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'Capone': el crepúsculo del psicópata

Tom Hardy interpreta a Al Capone, el gángster que aterrorizó Chicago en los años 30, en una película ambiciosa e irregular sobre la corrupción moral de Estados Unidos

16 abril, 2021 15:03

La figura de Alphonse Capone, el gángster que aterrorizó Chicago en los años 30, es el símbolo de la violencia y el caos que llevó consigo la ley seca estadounidense que prohibía el alcohol. Los gángsters de la época son los villanos mejor vestidos que jamás hayan existido y el cine les ha dedicado innumerables películas. En los propios años 30 y 40, era dorada de Hollywood, floreció ese cine negro protagonizado por Bogart o James Cagney y mujeres de altura como Barbara Stranwick o Gene Tierney que forman parte del legado más importante del siglo XX. Después, como es sabido, cineastas como Scorsese (Uno de los nuestros), Coppola (El padrino) o De Palma (Scarface) le han dado nuevo brillo al género. En 2009, Michael Mann volvió a las esencias con Enemigos públicos, donde entregaba una buena película de gángsters a la vieja usanza con sus elegantes sombreros, suntuosos abrigos y cochazos.

Más allá de mitos y leyendas, Capone fue un hombre sanguinario que llegó a matar a más de sesenta personas al año en sus tiempos de reinado y perpetró masacres como la tristemente célebre matanza del día de San Valentín, en la que se cargó a seis rivales de golpe en Nueva York. La película canadiense Capone, dirigida por Josh Trank, (Cuatro Fantásticos) aborda la figura del criminal de una manera curiosa al retratar sus últimos meses de vida. Protagonizada de manera estelar por Tom Hardy, que se luce con el papel, lo que vemos es el último año de vida de un hombre de 48 años prematuramente envejecido y enfermo por culpa de una sífilis de juventud no tratada. Víctima de una progresiva demencia, Capone confunde la realidad con sus recuerdos y se obsesiona por una fortuna oculta que también busca el FBI.

Capone (2020). Tráiler oficial

La paradoja del asunto, como se señala en la película, es que a pesar de sus muchos crímenes el capo mafioso solo pasó nueve años en prisión por evasión de impuestos. No solo eso, vivió sus últimos años encerrado en su mansión de Florida, rodeado de un séquito de sirvientes y guardaespaldas. Según un agente del FBI, la “diferencia entre Hitler y Capone es que Hitler está muerto”. La audacia del filme, por tanto, es contar el crepúsculo no de una gran personalidad como hemos visto mil veces sino de un tipo siniestro. En este caso, el director opta por un tono grandilocuente en el que el “éxito” de Capone sirve como metáfora del poder del Mal para triunfar en la sociedad.

Es una película rara por contar a un personaje como el mafioso desde una perspectiva insólita pero también por su ambición. A partir del retrato de ese Capone baboso que solo dice incongruencias, Trank quiere realizar una metáfora de la corrupción moral intrínseca a la vertiginosa ascensión de Estados Unidos. En sus momentos de lucidez, el propio Capone-Hardy se recrea escuchando por la radio la recreación de sus andanzas, consciente y vanidoso porque sabe que a su manera también es un mito. Los psicólogos dicen que los psicópatas se caracterizan por su absoluta falta de conciencia, en este caso, Trank presupone un atisbo de conciencia moral en el monstruo al menos en sus momentos de mayor demencia. Quizá sea concederle demasiados privilegios.

@jaunsarda