Yvan Attal durante el rodaje de la película. Foto: Karma Films

Yvan Attal durante el rodaje de la película. Foto: Karma Films

Cine

Yvan Attal y la historia de una 'violación involuntaria': "No hay una sola verdad"

El cineasta francés le busca las costuras al MeToo en 'El acusado' contando la historia de un joven burgués que, “sin darse cuenta”, tiene sexo no consentido con la hija de la nueva pareja de su madre

9 septiembre, 2022 09:41

¿Se puede violar a una mujer sin ser consciente de ello? Según Yvan Attal (Tel Aviv, 1965), sí. Claro que la historia es más complicada porque “no hay una verdad, hay muchas verdades, depende de la posición en la que estés”. Su propio hijo, Ben Attal, fruto de su matrimonio con Charlotte Gainsbourg, interpreta en El acusado a Alexandre Farel, un joven burgués de París que “sin darse cuenta” acaba teniendo sexo no consentido con la hija de la nueva pareja de su madre. El quid de la cuestión es que ella nunca dice “no”, pero por su actitud él debería haberse dado cuenta.

Nacionalizado francés de origen israelí, Attal fue actor antes que director y debutó en 1989 bajo las órdenes de Éric Rochant en Un mundo sin piedad y, después de varias películas con el mismo director, lo hemos visto en filmes como Es más fácil para un camello… (Valeria Bruni Tedeschi, 2003) o el Munich de Spielberg (2005). Como director, triunfó con Buenos principios (2019), una visión sarcástica de la crisis de la mediana edad, y ha obtenido una gran accogida en Francia con El acusado.

El protagonista de esta nueva entrega es el hijo de un famoso periodista cultural (Pierre Arditi) y una incisiva escritora feminista (Charlotte Gainsbourg), que considera que debemos ser inflexibles con el machismo “inherente” a la cultura árabe. El mundo elegante y de maneras exquisitas de la familia Farel se desmorona cuando “el niño de oro” se ve metido en un lío colosal. Frente a él, Mila (Suzanne Jouannet), hija de una madre extremista religiosa, dispuesta a todo para que se haga justicia y para que el “acusado” pague por haberla sometido a una violación.

Pregunta. ¿Quería reflejar cómo ha cambiado nuestra percepción respecto a ciertas conductas a raíz del MeToo?

Respuesta. A todos nos ha sorprendido ver a todas estas mujeres que dicen haber sido violadas. Que haya tantas nos ha dejado alucinados. Y esos actos muchas veces los han cometido hombres que jamás pensaríamos que harían algo así. Vemos que muchos de ellos se dejan llevar por su propio deseo y no piensan en la otra persona. Creo que en el caso de la película, si la chica hubiera dicho claramente que no, él habría parado, no es un violador tal y como lo imaginamos. Alexandre no la fuerza. Sin embargo, no es capaz de darse cuenta de que ella está aterrorizada y de que se comporta de manera sumisa por ese miedo. Y aquí es donde vemos un gran cambio. Los hombres deben escuchar a la mujer, deben ser conscientes de lo que quiere. Es algo que afecta a todas las relaciones.

P. En la película empatizamos con esa chica que siente que ha sido violada, pero también vemos las catastróficas consecuencias para la vida del joven. ¿Quería mostrar los dos punto de vista?

R. Lo que vemos en El acusado es que determinadas situaciones son complicadas. Las redes sociales juzgan en un minuto, pero en los tribunales es distinto. La película habla de la dificultad de hacer justicia y de encontrar la verdad. Esa dificultad consiste en que hay una gran responsabilidad en el veredicto.

P. Vemos cómo el personaje de Gainsbourg se muestra inflexible ante cualquier abuso sexual y cambia de opinión cuando el acusado es su hijo...

R. Cuando las cosas te tocan personalmente todo cambia. Es fácil tener una ideología y una opinión absoluta, partisana. Pero luego en la vida real las cosas son más complejas que eso. Tenemos una ruta ideológica, moral, pero cuando las cosas te llegan personalmente te hacen tambalear. Todo depende del punto de vista. Por eso digo que no hay una sola verdad, hay varias verdades porque todo puede cambiar en función del lugar en el que estés.

['Buenos principios', de Yvan Attal: La crisis del nido vacío]

P. El fiscal dice en un momento del filme que la actitud del acusado forma parte de un abuso social más amplio. ¿Ve esa dimensión clasista?

R. No creo que este comportamiento sea específico de una clase social. La falta de atención al deseo del otro sucede en todas partes. Lo que sí vemos es cómo impacta en la víctima. De alguna manera su estatus le hace sentir inferior. Y él de manera inconsciente quizá abusa de esa posición. Lo que sí se produce en la élite es un sentimiento de impunidad que no existe en otras clases sociales. Es muy común que estos casos se den entre personas de distinto estrato: la secretaria y el jefe, la actriz y el gran productor… Esas personas pueden tener mucho que perder si no ceden y eso complica las cosas porque cuando hay un ascendente puede darse esa sumisión.

Un pequeño truco

P. En un momento concreto dudamos si el acusado será Ben o su padre, el famoso y veterano periodista, por una aventura con una de sus empleadas. ¿Quería contraponer una historia con la otra?

R. Hay un pequeño truco en la película. Creo que es un error pensar que cualquier relación entre una persona con más poder social o económico que la otra es falsa o se basa en el abuso. Puede haber verdadero amor entre un jefe y su empleada aunque haya una gran diferencia de edad. No podemos poner todas las relaciones bajo sospecha.

Ben Attal (izquierda), en un momento de el acusado

Ben Attal (izquierda), en un momento de el acusado

P. ¿Este nuevo paradigma en el que el abuso deja de estar consentido puede inducir a algunos hombres a la paranoia?

R. Los hombres tienen miedo. Hay una parte que provoca terror. Pero al mismo tiempo se produce por fin una conciencia de situaciones que hasta la fecha estaban toleradas. De alguna manera, hay un cambio que a corto plazo puede complicar las relaciones pero a larga lo que está pasando es positivo.