Image: Albert Recasens, al rescate del Siglo de Oro musical

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Escenarios

Albert Recasens, al rescate del Siglo de Oro musical

3 febrero, 2017 01:00

Albert Recasens y La Grande Chapelle. Foto: David Blázquez

Tras una exhaustiva investigación patrocinada por la Fundación BBVA, el musicólogo y director de La Grande Chapelle ha recuperado para los escenarios la obra de Pedro Ruimonte, maestro de capilla y de cámara de los archiduques de Austria. Este viernes, 3 de febrero, presenta al público el resultado con un concierto gratuito en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid.

¿Y si todo el mundo conociera a Cervantes y a Lope, pero nadie a Quevedo ni a Góngora? ¿Y si solo hubiésemos oído hablar de Velázquez y del Greco, pero no de Zurbarán ni de Ribera? Con esta llamativa comparación, el musicólogo y director Albert Recasens mide el enorme desconocimiento que existe de la música española del Siglo de Oro, un periodo del que solo el compositor Tomás Luis de Victoria es un poco conocido por el gran público.

La tarea de Recasens es recuperar y divulgar la obra de grandes compositores de aquella época que han permanecido entre las sombras de la historia. En el proyecto que le mantiene ocupado desde hace un año ha elegido para tal fin a Pedro Ruimonte (1565-1627), que fue maestro de cámara y de capilla de Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y soberana de los Países Bajos españoles junto a su marido, el archiduque Alberto de Austria. El matrimonio, que inauguró un periodo de cierta autonomía en la región concedida por el monarca español, se dedicó en gran medida al mecenazgo de las artes, atrayendo también a otros grandes músicos europeos a su corte de Bruselas, como los ingleses Peter Philips y John Bull, los flamencos Pieter Cornet y Géry de Ghersem o el italiano Girolamo Frescobaldi, además de a pintores como Rubens y Brueghel el Viejo.

Ruimonte se estableció en Bruselas en 1595 y allí publicó todas sus obras. Recasens lo considera uno de los compositores españoles más importantes y un innovador. "Asimiló todas las novedades musicales del barroco que llegaron de Italia en esos primeros años del siglo XVII". Escribió motetes, misas, villancicos (muy distintos a los actuales) y madrigales, un género que no había tenido ninguna repercusión en la música española. Estas piezas profanas a capela, compuestas por Ruimonte en castellano, son, en opinión de Recasens, auténticas joyas que merecen ser rescatadas. "Lo más importante de sus madrigales es el texto y su potenciación expresiva mediante la música. Todo está perfectamente medido siguiendo cada uno de los versos del poema. Por ejemplo, si habla del pesado discurrir del tiempo, utiliza notas largas. Si habla de huir, emplea notas rápidas. Si habla de la soledad, deja sola a una melodía. Es lo que llamamos pintura musical".

De los manuscritos a los escenarios

Después de una larga investigación patrocinada por la Fundación BBVA, Recasens ha desenterrado la música de Ruimonte y la ha devuelto a la vida. Este viernes, La Grande Chapelle, agrupación que fundó su padre, Ángel Recasens, y que él mismo dirige desde 2007, interpretará en la Iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid algunas de las piezas que sonaron en la corte de los archiduques Alberto e Isabel de la manera más fidedigna que permiten las evidencias históricas. "Soy un científico de la música y al mismo tiempo un artista, dos facetas que a menudo entran en contradicción. Tenemos que llegar al público respetando en todo momento el rigor científico e histórico", explica el musicólogo.

Recasens ha acudido a las fuentes originales donde se conservan las escasas partituras, manuscritas e impresas, de las obras de Ruimonte. Para ello ha tenido que bucear en los archivos de las bibliotecas nacionales española, británica, francesa y belga, entre otras. Después ha tenido que transcribir la música del antiguo sistema de notación al contemporáneo. Además, en la mayoría de las obras, de carácter eminentemente vocal, las partituras originales no ofrecen ninguna pista sobre el acompañamiento instrumental, de modo que ha tenido que consultar, en el caso de la música de capilla, los libros de contabilidad del palacio de Coudenberg, donde residían los archiduques, que se incendió en 1731 y del que hoy solo se conservan sus cimientos y sótanos bajo la Plaza Real de Bruselas. En esta documentación aparecen los pagos hechos a los ministriles (músicos que tocaban instrumentos de viento en ceremonias religiosas), pudiendo identificar instrumentos como el sacabuche (antecesor del trombón), el bajón (pariente del fagot) y la corneta. En el caso de la música de cámara, representada en los salones del palacio y de la que no existe contabilidad, Recasens ha tenido que recurrir a grabados y otros documentos de época para determinar el uso de flautas de pico, vihuelas de arco y laúdes.

Desde las primeras pesquisas hasta el estreno de este viernes, todo el proceso ha durado un año. El siguiente paso, con la ayuda económica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Comunidad de Madrid y el Centro de Estudios Europa Hispánica, será la edición de un disco a través de Lauda, el propio sello de Recasens y La Grande Chapelle. En sus diez años de historia, la casa ha lanzado 17 discos de la agrupación. El último hasta la fecha es Sebastián Durón. Música para dos dinastías (2016), coincidiendo con el tricentenario de la muerte del músico barroco.

En el concierto del viernes, organizado por el Centro de Estudios Europa Hispánica, la Biblioteca Nacional de España y la Fundación BBVA, La Grande Chapelle tomará como eje los madrigales y villancicos de Ruimonte, y el programa se completará con obras vocales e instrumentales de sus colegas que pasaron por la corte del palacio de Coudenberg, principalmente motetes a doble coro de Philips, así como piezas instrumentales de Frescobaldi y Cornet. "Aquella corte fue un parnaso de músicos, pintores y arquitectos y en ella confluyeron los estilos español, flamenco, inglés e italiano, con la mirada siempre puesta en la experimentación", destaca Recasens.

El director de La Grande Chapelle es extremadamente escrupuloso a la hora de reconstruir sobre el escenario la música de otras épocas. Por ejemplo, para este proyecto se ha asegurado de conseguir vihuelas de arco (término español que Recasens prefiere al italiano viola da gamba) renacentistas y no barrocas, cuyo uso está más extendido. En ese sentido, compara su labor con la de un restaurador de arte, que tiene que ser lo más fiel posible a los pigmentos y técnicas originales de un cuadro. "Sería impensable que un profesional de este tipo no respetase el rigor científico, pero desgraciadamente en música sí ocurre, en aras de un producto más comercial y de llenar el aforo en los conciertos".

@FDQuijano