerite Gautier, una cortesana que abandona una vida licenciosa en París para vivir con su amado, Armand Duval, amor al que renuncia por la presión de su padre para terminar muriendo de tisis.

En el libreto de Francesco Maria Piave, sus equivalentes –Violetta Valéry y Alfredo Germont– protagonizan una historia similar, aunque con diferencias significativas: desaparece el segundo acto de la novela y cobra protagonismo el padre de Alfredo, Giorgio Germont.

Estrenada el 6 de marzo de 1853, fue recibida con frialdad por el público –"¡Ha sido un fracaso! ¡Un fracaso total!", escribió Verdi tras la décima función– por un reparto poco convincente. Paradójicamente, fue la ópera más rentable de aquella temporada, y hoy aquel tropiezo es más un mito en contraste con el éxito sostenido de una ópera que nunca ha dejado de conmover.

El decorado de la producción de Willy Decker, estrenada en Salzburgo en 2005, es estricto en el plano visual: un fondo claro para que los personajes fuertes destaquen.

"Es una partitura hermosa, delicadísima, que nos guía por el corazón de esta mujer maravillosa". Henrik Nánási

Para el director de escena, Verdi sigue a Violetta como un amante obsesionado, y esta a su vez mantiene una relación ambivalente con la muerte: siente horror y miedo, pero también cierta añoranza hacia esa vía de escape ante una situación vital y amorosa que la asfixia.

Por eso Decker introduce un cuarto personaje: el doctor Grenvil, que encarna a la muerte, y un gran reloj que nos recuerda que los días de la protagonista están contados.

Su director musical, Henrik Nánási, que con este título aborda su primer repertorio operístico al frente del Coro y Orquesta titulares del Teatro Real, nos recuerda que esta ópera es también en cierto modo un homenaje.

"No hay que olvidar que Verdi también vivió su propio drama: perdió a su esposa y a sus hijos. Afrontó las sombras de su vida a través de esta ópera, y eso la hace intensamente dolorosa. Es imposible no dejarse tocar por ella".

La soprano Nadine Sierra (Violetta Valéry) y el tenor Xabier Anduaga (Alfredo) en un momento de 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

La soprano Nadine Sierra (Violetta Valéry) y el tenor Xabier Anduaga (Alfredo) en un momento de 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

Y añade: "El público sigue de cerca el destino de Violetta y siente una profunda empatía por ella. Tiene la posibilidad de ser amada y vivir rodeada de afecto... pero el destino le niega esa segunda oportunidad, y eso no puede dejarnos indiferentes".

La partitura, agrega, expresa esa evolución emocional con una sutileza extraordinaria: "Cuando el amor de Alfredo la toca, Violetta empieza a abrirse, no solo a él, sino también a sí misma. Valora los pequeños matices de sus emociones. Eso mismo ocurre en la música: cada nota tiene un significado, cada intervención orquestal encierra algo. Es una partitura hermosa, delicadísima, que nos guía por el corazón de esta mujer maravillosa".

Brillan momentos inscritos en la memoria colectiva: el famoso Brindisi, el duettino Un di felice o las dos arias de Violetta, –"magníficas, porque revelan a los personajes con precisión"–, aunque el enfoque de Nánási no se basa en si un aria es popular o no, sino en "partir de cero, abrir la partitura y entender a los personajes" desde la persona que es hoy.

Para la soprano Nadine Sierra, que encarna a la protagonista junto a Adela Zaharia en un momento estelar de su carrera, "hay una Violetta en cada uno de nosotros. Todos, en algún momento, hacemos cosas por amor. La veo como un personaje fuerte, pero también conozco sus debilidades como conozco las mías".

El barítono Tomeu Bibiloni (El barón Douphol) y la soprano Nadine Sierra (Violetta Valéry) en 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

El barítono Tomeu Bibiloni (El barón Douphol) y la soprano Nadine Sierra (Violetta Valéry) en 'La traviata'. Foto: Javier del Real / Teatro Real

Lo más trágico para ella no es solo que Violetta sepa desde el comienzo que va a morir, sino que su historia de amor será breve: "Por fin experimenta lo que es ser cuidada por su condición femenina –y no ser utilizada por ella–, y que eso se le arrebate es desgarrador".

Violetta encarna una figura universal de entrega, vulnerabilidad y coraje. "Estas heroínas nos enseñan a valorar la vida, a no darla por sentada; a no abusar de quienes queremos. Las mujeres tenemos un papel fundamental en esto porque somos las primeras madres y cuidadoras de cada persona que camina sobre la Tierra.

Ver estas tragedias recaer sobre los hombros de una mujer tiene un impacto profundo: ¡Por eso quienes seguimos vivos no debemos dar nada por hecho y vivir nuestras vidas al máximo!", reflexiona Sierra. Tal vez por eso Violetta –ese espejo en el que todos nos reflejamos– sigue siendo una razón poderosa para volver al Teatro Real. Para conmovernos como si fuera la primera vez. Para creer, con ella, en las segundas oportunidades.