Paul Giamatti y Dominic Sessa, en 'Los que se quedan'

Paul Giamatti y Dominic Sessa, en 'Los que se quedan'

Cine

Crítica de 'Los que se quedan': Alexander Payne regresa por la puerta grande y sin rastro de cinismo

La película, con guion y actores sublimes, sigue a tres personajes memorables obligados a pasar solos la Navidad de 1970 en un internado.

3 enero, 2024 01:50

Basta con enumerar alguno de los títulos que Alexander Payne proyectó al equipo de Los que se quedan para comprender qué clase de película buscaba: Luna de papel (1973), de Peter Bogdanovich, y los tres primeros filmes que dirigió su admirado Hal Ashby, a saber: El casero (1970), Harold and Maude (1971) y El último deber (1973).

No es solo que el filme transcurra en las Navidades de 1970/1971, es que persigue con una determinación conmovedora el sentido humanista y político-social de aquellos tiempos, como si la América del presente pudiera leerse no tanto desde la nostalgia por un mundo perdido, sino desde la necesidad de recuperar una actitud honesta hacia las historias y los personajes que por entonces conciliaban a crítica y público.

Inspirándose en la premisa de un filme de Marcel Pagnol (Merlusse, 1935), narra la improbable relación de amistad que desarrollan un estudiante solitario (Dominic Sessa), cuyos padres acaban de divorciarse, y su cascarrabias profesor (Paul Giamatti) cuando tienen que quedarse solos en un prestigioso internado durante las vacaciones de Navidad.

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Les acompaña en su soledad navideña la jefa de cocina del centro (Da’Vine Joy Randolph), una afroamericana de luto que ha perdido recientemente a su hijo en Vietnam. Los tres forman una suerte de familia forzada que no en vano encuentra su correlación simbólica con las figuras de José (Paul), María (Mary) y Jesús (Angus).

Es ese limbo un territorio preñado de convenciones en torno al modo en que la convivencia con extraños puede modificar sus destinos existenciales (un subgénero en sí mismo), pero el guion y los actores, sublimes, logran insuflar un desarrollo orgánico al dramedy y alejarlo de las situaciones previsibles.

Si en otras ocasiones, Payne ha sido acusado de burlarse de sus personajes en pos del elemento satírico (sobre todo en Citizen Ruth y Election), en esta ocasión podemos sentir en cada encuadre, diálogo y giro argumental que verdaderamente ama a sus personajes y que no hay rastro de cinismo en el retrato de sus debilidades.

La operación de “replicado” del filme, ofreciéndose como un objeto anacrónico realizado como hace cincuenta años, no es solo de carácter estético (desde los logos y cartelas iniciales hasta el empleo de agresivos zooms) sino que afecta a la propia naturaleza de su dramaturgia, punteada por éxitos musicales del momento que van de Cat Stevens a Paul Simon.

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En este sentido, el ritmo moroso de la historia, el tiempo que se toma para que podamos conocer a sus personajes y el modo en que expande su punto de vista (hay un relevante momento, en una escapada que hacen a Boston, en que la historia se queda con Mary y desplaza al profesor y al alumno del centro del relato), nos traslada a un cine que ya no se estila, pues ahora depende de los “ritmos de consumo” y del estímulo automático de las plataformas.

Los que se quedan nos invita a ser testigos de cómo crece el afecto y la admiración de tres personajes memorables cuyas vidas, como en todo el cine de Payne, se deciden en los mecanismos emocionales de una encrucijada.

Los que se quedan

Dirección: Alexander Payne

Guion: David Hemingson

Intérpretes: Paul Giamatti, Da’Vine Joy Randolph, Dominic Sessa

Año: 2023

Estreno: 3 de enero de 2024