Un momento de 'Rabiye Kurnaz contra George W. Bush'

Un momento de 'Rabiye Kurnaz contra George W. Bush'

Cine

Un hijo inocente en Guantánamo: la historia de la madre coraje que denunció a George W. Bush

Andreas Dresen cuenta la historia real de una madre coraje turco-alemana que batalló hasta el final para que liberaran a su hijo de Guantánamo

3 febrero, 2023 20:20

Veinte años después, Guantánamo, en Cuba, sigue siendo un “centro de detención” en el que aún permanecen encerrados 39 presos. Símbolo de los horrores y las contradicciones de Occidente, en sus tiempos de máximo rendimiento en el apogeo de la guerra occidental contra los talibanes, llegó a albergar casi 800 reos. Muchos eran culpables, no pocos eran inocentes. Como Murat Kurnaz, un joven turco-alemán de 19 años arrestado en Pakistán un mes después de los ataques de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Lo “vendió” un oficial corrupto de policía por tres mil dólares, la recompensa que pagaban los estadounidenses por “peligrosos terroristas”.

Como Murat, que pasó cinco años en aquella prisión, todos ellos se quedaron suspendidos en un limbo legal. Condenados a sobrevivir en un lugar de terror como Guantánamo que al estar “fuera y dentro” de sus fronteras permitía al Gobierno de Estados Unidos saltarse a la torera los derechos más elementales, como proveerles de un abogado, un tiempo máximo de detención sin que haya juicio o su propia integridad física, ya que se practicaron torturas.

Comenzó entonces una odisea de cinco años en la que su madre, la valerosa Rabiye, hizo todo lo posible por liberar a Murat. Lo cuenta Andreas Dresen, veterano artesano del cine alemán que nació en 1963 en la extinta RDA, la Alemania comunista, en Rabiye Kurnaz contra George W. Bush, ganadora del Oso de Plata al mejor actor y mejor guión en el Festival de Berlín.

Desde el propio título podemos adivinar que se reeditará el eterno mito de David contra Goliat. Cuenta el cineasta: “Leí sobre esta historia en los periódicos y luego vi en la televisión cuando Murat regresó de Guantánamo. Tocó mi corazón ver a ese hombre joven con esa barba tan larga. Parecía destrozado por una parte después de cinco años de encarcelamiento, pero por otro lado tenía mucho poder interior. Ese contraste entre una persona rota y al mismo tiempo tan íntegra me afectó. Por otra parte, me sigue escandalizando que una persona pueda estar cinco años presa en un sistema democrático sin que haya un juicio. Así que fui a Bremen y al principio mi intención era contar la historia desde el punto de vista del chico, pero como occidental me resultaba muy difícil imaginar lo que podía haber pasado durante esos cinco años en un lugar como Guantanamo Bay”.

Rabiye, el terremoto turco

Dotada de un delicioso sentido del humor, y mucho gracejo para sacar partido del refranero turco (“la palabra miel en los labios no hace dulce la boca”), Rabiye (Meltem Kaptan) es el alma de la película. En uno de los momentos más divertidos, cuando su abogado, el no menos heroico Bernhard Docke (Alexander Scheer) le presenta su querella contra George W. Bush le da un ataque de risa. En otro, recibe un certificado de la “cancillería alemana” y lo confunde con la carnicería. Estampas que ilustran la muy desigual lucha de esta “madre coraje”.

Cuenta Dresen: “Cuando conocí a Rabiye y cenamos, me enamoré en seguida de ella porque es una persona llena de humor, energía y tiene mucho poder dentro. Allí encontré también el punto de vista que necesitaba. Lo maravilloso de esta historia es que, aunque no tenga ninguna opción, ella sigue luchando. Tiene una energía increíble, un gran poder femenino y su carácter impregna la película. Yo mismo nunca pensé que podría tratar esta historia con humor. Nos demuestra que las personas, incluso en las situaciones más duras, pueden encontrar motivos para reírse. Fue un gran alivio cuando la conocí y trajo esa ligereza, esa luz a la historia. Su personalidad marcó un nuevo tono”. En el filme, cabe añadir, también vemos la parte oscura y las dolorosas depresiones que atravesó la protagonista.

Rabiye contra George W. Bush también sirve como homenaje a la extensa comunidad turca residente en Alemania, donde viven más de tres millones. “En Alemania esa comunidad es muy importante, muchos llevan aquí más de cincuenta años. Ellos son los que tiran del carro de la industria del automóvil porque muchos trabajan allí como el propio marido de Rabiye. Esta gente está completamente integrada en la sociedad y todos hablan alemán. Por eso me resulta tan triste y sorprendente la manera en que el gobierno de mi país actuó en este caso”. Por cierto, quien quiera conocer el punto de vista de Murat puede leerlo en su libro autobiográfico Un inocente en el infierno, publicado por la editorial Star.

Porque Rabiye y su infatigable abogado no solo tienen que luchar contra el propio presidente de Estados Unidos y presentar su caso ante el imponente Tribual Supremo de Washington, también contra un sistema que condena a su hijo a una especie de limbo. Los turcos consideran a Murat alemán porque allí ha vivido toda su vida y no ha hecho el servicio militar obligatorio y los alemanes, turco, porque es la nacionalidad que consta en su pasaporte. Cabe señalar que Alemania tiene una de las políticas más restrictivas del mundo a la hora de conceder la nacionalidad.

“Murat se quedó perdido entre dos países”, explica Dresen. “Nadie se hizo responsable de su destino. Los americanos descubrieron un año después que era inocente. Entonces llamaron al gobierno alemán y les advirtieron de que podían reclamarlo. Sin embargo, la cancillería, por motivos que desconocemos les contestó que era el Gobierno turco el que debía hacerse cargo. Eso duró más de tres años en los que Murat tuvo que seguir en ese campo de concentración, que es la palabra adecuada para describir Guantánamo. Me sentí muy avergonzado de ese Gobierno, que para más inri era socialista y ecologista. Ni siquiera nadie ha tenido el detalle de pedir disculpas”.

Se refiere Dresen en este caso al Ejecutivo liderado por Gerard Schroeder en el que el “verde” Joschka Fischer ejercía como ministro de asuntos exteriores. Cabe decir, en honor a la verdad, que fue Merkel quien por fin se tomó en serio el asunto y consiguió la liberación del joven.

El imperio de la ley

En Rabiye Kurnaz contra George W. Bush vemos cómo la decisión del abogado Docke, especializado en casos de derechos humanos, genera rechazo incluso al principio entre algunos colegas de su despacho. Con frecuencia, algunos le preguntan cómo puede defender poniendo tanto esfuerzo personal a un posible “terrorista” que no cree en el propio Estado de Derecho. El filme, en este caso, inventa a una estrella de Hollywood, un tal Tim Williams, que ayuda financieramente a los héroes de la película y se compromete públicamente, cuya función dramática, el aspecto más discutible del filme, parece ser representar la propia opinión del director.

Dice Dresen: “Con frecuencia he hablado con Bernhard Docke para tratar este asunto. Él siempre me decía que para él como abogado resulta indiferente si Murat era inocente o culpable. La cuestión clave es que no se puede encerrar a una persona durante años sin una sentencia judicial. No se trata de si es inocente o no, sino de que hay reglas democráticas que deben regir para todos. Aún hoy en Guantánamo hay 39 prisioneros que no han tenido juicio. No es justo que estemos denunciando todavía esto después de más de veinte años”.

Hijo de un director teatral y una actriz, Dresen es un director muy conocido del cine y la televisión alemanas. Cuenta él mismo que su principal interés como cineasta son “las relaciones humanas. Siento un compromiso con mi país pero trato de canalizarlo a través de historias personales y esas emociones. En este caso, lo hago a mi manera contando la historia de esa mujer tan valiente pero desde luego también existe un componente político muy claro porque sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta en este caso”.

Su mayor éxito internacional hasta la fecha ha sido Stopped on Track (2011), una historia sobre cáncer terminal que arrasó en los “Goya alemanes” y ganó el máximo premio de Un Certain Regard en Cannes. En nuestro país, también hemos podido ver otras películas suyas como las aplaudidas Un verano en Berlín (2005), un retrato costumbrista de la ciudad a través de la mirada de dos jóvenes, o En las nubes (2008), donde trataba el asunto de la sexualidad en la tercera edad.