
'Los pecadores': Robert Johnson contra los vampiros en un atrevido y carismático musical de acción
'Los pecadores': Robert Johnson contra los vampiros en un atrevido y carismático musical de acción
Ryan Coogler, director de las dos entregas de Black Panther, sigue reivindicando el legado de la cultura afroamericana en un filme gozosamente imperfecto.
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Hacía tiempo que Hollywood no nos entregaba una superproducción con la energía y el carisma que destila Los pecadores, el nuevo proyecto del consolidado tándem que conforman el director Ryan Coogler y el actor Michael B. Jordan. Es una película que en este presente de secuelas, sagas y remakes sin riesgo ni gracia consigue ‘molar’ genuinamente. Los pecadores es juguetona, atrevida, sexy, divertida, sangrienta…
No es que sea un filme que busque la originalidad a toda costa, pues ya hemos visto en otras ocasiones sus ambientes, su tono y, sobre todo, su giro narrativo, el mismo que diseñaron hace un par de décadas Robert Rodríguez y Quentin Tarantino en Abierto hasta el amanecer -y no consideren esto un spoiler, porque es algo que anuncia el trailer y el mismo prólogo del filme-.
Donde reside la magia de Los pecadores, sin embargo, es en saber combinar de manera eficaz todos sus elementos, procedentes del cine de terror, del drama social, del género de acción o del thriller, y en ponerlos al servicio, primero, de la diversión y, después, de una reflexión sobre el poder de la música.
Según cuenta la leyenda, Robert Johnson vendió su alma al diablo en un cruce de carreteras para convertirse en el mejor guitarrista de blues de la historia. Coogler nos lleva al tiempo y al lugar donde supuestamente ocurrió la transacción, el Mississippi de los años 30, para darle la vuelta a este mito luciferino y seguir homenajeando el legado de la cultura afroamericana, como ya hiciera en sus dos entregas sobre el personaje Black Panther, el superhéroe de Marvel.
En el centro del relato, por tanto, encontramos a Sammie (Miles Caton), que se debate entre la vida recta que defiende su padre el predicador y su vocación de blusero, disciplina vinculada inevitablemente al pecado.
Sammi es reclutado por sus primos, los gemelos Smoke y Stake, dos gánsteres que regresan a la zona tras una temporada en Chicago para abrir un local en el que los negros vayan a emborracharse y bailar tras sus duras jornadas de trabajo. A ambos personajes los interpreta Michael B. Jordan, una fuerza de la naturaleza con un despampanante carisma que sabe dotar a cada uno de los personajes de su propia personalidad. En su trabajo recae buena parte del encanto de Los pecadores.
Algo tiene de musical el filme -cuya banda sonora firma Ludwig Göransson, ganador del Oscar por Oppenheimer-, con números bastante sugerentes, como el que divide las dos partes de la narración, la tarantiniana de la vampírica, un plano secuencia atrevido y virtuoso, que nos habla de cómo el talento puede convocar los sonidos (y los espectros) del pasado y del futuro. Y que también convocará a fuerzas malignas, convirtiendo el filme en un home-invasion gozoso y divertido, en el que Coogler demuestra en todo momento un gran sentido del espectáculo y de la acción.
No es un filme perfecto -por ejemplo, subraya demasiado el tema de la ambivalencia de la música, que nos puede salvar y condenar-, sino gozosamente imperfecto. Un entretenimiento que parece salido de otro tiempo.
P.D.: este cronista vio la película en IMAX y no puede más que recomendar la experiencia.
Los pecadores
Dirección y guion: Ryan Coogler.
Reparto: Michael B. Jordan, Miles Caton, Hailee Steinfeld, Wunmi Mosaku, Jayme Lawson, Omar Benson Miller.
Año: 2025.
Estreno: 16 de abril