Rocío Molina y Niño de Elche, en una imagen promocional de 'Carnación'.

Rocío Molina y Niño de Elche, en una imagen promocional de 'Carnación'. Simone Fratini

Escenarios

El éxtasis de Rocío Molina y Niño de Elche: los dos iconoclastas del flamenco se unen en 'Carnación'

La bailaora y el cantaor llevan a Madrid su premiado espectáculo, una pieza que funciona como un mecanismo de relojería que conduce hacia la trascendencia

3 diciembre, 2022 03:46

“Tú sabes que he trabajado con muchísima gente destacada de la música y las artes escénicas, pero el nivel de intimidad que he establecido con Rocío en Carnación no lo he sentido con nadie”, comenta Niño de Elche (Elche, 1985) del nuevo trabajo de Rocío Molina (Torre del Mar, 1984), que se anuncia en las Naves del Español de Madrid, del 3 al 10 de diciembre.

La bailaora malagueña lo presentó en la Bienal de Venecia, donde recibió en julio el León de Plata de la Danza, y en septiembre en la Bienal de Sevilla. Por si fuera poco, en agosto fue galardonada también en Italia con el prestigioso Premio Positano Léonide Massine. El Cultural reúne a Rocío Molina y a Niño de Elche en un diálogo en el que, cada uno desde su particular experiencia, analiza a dos voces las claves de Carnación.

Pregunta. ¿Cuál es la relación que se establece en el escenario entre Rocío Molina y el Niño de Elche?

Rocío Molina. Paco (Niño de Elche), que además de actor asume en Carnación los roles de cantaor y codirector musical, es mi gran pilar en esta obra. Nos apoyamos el uno al otro, somos dos vigas de mucha consistencia, pero que se transforman en algo dulce y blando, que son nuestros cuerpos. Nos relacionamos con total pulcritud, con mucha delicadeza, aun así entramos en terrenos duros, agresivos, si bien lo que hacemos realmente es asistirnos, permitiéndonos llegar a todos los lugares que hay en nuestro ser.

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Niño de Elche. Hay mucho de piel. En una relación sugerente y personal llevamos a cabo una escucha muy aguda y no solo el ponerle sonidos a los movimientos. Eso me ha gratificado muchísimo. Ha sido un gran descubrimiento porque con Rocío tenía una relación normal entre profesionales, pero nunca me imaginé que podíamos llegar a generar una pieza de esta índole y cimentar un vínculo tan íntimo, tan delicado y especial.

R. M. Paco me ha dado la base para poder realizar Carnación. Nunca me había encontrado con un artista que me sostuviera con tanta firmeza y, al mismo tiempo, con tanta exquisitez ante lo que hacemos. Es una especie de vigilancia, un refinamiento en su cercanía que desemboca en una forma de amor.

La filosofía del deseo

P. ¿Cómo se produjo esa colaboración tan estrecha? ¿Partió la iniciativa de Rocío Molina o Niño de Elche se ofreció para participar en el proyecto?

N. de E. Rocío me propuso que la acompañara en Carnación, y además de estar con ella en el escenario me pidió que compusiera parte de la música, los efectos sonoros y cantara. Se trata de una idea basada no solo en los intereses filosóficos sobre el deseo, sino en una serie de experiencias anteriores que había tenido ella sobre los impulsos, y llegué a la conclusión de que existían conexiones que nos unían: la relación con el tiempo, con lo físico, con los signos, con las expresiones, con la sensualidad, con lo grotesco... Eran elementos comunes y se generaba una reciprocidad. Así que se trata de una obra en la que me siento bastante reflejado. El espíritu de Rocío y el mío están acordes, tanto en el plano estético como en el discursivo de la pieza.

Rocío Molina: “Mi presencia en el escenario es una especie de crónica autobiográfica, una confesión”

P. Rocío, ¿Carnación surgió de una idea que de repente viste clara, de una lectura, de una reflexión?

R. M. Carnación aparece irremediablemente tomando conciencia del deseo y también de querer perderle miedo al deseo y seguirlo. Lo que descubro es que el deseo es absolutamente necesario para la vida, aunque también entiendo que en la sociedad actual los deseos que tenemos son superfluos, pero me refiero al deseo natural, de lo absoluto, del alma.

P. ¿Y, concretando un poco más, cuál es el papel de Niño de Elche?

N. de E. Hay partes en Carnación en las que soy un personaje que lleva a cabo una serie de acciones, no tanto con Rocío, que es un espectáculo mucho más transversal, sino en relación con la obra que Rocío plantea. Y entonces el foco está ahí. Y en otros momentos es un paso a dos y un diálogo que está presente de una manera más o menos explícita. También debo decir que la improvisación aquí no es uno de los valores a tener en cuenta. El valor está en el trabajo que hemos hecho de sincronización, de medir al detalle los pequeños gestos, con un guion estricto, riguroso, en el que es muy difícil cualquier guiño a la espontaneidad, tratándose de una obra que exige exactitud y, por supuesto, escrupulosidad. Necesita una partitura precisa para que se estructure correctamente y se origine ese estado de éxtasis sónico.

R. M. Hablando de estados, mi presencia en el escenario es una especie de crónica autobiográfica, una confesión, abriéndome en canal y olvidándome del público, como si no estuviera presente, pero sí expresando todo lo que llevo dentro, exponiendo de una manera a veces descarnada lo que siento. Bailo lo que digo y digo lo que bailo. Es la relación amorosa que tengo con mi arte.

Niño de Elche: “Un proceso como el de 'Carnación' te hace ser otro: no eres el mismo cuando terminas”

N. de E. En Carnación he podido poner en práctica cosas que anhelaba. Para mí, Rocío, que ha sido una revelación, muestra un desarrollo personal trascendente y, a la vez, complejo. Hacía tiempo que no veía a alguien con esa profundidad, con ese deseo de llegar a la raíz en su búsqueda. En este sentido, Carnación es una obra que me ha cambiado, claro que sí.

P. ¿Tanto ha supuesto esta obra para ustedes?

R. M. A todos nos ha cambiado. Creo que en Carnación hay una ruptura, una fragmentación de todo lo que he hecho en mi carrera. La considero una performance y también como una obra que no está concebida desde los códigos flamencos, que está enfocada al deseo y al desapego emocional y material de muchas cosas. Es una pieza que no tiene nada que ver con lo que he venido haciendo, pero en donde me he concedido libertad absoluta y ahora, sorpresivamente, me encuentro muy cómoda en esta faceta de mi vida y de mi propia trayectoria artística.

N. de E. Cuando esto te pasa y lo compartes, si eres sensible y honesto contigo mismo, claro que una obra así tiene una repercusión. Desde que terminas un proceso creativo de este calado, o cuando lo estás generando, ya te hace ser otro tipo de artista. Básicamente, yo no soy el mismo después de Carnación.