Arnold Taraborrelli

Arnold Taraborrelli

Obituario

Muere a los 92 años el maestro de la danza estadounidense Arnold Taraborrelli

El coreógrafo y bailarín americano, afincado en nuestro país desde los años sesenta, deja huérfanos a una larga nómina de actores y artistas a los que ayudó en la profesión.

7 enero, 2024 15:03

El bailarín, coreógrafo y maestro de danza estadounidense afincado en España Arnold Taraborrelli (Filadelfia, 1931) ha muerto hoy a los 92 años en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde permanecía ingresado debido a un resfriado o gripe que aceleró la gravedad de la enfermedad a la que llevaba años enfrentándose. 

Taraborrelli, que no tendrá rito de despedida por deseo suyo, era un maestro muy querido por sus discípulos, entre los que figuran célebres actores y cantantes que le han profesado auténtica devoción. El director Juan Pastor, en un homenaje que se le rindió en el teatro María Guerrero de Madrid hace dos lustros, lo expresó con acierto: “Las experiencias teatrales con Arnold siempre están dominadas por el amor. Su técnica es directa, sencilla, poco pretenciosa y muy eficaz”. A muchos de sus alumnos les resultaba difícil renunciar a sus clases, perpetuándose en ellas durante años.

“Tienes que ir a Arnold” era frase común entre los actores madrileños desde que este americano aterrizó en nuestro país en los años sesenta. A golpe de pandereta y contando en inglés one, two, three…, Arnold daba confianza a los intérpretes que pisaban su estudio de la calle General Oráa, donde enseñaba al actor a ser consciente de su cuerpo y su movimiento en el escenario: "Cuando un actor se mueve, rompe el espacio y genera vibraciones, igual que un barco que surca el mar y genera olas".

Lola Flores y los bailarines Mercedes y Albano Zúñiga tienen la culpa de que este singular personaje de Filadelfia haya vivido felizmente entre nosotros. Arnold estaba trabajando en Puerto Rico como coreógrafo cuando conoció a los artistas españoles; quedó tan fascinado con su personalidad que se vino a España. Si se le preguntaba qué le decidió a quedarse en nuestro país, decía con su inconfundible acento yanqui: “Este era un país muy exótico para un americano de Filadelfia. ¡Había serenos y vacas en la ciudad cuando ibas a comprar la leche!”.

[Arnold Taraborrelli, el gurú de los actores]

Ya en España, en los sesenta, conoció a Miguel Narros y su compatriota William Layton. Los tres iniciaron una fructífera etapa en la enseñanza de la interpretación y el movimiento escénico que germinó en el Teatro Estudio de Madrid (TEM), el Teatro Estudio Independiente (TEI) y el Teatro Estable Castellano (TEC). Y en la que Taraborrelli colaboró con los directores en célebres montajes. "Yo siempre había trabajado con bailarines en el teatro y la televisión en Estados Unidos, Puerto Rico y Londres, pero Narros me abrió la puerta al trabajo con actores", declaró.

La noche del homenaje logró llenar hasta la bandera el María Guerrero de “arnoldistas” emocionados. Fue una de las veladas más auténticas y divertidas que he presenciado. Delgadito, pelo blanco, cara afilada, sonrisa siempre presente, era fácil identificarlo en uno de los palcos del teatro por el jersey morado intenso que vestía, también por la cola de gente que peregrinaba hasta allí para saludarle y abrazarle.

Carmen Machi, Ana Belén, Natalie Seseña, José Maya, Helio Pedregal, Eloy Arenas o José Pedro Carrión fueron algunos de los que capitanearon la “manifestación” de arnoldistas llegando a ofrecer confesiones maravillosas. El dramaturgo Fermín Cabal, fallecido recientemente, explicó: “Los grandes maestros son los que hasta de los alumnos más incapaces sacan algo. Arnold consiguió que yo pueda sacar a bailar a las chicas”.

La actriz Carmen Machi llegó a ser adicta a sus clases y confesó entonces que recuerda sus enseñanzas a diario. Y Carlos Hipólito declaró: “Arnold te hacía sentir especial, me enseñó a manejar el espacio y a estar en el escenario. Y hay una cosa que me divierte mucho de él, su acentazo americano después de llevar tantos años en nuestro país. Recuerdo cuando intentaba explicarnos que debíamos movernos como el incienso de una butifarra. Un rato después nos dimos cuenta que se refería al incienso de un botafumeiro”.

[Tiempo de monólogo en nuestras tablas]

Arnold deja huérfanos a una larga nómina de actores y artistas a los que ayudó a confiar en sí mismos y a tomar posesión de su profesión, lo que no es poca cosa en un ámbito tan sensible e inestable como el de la interpretación. Un maestro de la escena de una generosidad y alegría única que deja un gran vacío.

Javier Perianes. Foto: Igor Studio

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