Carme Portaceli recibe el premio a la Mejor Dirección de Escena

Oskara, Caída del cielo y Solo son mujeres triunfan en una gala reivindicativa con el papel de la mujer

Los espectáculos de danza Oskara y Caída del cielo se han impuesto en una gala muy reñida de los Premios Max de las Artes Escénicas, que este año llegaban a su vigésima edición. Sin embargo, el protagonismo de la noche ha ido a parar al papel de la mujer en las artes escénicas y en la sociedad, con continuas reivindicaciones por parte de los galardonados en el escenario del Palau de las Arts de Valencia, donde se celebró la pasada noche la ceremonia.



La danza de inspiración vasca del coreógrafo valenciano y Premio Nacional Marcos Morau Oskara, de la compañía de Rentería Kukai Dantza, ha recibido tres galardones de los siete a los que estaba nominada: Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Elenco de Danza y Mejor Espectáculo de Danza. Por su parte, la mezcla de danza y performance de Caída del cielo ha proporcionado a su creadora Rocío Molina dos de las manzanas enmascaradas diseñadas por Joan Brossa: Mejor Intérprete Femenina y Mejor Coreografía. Además el espectáculo se llevaba el premio al Mejor Diseño de Iluminación.



Por su parte, el reparto de premios en los apartados teatrales ha estado muy repartido. Solo son mujeres, de Factoria Escènica Internacional, S.L., se alzó con los galardones a Mejor Dirección de Escena para Carme Portaceli y Mejor Espectáculo de Teatro. El laberinto mágico proporcionó estatuillas a José Ramón Fernández por su adaptación del texto de Max Aub y a Paco Ochoa por su trabajo como actor de reparto. Por su parte La respiración encumbraba a Alfredo Sanzol como mejor autor teatral y a Nuria Mencía como mejor actriz protagonista.



La gala, dirigida por Joan Font de Comediants se ha desarrollado en un ambiente festivo durante algo más de dos horas. La cómica Ana Morgade, presentadora y maestra de ceremonias, ha incidido en la importancia de las mujeres en el sector. "Esta gala es una excusa perfecta para poner a las autora primero, a ver qué pasa", ha señalado durante su discurso inicial. Después se pasaba a entregar el premio al Mejor Espectáculo de Calle, siendo la primera vez que se reconocía esta categoría. La merecedora del galardón era finalmente Mulïer, de Maduixa Teatre, S.L., una obra con la mujer como punto de partida. "Esto va dedicado a todas las mujeres que luchan día a día por conseguir la libertad", ha defendido Joan Santacreu.



Carmen Portaceli ha defendido la memoria de "tantas que lucharon por la libertad y la democracia" en España al recibir el galardón a Mejor Dirección de Escena por una obra, Solo son mujeres, sobre el papel de las mujeres durante la Guerra Civil. Alfredo Sanzol, premiado por su trabajo en La respiración, ha continuado esta defensa femenina afirmando que "nacer hombre o mujer no es importante, sino nacer una persona lo más empática posible con los seres humanos". "En mis textos, he viajado con personajes femeninos con la misma libertad que los masculinos", ha aseverado.



La presidenta de la Fundación SGAE, Inés París, ha alertado en su primera gala en el cargo de que, si bien "la situación de los autores es difícil e injusta, ser mujer lo complica más", recordando que solo un 17,5% de los socios de la SGAE son mujeres. "Se equivocan los que creen que el paso del tiempo mejorará esta situación injusta. Hay que llevar a cabo sin timidez más acciones que resuelvan esta discriminación y para cambiar con la lacra de la violencia de género hay que cambiar los contenidos del teatro, porque falta el punto de vista de la mitad de la población", ha lamentado.



En su intervención también ha habido espacio para la reivindicación del IVA cultural -"el teatro sufrió un descenso importantísimo a partir del 2010 por el IVA, a ver si se dan cuenta porque en el cine va a pasar lo mismo"- y la reivindicación de la labor autoral -"talento no falta, sino estrategia pública"-. Además, ha tenido un recuerdo para el recientemente fallecido Luis Goytisolo, quien ya denunció que "recortar en educación y cultura es talar el porvenir de la sociedad".



Ángel Ruiz, al recoger su premio como mejor actor protagonista por Miguel de Molina al desnudo, también ha sido uno de los que ha levantado la voz para recordar que el teatro "tiene que dar una bofetada a las conciencias". "Esta historia no es solo sobre el genio de Miguel de Molina, sino sobre todo de los que sufrieron la persecución y el olvido. Espero que la Ley de Memoria Histórica se lleve a cabo", ha reclamado.



Los premios especiales al Grupo Yeses -colectivo teatral de mujeres presidiarias- o el reconocimiento al Festival de Almagro -con su directora, Natalia Menéndez, subiendo al escenario- han sido otros de los momentos más celebrados de la gala, aunque sin duda María Cárdenas -premio revelación por Sindrhomo- ha acaparado una de las ovaciones más largas al recordar que su "mayor premio es haber superado dos cáncer".



Uno de los momentos más emotivos ha sido la entrega del Max de Honor a Salvador Távora, quien ha reivindicado su espectáculo Quejio, puesto en marcha hace 45 años para "romper con la imagen de divertimento en Andalucía por encima de todo". "En un país de tanta riqueza cultural, las nacionalidades tienen que salir al paso de la uniformidad. La cultura es sufrimiento, ingratitud y ganas de libertad", ha resaltado, entre una larga ovación de los presentes.



Távora, quien ha subido acompañado por la dramaturga Paloma Pedrero, ha insistido en que la "responsabilidad de la cultura es fundamental en todo, de una forma u otra". "Es una maravilla cuando el teatro trata de comunicar cosas serias. La SGAE está haciendo mucho por mantener el teatro, que tiene que ser cultura y libertad", ha concluido.