Escenarios

El IX Premio Valle-Inclán ya tiene candidatos

El jurado presenta a los 12 candidatos que, el próximo 13 de abril, se enfrentarán por el prestigioso galardón, concedido por El Cultural y patrocinado por la Fundación Coca-Cola

5 febrero, 2015 00:00

El pasado lunes se reunió en Madrid el jurado del IX Premio Valle-Inclán. Como es habitual y tras la puesta en común de nombres y las oportunas deliberaciones, se han dado a conocer los nombres de los 12 finalistas del galardón, uno de los más prestigiosos de la escena teatral española. Concedido por El Cultural y patrocinado por la Fundación Coca-Cola, el Premio reúne cada año (y van nueve ya) a lo mejor de nuestro teatro en torno a la figura de Valle-Inclán. Dotado con 50.000 euros y una estatuilla realizada por el escultor Víctor Ochoa, el premio nació con el objetivo de reconocer el mejor espectáculo teatral que durante el año haya pasado por las salas madrileñas. Y así ha sido durante las ocho ediciones anteriores. Juan Echanove, Angélica Lidell, Juan Mayorga, Nuria Espert, Francisco Nieva, Carmen Machi, Miguel del Arco y Carlos Hipólito ostentan ya este reconocimiento.

El nombre del ganador de la IX edición se dará a conocer, como ya es tradición, al final de una emocionante cena durante la cual, y mediante el sistema Goncourt, se van eliminando, entre plato y plato, a los 11 finalistas. La gala será el próximo 13 de abril en el Teatro Real y, como siempre, allí se congregarán expectantes los finalistas, compañeros de profesión, productores de las obras, políticos y periodistas. Es la gran noche del teatro español.

Presidido por el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker, el jurado de esta IX edición del Premio Valle-Inclán ha estado formado por el académico de la RAE y presidente de El Cultural, Luis María Anson; el presidente de la Fundación Coca-Cola, José Núñez Cervera, y el gerente de la misma, Juan José Litrán; el adjunto al director para EM2/Cultura de El Mundo, Pedro García Cuartango; el redactor jefe de Cultura de El Mundo, Manuel Llorente; el crítico teatral Javier Villán; las actrices Nuria Espert y Carmen Machi; el dramaturgo Juan Mayorga; el subdirector de programación cultural de la Comunidad de Madrid, Ruperto Merino; el abogado y periodista José María García-Luján; la periodista de RNE, Paloma Zuriaga; el productor de teatro Mariano Torralba; la periodista de El Cultural y editora, Liz Perales; el crítico y poeta Jaime Siles y el profesor Eduardo Pérez Rasilla.

Y estos son los 12 autores, actores y directores que compiten este año por la deseada estatuilla del Premio Valle-Inclán: José Sacristán, Arturo Fernández, Concha Velasco, Ignacio Amestoy, Ernesto Caballero, Blanca Portillo, Alfredo Sanzol, Santiago Sánchez, Lluís Pasqual, Sanchis Sinesterra, José Ricardo Morales y Paloma Pedrero.


José Sacristán por El loco de los balcones

José Sacristán en El loco de los balcones

"Desde que desapareció Fernando Fernán Gómez, el mejor actor español es José Sacristán", afirmaba sin dudarlo Luis María Anson en su Primera Palabra. Y desde luego el actor es uno de los nombres fuertes de nuestra escena y tras su interpretación en El loco de los balcones no podía faltar en esta terna. Dirigida por el argentino Gustavo Tambascio, se trataba de la tercera entrega de las obras de Mario Vargas Llosa que se subía a las tablas del Teatro Español. Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) lo dejó todo -incluso sus recitales de Machado en el Teatro del Barrio- para meterse en la piel del profesor Aldo Brunelli, un personaje con connotaciones quijotescas que resultó ser un traje a medida para el actor.


Arturo Fernández, por Enfrentados

Arturo Fernández es el Padre José María

Todavía puede verse en el Teatro Amaya Enfrentados, la comedia protagonizada por Arturo Fernández (Gijón, 1929). Tras cosechar importantes premios por todo el mundo -Premio Moliere (Francia), Theatre World Award (EE.UU.) y Drama Desk Award (EEUU)-, llegó a España esta producción en la que el actor interpreta al Padre José María, un sacerdote católico de gran carisma, que probablemente esté llamado a mayores. Todo cambia con la llegada de un seminarista apasionado y rebelde... Sin duda ha sido 2014 el año de Arturo Fernández y de su vuelta a la cartelera madrileña. Apadrinado por Albert Boadella, meses antes pudimos ver también al actor encarnando a un particular Don Juan en Ensayando Don Juan (Teatros del Canal).


Concha Velasco, por Hécuba

Concha Velasco en la piel de Hécuba

Se estrenó triunfante en el Teatro Romano de Mérida y llegó a Madrid, al Teatro Español, en febrero del pasado año. Concha Velasco encarnaba a la Hécuba de Eurípides en versión de Juan Mayorga. A las órdenes de José Carlos Plaza bordaba un papel complicado, un personaje vengativo y trágico. En la obra, Eurípides cuenta el trágico destino de las troyanas que acompañan al ejército griego vencedor tras la caída de Troya. Con ellas viaja Hécuba como esclava. Cuando llega a Tracia, a donde había enviado a su hijo Polidoro para salvarle de la guerra, descubre que el rey Poliméstor le ha dado muerte. Hécuba jura vengarse de él y no vacilará en erigirse a un tiempo en acusador, juez y verdugo. "Me atrevería a decir que es el personaje más importante que he interpretado en mi carrera después de Teresa de Jesús. Y, al mismo tiempo, el que más huella me está dejando personalmente", nos decía en la entrevista que le hicimos entonces. Concha Velasco estuvo entre los 12 candidatos en 2011 por su interpretación de Madame Rose en La vida por delante.


Ignacio Amestoy, por Dionisio Ridruejo. Una pasión española

Ignacio Amestoy. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

El Centro Dramático Nacional rescataba una antigua pieza que Ignacio Amestoy (Bilbao, 1947) había escrito sobre este gran poeta e intelectual treinta años atrás: Dionisio Ridruejo. Una pasión española. La obra, bajo la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente se estrenó el pasado mes de marzo en el Teatro Valle-Inclán. "Dionisio Ridruejo fue un espejo en el que mirarse. Como otros muchachos españoles creyeron superar las ‘dos Españas', izquierdas y derechas, precipitándose en la trampa del fascismo. Y él fue de los primeros en reaccionar", nos contaba el autor. La acción se mueve en el terreno del teatro-documento y el ritual y tiene lugar en una residencia militar, los días 28 y 29 de junio de 1975, víspera de la muerte del poeta. Finalista del Valle-Inclán en 2011 por La última cena, es la segunda vez que se encuentra entre los nominados.


Ernesto Caballero, Rinoceronte

Ernesto Caballero

Rinoceronte es la obra con la que Ionesco formuló su rechazo al nazismo y, por extensión, a todo proceso totalitario. Ernesto Caballero retomaba esta fábula para estrenarla en el Teatro María Guerrero en un montaje protagonizado por Pepe Viyuela. A lo largo de los tres actos de la obra, los personajes van experimentado una llamativa metamorfosis: pasan de ser personas a rinocerontes. Un proceso que termina por arrinconar al protagonista, Berenger, que ve cómo todo su entorno sufre esta mutación, hasta quedar solo. "En el fondo, el conflicto que muestra es el de la conciencia individual frente a los proyectos o inercias colectivas. Nos alerta del peligro de que la manada pueda disolver la personalidad", decía Caballero. Una obra cuya videncia no se ha diluido con el tiempo. El director del CDN ha estado entre los finalista varias veces: Sainetes (2007), Auto (2008), El café de negrín (2011) y Montenegro (2014).


Blanca Portillo, por El testamento de María

Blanca Portillo es la Virgen María de Colm Tóibín

La actriz Blanca Portillo (Madrid, 1963) volvía con esta obra al drama y al monólogo. De la mano del director Agustí Villaronga, se subía a las tablas del Teatro Valle-Inclán para representar a una Virgen María vista a través de la mirada del escritor irlandés Colm Tóibín. Un texto en el que el personaje de las sagradas escrituras se transforma en una heroína más cercana a Electra, Medea y Antígona; humanizada y vestida con ropajes paganos. Nadie mejor que Blanca Portillo para encarnarla. La actriz conoce ya el Valle-Inclán: estuvo nominada en 2008 por su interpretación en Mujeres soñaron caballos, de Daniel Veronese; en 2010 por Hamlet y en 2013 por su papel de Segismundo en La vida es sueño.


Alfredo Sanzol, por La calma mágica

Alfredo Sanzol

También en el Teatro Valle-Inclán estrenaba uno de los autores teatrales del momento: Alfredo Sanzol (Pamplona, 1972) La calma mágica. Un montaje cómico, muy delirante y alucinado. Coproducida por el Centro Dramático Nacional y Tanttaka, la pieza suponía un paso más en la obra dramática de su autor -Risas y destrucción (2005), Sí, pero no lo soy (2008), Delicadas (2010)-. El texto narra el momento en el que Olivier (Iñaki Rikarte) intenta que Martín (Aitor Mazo) borre un vídeo que le ha grabado en el trabajo mientras dormía junto al ordenador. "A partir de ahí -explicaba Sanzol a El Cultural- se configura un ritmo muy vivo que se mezcla con momentos más solemnes, como si se parara el tiempo y los personajes se pusieran a buscar entre sus emociones". Ya sabe lo que es ser finalista del Premio Valle-Inclán: lo fue en 2012 por su obra En la luna.


Santiago Sánchez, por Decamerón negro

Santiago Sánchez.

Director de la compañía L'Om Imprebís y encargado de llevar a los Teatros del Canal este Decameron negro, un compendio de increíbles historias de amor y caballería de la literatura oral africana recogidas por el antropólogo alemán del siglo XIX Leo Frobenius. Erotismo y danza se mezclaron en este espectáculo dirigido junto a Hassane Kouyaté, director de Burkina Faso que se unió a la compañía en 2004. Santiago Sánchez estuvo nominado ya el año pasado por Transición, texto que dirigió junto a Carlos Martín.


Lluís Pasqual, por El Caballero de Olmedo

Lluís Pasqual

Vovía 22 años después el director Lluís Pasqual (Reus, 1951) a El Caballero de Olmedo. El texto de Lope de Vega se presentaba en el Teatro Pavón bajo la dirección de Pasqual y de la mano de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y La Kompanyia. Casi sin escenografía, más popular y austero que en ocasiones anteriores. “La manera de contar los clásicos ha cambiado”, afirmaba contundente el director del Teatre Lliure a El Cultural poco antes del estreno hace poco más de un año.


Sanchis Sinisterra, por Éramos tres hermanas

Sanchis Sinisterra. Foto: Javier Barbancho

Finales de marzo del año pasado: por primera vez Chejov entra en el Teatro de La Abadía y lo hace de la mano de Sanchis Sinisterra que firma una particular deconstrucción de Las tres hermanas. “Chejov anticipa, en cierto modo, a Beckett, pero también a Pinter y a otros importantes renovadores del teatro del siglo XX”, nos explicaba el autor de Éramos tres hermanas. Variaciones de Chejov. Carles Alfaro dirigía la versión.


José Ricardo Morales

José Ricardo Morales

El CDN se volcaba el pasado mes de abril con José Ricardo Morales (Málaga, 1915). Dramaturgo exiliado en Chile tras la Guerra Civil. El María Guerrero acogía entonces cuatro de sus obras, emparentadas con el absurdo de Beckett. Así pudimos ver Las horas contadas, de 1967, y La corrupción al alcance de todos escrita en 1995, unidas en un solo montaje de Víctor Velasco, Sobre algunas especies en vías de extinción (2007), dirigida por Aitana Galán, y  Oficio de tinieblas (1966), a cargo de Salva Bolta. Este año cumple 100 años y sigue escribiendo.


Paloma Pedrero, por Magia-Café

Paloma Pedrero

Comprometida autora y directora, Paloma Pedrero (Madrid, 1957) estrenó Magia-Café en la sala Cuarta Pared el pasado mes de marzo. Un paso adelante más de los muchos que lleva dados con su proyecto Caídos del cielo, con el que ya estuvo entre los finalistas del Premio Valle-Inclán en 2009. Una obra que habla de exclusión social, de tres mujeres que ocupan una casa para poder acoger a gente sin hogar y hacer música, crear arte. Paloma Pedrero ha estado también nominada en 2007 por Beso a beso y en 2012 por En la otra habitación.