Image: Alberto Rodríguez: En La peste el siglo XVI dialoga con el presente

Image: Alberto Rodríguez: "En La peste el siglo XVI dialoga con el presente"

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Alberto Rodríguez: "En La peste el siglo XVI dialoga con el presente"

La nueva serie del director está ambientada en la Sevilla del siglo XVI, cuando la ciudad se convirtió en el puerto desde el que salían los barcos al “nuevo mundo”

12 enero, 2018 01:00

Alberto Rodríguez durante el rodaje de La peste. Foto: Movistar+

Es sin duda buena noticia que los mejores directores patrios encuentren en la televisión una vía de expresión que puede dar grandes frutos. Después de la Vergüenza de Juan Cavestany llega esta noche a Movistar+ el nuevo trabajo de Alberto Rodríguez, La peste, una serie de cinco capítulos ambientada en la Sevilla del siglo XVI, cuando la ciudad se convirtió en el puerto desde el que salían los barcos al "nuevo mundo". Esa Sevilla en la que se enriquecen los mercaderes y los especuladores mientras el pueblo vive en la miseria y donde campa una enfermedad contagiosa, la peste, que está diezmando a la población. Una Sevilla opulenta y mísera en la que se cruza el destino de varios personajes: un comerciante enriquecido al que da vida Paco León; un prófugo de la Inquisición (Pablo Molinero) o un muchacho huérfano (Sergio Castellanos) son los protagonistas de la serie. Rodríguez (Sevilla, 1971), autor de 7 vírgenes, Grupo 7, La isla mínima y El hombre de las mil caras, dirigió La peste como si se tratase de una película, en la que una trepidante trama de misterio y de lealtades y traiciones cruzadas se solapa con el retrato de una ciudad en decadencia después de haber sido durante años uno de los lugares más ricos y vibrantes de Europa.

Pregunta.- No deja de ser curioso la cantidad de similitudes entre la España que refleja la serie y la de hoy. ¿Cómo lo aborda?
Respuesta.- Nunca pensé que fuera una película de época, sino que trata asuntos de ahora pero en el siglo XVI. Llevo ya varias películas ambientadas en el pasado y es algo que ha ido surgiendo por casualidad pero tengo la impresión de que esas historias nos dicen mucho sobre el momento actual. Con La Peste he querido establecer un diálogo entre el siglo XVI y el presente muy consciente. En muchos aspectos son momentos muy distintos pero hay problemas de entonces que siguen perdurando. Al final todo está lleno de interconexiones y es más cercano de lo que parece.

P.- Vemos el poder de los banqueros y prestamistas en una España que comienza a ser víctima de la bancarrota. ¿Hay una paradoja de la Sevilla "imperial" y su pobreza?
R.- Hay episodios históricos que son fantásticos, como la crisis de los tulipanes en Holanda en el siglo XVII que hundió la economía después de que se produjera una burbuja con el precio de los tulipanes. Allí quedó claro que el mercado no se regula solo pero desde entonces hemos cometido el mismo error mil veces. Hay una cosa muy curiosa y es que en Sevilla entró mucho oro y mucha plata de América, pero se quedó muy poco en la ciudad. Apenas se invirtió en nada productivo que fuera a generar unos beneficios futuros y todo el dinero se gastó en guerras y causas inútiles. Nunca se pensó en el futuro. Fue una especie de maná que le cayó al país pero no se supo aprovechar.

P.- El ambiguo personaje de Paco León es el representante de esa nueva clase de mercaderes enriquecidos. ¿Gana el que tiene menos escrúpulos?
R.- Representa el triunfo del oportunista. Cuando se dice que una crisis está llena de oportunidades yo siempre me pregunto: ¿oportunidades para quién? El personaje de Paco León es un nuevo rico que utiliza su dinero para que todo salga a su antojo. Se habla de esa épica del hombre hecho a sí mismo pero yo me pregunto si no sería mejor que a muchas personas no les costara tanto y estuviera todo un poco más igualado.



P.- Habla John Elliott de la desigualdad inmensa de esa España imperial, con una corte que nada en el lujo y un vulgo paupérrimo.
R.- Lo leemos también en las páginas de Rinconete y Cortadillo, de Miguel de Cervantes. La ciudad deslumbrante y llena de miseria. Eso lo vemos desde el capítulo uno en ese "escandaloso patio de Monipodio" en el que se reúnen mendigos y bandidos. Montaigne decía que las tres ciudades más bonitas de Europa son París, Venecia y Sevilla aunque las tres olían muy mal, y que la que peor olía era Sevilla. En la serie hay un pequeño guiño a Montaigne y el pájaro de Paco León se llama así.

P.- Y ante esa realidad opresiva, el "nuevo mundo" como vía de escape.
R.- Hay una cosa que me parece fascinante: una persona que embarcaba hacia América en el siglo XVI sabía menos dónde iba a parar que un astronauta ahora, que más o menos se ha podido hacer una idea de su destino. Corrían todo tipo de leyendas y había gente que pensaba que se iba a encontrar con ciudades de azúcar o de oro. Yo veo a la Sevilla de entonces como una lanzadera espacial de hoy en día. Era el lugar desde el que partían hacia un mundo ignoto.

P.- Los tesoros de las Indias se convierten en la cara y la cruz. ¿Es como esos países actuales para los que el petróleo se convierte en una maldición porque anula la voluntad de ser creativos y productivos?
R.- Un maná como el oro y la plata no tienen por qué ser malos. Los noruegos invierten el dinero del petróleo en bonos futuros porque saben que si se gastan el dinero corren el riesgo de relajarse y volverse perezosos. Es un país que ha sabido ver que eso es una trampa.

P.- Vemos un mundo brutal de violencia, miseria extrema y absoluta falta de higiene. ¿Nos hemos civilizado mucho desde entonces?
R.- Hemos hecho un gran esfuerzo en la serie por tratar de pensar como personas del siglo XVI. Por ejemplo una cosa muy chocante hoy es que no se le diera ningún valor a los niños ni a la infancia. La propia vida valía menos que ahora. Ni siquiera es verdad que en esa época había un gran respeto a la naturaleza porque no había habido industrialización. Una de las primeras leyes forestales es española porque comenzaron a talar árboles como locos para utilizar la madera y la península casi se queda sin un solo árbol.

P.- ¿La ha rodado como una serie o como una película que después se trocearía en seis capítulos?
R.- Tiene algo de serie aunque estructuralmente no es la serie al uso. Hemos intentado por lo menos amortiguar los golpes de efecto. Lo importante es que tuviera una base sólida y que los personajes tuvieran desarrollo. Me lo he tomado como una película muy larga y difícil de rodar porque ha sido como una maratón o más bien como un sprint. He tenido que correr una distancia muy larga a gran velocidad y eso lo ha hecho intenso y agotador.

@juansarda