Image: Carlos Saura: El teatro es un plano general con sus propias leyes

Image: Carlos Saura: "El teatro es un plano general con sus propias leyes"

Escenarios

Carlos Saura: "El teatro es un plano general con sus propias leyes"

10 mayo, 2019 00:00

Carlos Saura. Foto: Sergio Parra

El polifacético Carlos Saura vuelve al “plano general” del teatro con El coronel no tiene quien le escriba, el bello texto de Gabriel García Márquez que cuenta, con magistral pulso narrativo, la historia de un militar retirado capaz de esperar años una pensión que nunca llega. Imanol Arias será, a partir del día 15 en el Infanta Isabel de Madrid, ese coronel con cuerpo de vidrio con el que Saura, una vez más, se retrata artísticamente.

No es octubre, ni invierno, pero el coronel vuelve a sentir, esta vez encima de un escenario, hongos, animales y lirios venenosos en sus tripas. También vuelve el sueño que le inunda de telarañas y su manía de evitar el sombrero para “no tener que quitárselo delante de nadie”. En la breve sinfonía literaria de García Márquez el protagonista espera todos los viernes, con la paciencia de un buey, el correo que le abra las puertas a su pensión de veterano. Junto a él y su mujer, un gallo de pelea pondrá las bases del realismo mágico de Macondo y la mítica estirpe de Aureliano Buendía de Cien años de soledad.

El coronel no tiene quien le escriba llega el próximo día 15 al Teatro Infanta Isabel de la mano de Carlos Saura (Huesca, 1932), uno de los creadores más prolíficos de nuestra cultura reciente. Director de películas como Los golfos, La prima Angélica, Cría cuervos y Elisa vida mía, Saura siempre ha sentido una hipnótica atracción por los escenarios. En 2013 se atrevió con El gran teatro del mundo, de Calderón, pero previamente ya había homenajeado a las tablas en la película ¡Ay, Carmela!, obra de Sanchis Sinisterra en la que narra, con Carmen Maura y Andrés Pajares, las peripecias de un grupo de cómicos durante la Guerra Civil en el bando republicano. Ahí está también su querencia por la ópera, y en especial por Bizet y Carmen, Mozart y Don Giovanni, ésta última trasladada al cine en 2010 y cuya versión operística está a punto de estrenar. “Me siento muy cómodo en el teatro -explica a El Cultural-. Para mí es una aventura. No conozco bien el que se hace actualmente pero me parecen muy interesantes algunas cosas que he visto. Me sorprende mucho, comparándolo con el cine, que sea un plano general, por lo que hay que espabilarse. Mi sueño sería acercarme a los actores pero, claro, no se puede. Es una limitación pero también lo más bonito”.

Imanol Arias en un momento de El coronel no tiene quien le escriba. Foto: Sergio Parra

De Juan Diego a Imanol

Para llevar al teatro la segunda novela del Nobel colombiano, Saura contó para sus primeras representaciones en Zaragoza y Huesca con Juan Diego pero en el estreno madrileño será Imanol Arias quien dé vida al esquivo coronel que odiaba por encima de todo el viscoso aire de octubre. Le acompañarán Cristina de Inza, Jorge Basanta, Fran Calvo y Marta Molina en una puesta en escena que pone a la vista del público unos personajes “muy básicos” y donde la figura esencial y omnipresente del gallo representa en todo momento “la esperanza en un mundo mejor”.

Lo grande del texto de García Márquez es que es muy humano. Esta muy relacionado con la actualidad, con nuestra forma de vivir y de pensar"

Saura atribuye el mérito de esta adaptación al trabajo de los actores pero también a la pericia de Natalio Grueso, que ha realizado una versión a la que no ha puesto una sola objeción y en la que creyó desde el instante en que el autor de La soledad y el productor José Velasco se la pusieron encima de la mesa: “Es una historia muy minimalista en la que prácticamente no ocurre nada. Es una pareja que espera algo pero que nunca llega. No me he preocupado por saber qué se queda y qué no. La considero una versión muy adecuada. He intentado que la representación se entienda y que se comprendan sus protagonistas”.

Pregunta. ¿Con qué escena se quedaría de este montaje de El coronel no tiene quien le escriba?
Respuesta. Con todo. Es una obra con momentos muy hermosos pero que solo se entienden en su conjunto. Lo grande de este texto precisamente es que es muy humano y con mucha relación con el mundo actual, con nuestra actual forma de vivir y de pensar. Los problemas que aparecen en escena son de carácter cotidiano, por lo que pueden conectar con cualquier persona. Es por eso que no ha habido demasiada dificultad a la hora de encontrar un vínculo con lo contemporáneo.

P. ¿Qué le ha dado el teatro? ¿Qué ha significado en su vida? ¿De qué forma ha condicionado su creación artística?
R. Empecé a trabajar en el teatro con Antonio Gades y los musicales Carmen y El amor brujo, de los que se hicieron obras de ballet. He trabajado con flamenco en teatro… o sea que tengo una cierta experiencia. Me parece un medio fascinante que tiene sus propias leyes. En todo momento ha sido una experiencia enriquecedora.

P. Ha anunciado también el estreno de Don Giovanni para los próximos meses...
R. Sí, la vamos a llevar en septiembre a La Coruña. Es una obra a la que le tengo un cariño especial, pues ya la abordé de alguna manera en mi película Io, Don Giovanni. Como todas las obras de Mozart, es magnífica y realmente atractiva. Creo que la ópera es una de las formas más artificiosas de contar una historia.

P. ¿Qué medio artístico concentra mejor sus inquietudes creativas?
R. El cine. Para mí es prioritario. Todas las cosas que me interesan -fotografía, música, literatura, danza...- se reúnen al hacer una película.

P. Por la forma de rodar y de afrontar el documental Renzo Piano: un arquitecto para Santander entendemos que la arquitectura también le apasiona. ¿Es algo concreto con Renzo Piano o hay un interés más profundo y general?
R. Estudié ingeniería cuando era joven y me di cuenta de que lo que quería haber estudiado era arquitectura. Luego ya se intercalaron la fotografía y el cine y se interrumpieron mis estudios arquitectónicos. Puede decirse que mi relación con Renzo Piano ha sido de una profunda amistad y de respeto por su obra. En estos momentos lo considero un gran amigo.

P. Anuncia también El rey de todo el mundo, nueva entrega, rodada en Jalisco, de sus ya clásicos musicales (Sevillanas, Flamenco, Tango, Fados, Jota...) donde reúne lo mejor de la música popular. ¿Qué ha intentado contar esta vez?
R. El rey de todo el mundo tiene una potente historia de ficción. En ella cuento un acontecimiento personal pero en esta ocasión a través de estilos que siempre he admirado: la música y la danza mexicana. Es mi segunda experiencia en México tras Antonieta. Siempre he querido hacer una película sobre la fotógrafa Tina Modotti.

Saura evoca dos mujeres -dos activistas que llegaron a conocerse- y dos épocas muy diferentes de su trayectoria cinematográfica. Por un lado, con la escritora, actriz y mecenas mexicana Antonieta Rivas Mercado (interpretada por la francesa Isabel Adjani en su película de 1982) y por otro con Tina Modotti, que retrató los acontecimientos revolucionarios de Latinoamérica durante las primeras décadas del siglo XX. Saura dinamita así el tópico que el mismo García Márquez se encarga de recoger en El coronel no tiene quien le escriba a través de las palabras del médico del coronel: “Para los europeos América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver. No entienden el problema”.

El nuevo Gobierno debe preocuparse más por la cultura. España ha dado mitos universales como Carmen, Don Juan y Don Quijote"

P. ¿Cree que se ha perdido el compromiso político que tenía la cultura durante los años de la Transición? ¿Cuál es su visión de nuestro país en estos momentos?
R. España ha cambiado tanto… los intereses actuales son muy distintos a los que había después del franquismo. No hay mas que salir de España para darse cuenta de cómo ha cambiado. Hoy España es un país moderno.

P. ¿Cómo recuerda sus primeras películas? ¿Las tiene presentes?
R. Trato de no verlas y de no pensar en ellas. Me gusta vivir el presente y proyectarme siempre hacia el futuro. No me gusta vivir en el pasado.

P. ¿Le gusta el cine que se hace ahora? ¿Qué carencias, de gestión y artísticas, encuentra en sus producciones?
R. El cine ha cambiado totalmente desde el instante en el que han aparecido las cámaras digitales, los teléfonos… Hoy se puede hacer una película con pocos medios, lo cual es una gran oportunidad para los jóvenes. Esto era impensable en los años en los que yo empecé a hacer cine.

P. ¿Qué le pediría al nuevo gobierno salido de las elecciones del 28 A? ¿Qué le preocupa de la política en estos momentos?
R. Que se preocupe más por la cultura. Ninguno de los dirigentes de los partidos han hablado de ella. La cultura es lo que dejamos para el futuro. Cuando hablamos de España en el extranjero se dice que es un país amable. El Barça, el Madrid, Cervantes, Lope, Picasso, Gaudí…. Y eso es la cultura. No hay que olvidar que en España se han creado mitos universales como Carmen, Don Juan y Don Quijote.

P. ¿Tiene alguna opinión sobre la vuelta a la primera línea de la política de la ultraderecha?
R. Una opinión tajante: me parece fatal. Habría que mirar hacia el pasado para ver todo lo que ha sucedido. No solo en España, también en países como Alemania… Da la sensación de que el ser humano no puede vivir sin guerras y sin conflictos. Igual de tajante le diré que yo siempre he sido un hombre de izquierdas.

P. ¿Cómo ha vivido y vive un aragonés la deriva y los acontecimientos protagonizados por el independentismo catalán?
R. Pues mire, que yo estoy por la independencia de Aragón, y dentro de Aragón, de Huesca.

La despedida de Carlos Saura no podía tener otra cosa que retranca. Da la sensación de que el autor de la exposición fotográfica España años 50 (que podrá verse dentro de muy poco en Cuenca dentro del festival PhotoEspaña) pone en todo momento las cosas en su sitio. Parece dotado de la precisión del desesperado y firme coronel de García Márquez que, postrado en la ribera de un río similar a una lámina de acero, no necesitaba abrir la ventana para darse cuenta de que era diciembre y que termina por apostarlo todo a la imprevisible pelea de un gallo. Como el coronel, Saura parece que siempre tiene veinte años menos.

@ecolote