Fotograma de 'Urchin'.
'Urchin', la caída hacia el abismo de la marginalidad y la irrupción de Harris Dickinson como director
El actor de 'Babygirl' y 'El triángulo de la tristeza' debuta con una ópera prima sobre un joven adicto y sin hogar que deambula por la periferia de Londres.
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Cada vez son más habituales los escarceos de actores detrás de las cámaras. Solo este año, intérpretes consolidados como Scarlett Johansson (Eleanor the Great), James McAvoy (California Schemin) o Kristen Stewart (La cronología del agua) han debutado como cineastas.
Siempre ha sido común –recordemos que los llorados Robert Redford y Diane Keaton también dirigieron sus propios proyectos– pero no tanto encontrar películas que merezcan la pena. Urchin, ópera prima del actor Harris Dickinson (Londres, 1996) es una de ellas.
Dickinson, quien ya demostró su valía interpretativa en la provocativa Babygirl (Halina Reijn, 2024), en el retrato coral de la hermandad de El clan de hierro (Sean Durkin, 2023) o en la satírica El triángulo de la tristeza (Ruben Östlund, 2022) y encarnará a John Lennon en el ambicioso proyecto sobre los Beatles de Sam Mendes, debuta en la dirección con un filme sobre un joven adicto y sin hogar, Mike (Frank Dillane), que deambula por la periferia de Londres.
Un personaje arquetípico, del que Dickinson, también guionista y actor secundario del filme, no busca un relato concreto, sino una historia universal: la vida en la calle, la drogadicción y la reinserción social, temáticas a las que ya se había aproximado en el cortometraje Who cares (2013).
No vemos cómo Mike ha acabado ahí, lo único que sabemos, y la cámara se esfuerza hábilmente por transmitir esta sensación, es que es otro fantasma más invisibilizado por la sociedad.
En este adulto aniñado que lucha contra sí mismo hay mucho del River Phoenix de Mi Idaho privado (Gus Van Sant, 1992) y no solo porque ambos personajes compartan nombre.
Dillane se luce por primera vez como protagonista encarnando a la perfección la misma personalidad errante y naif que volcó Phoenix en uno de sus escasos y valiosos papeles. Un joven aparentemente inofensivo, pero capaz de arrasar con cada oportunidad de cambiar de vida.
En su debut como cineasta, Dickinson no busca un relato concreto, sino una historia universal sobre la vida en la calle y la reinserción social
“Cada día me levanto con esta sensación, alguien que me dice: no, aquí tú no puedes entrar”, se sincera Mike, en una de las últimas escenas de la película, cuya paleta de colores, en ocasiones eléctricos y saturados, recuerda también a la del filme de los 90.
Aunque con matices, se podría encontrar además paralelismos entre el personaje de Keanu Reeves en el filme de Van Sant y el que interpreta el propio Dickinson en su película: un amigo cómplice en el viaje hacia la autodestrucción que después le abandona a su suerte.
Ambos finales, el de Mi Idaho privado y Urchin, parecen desembocar en el mismo punto, con sus personajes destinados a una caída sisífica.
En esta última, con un desenlace sorprendente y onírico, la película se sumerge en la fragilidad de quienes, aun deseando redimirse, solo encuentran nuevas formas de caer.
Dickinson, que revela aquí una prometedora carrera como cineasta, deja entrever que, quizá, detrás de ciertas puertas tampoco hay salvación posible, solo el vértigo de seguir descendiendo, una y otra vez.
Urchin
Dirección y guion: Harris Dickinson. Intérpretes: Frank Dillane, Harris Dickinson, Megan Northam. Año: 2025. estreno: 14 de noviembre.